VALÈNCIA. ¿Se acuerdan del macroproyecto de moda, una suerte de revulsivo a la denostada fashion week, impulsado por la conselleria de Cultura? Fue en mayo de 2017 cuando el Diari Oficial de la Generalitat Valenciana publicaba las bases para iniciar el proceso de contratación de la empresa que se encargaría de generar un evento con el objetivo de apoyar y fomentar el sector de la moda y el diseño valenciano, con un presupuesto de aproximadamente 75.000 euros (sin IVA). Aunque el proyecto ocupaba el espacio ocupado hace años por la València Fashion Week, lo cierto es que desde un primer momento quisieron desvincularse de la marca apostando por un proyecto en el que la pasarela no era el centro del mismo, sino que completaba su programación con una serie de charlas y una exposición. Del mismo modo, el evento se ‘deslocalizaba’ organizando eventos en València, Alicante o Castellón.
En septiembre de ese mismo año se adjudicaba el contrato a Nil Comunicación, única empresa que se presentó al concurso, quien planeó un proyecto bajo el lema ‘Art en blanc’, color que sirvió de nexo de unión en las creaciones presentadas tanto en la exposición como en la pasarela. Era el 19 de diciembre de 2017 cuando se iniciaban las actividades con un desfile y exposición en Castellón, que viajarían a continuación a espacios como San Miguel de los Reyes y el Centre del Carme en València y la Llotja del Peix, en Alicante. Un año después de que el DOGV publicara las bases del proceso de contratación, la directora general de Cultura y Patrimonio, Carmen Amoraga, confirmaba que el proyecto se consolidaría con una segunda edición. "Habrá segunda edición de ese concurso público porque pensamos que es la forma más honesta de trabajar, pensamos que cualquier empresa puede presentar su proyecto y una comisión técnica valorará cuál es el mejor”, afirmó.
Sin embargo, ni antes de verano se publicó el concurso, ni en septiembre –cuando cumplía un año de la adjudicación-, ni en diciembre –cuando cumplía un año del inicio de actividades de la primera edición-. Si bien Cultura preveía haber iniciado el proceso antes de finalizar el año, tal y como confirmaron a este diario, el ejercicio acabó sin noticias del mismo. A pesar de que el objetivo era generar una cita consolidada, lo cierto es que la segunda edición en ningún caso coincidiría en fechas con la primera, pues el retraso en los plazos ya lo hace imposible, con el inicio de proceso de selección, adjudicación y plazo de ejecución por llevar a cabo. Al retraso con respecto a las fechas de 2017 se suma el atasco en Intervención, con lo que, previsiblemente, una segunda edición no llegaría hasta mediados de año.
Tal y como ha podido saber este diario, la intención de Cultura es que la futura convocatoria cuente, además del proyecto expositivo-divulgativo, con un premio, aunque todavía está por concretarse de qué modo. Esta no es la única novedad con la que vendría esta segunda edición. En la misma entrevista de mayo de 2018, Amoraga apuntaba a un aumento del presupuesto por el que el proyecto contaría con una partida superior a los 100.000 euros, tras el ajustado montante de la primera edición, tal y como confesaron los propios organizadores. “Hoy en día las nuevas tecnologías nos dan la opción de que no haya una pasarela física, pero lo que sí tiene que haber es una exposición. Le estamos dando vueltas junto al sector para no errar el tiro, para ser más eficaces en lo que pretendemos que es visibilizar el talento creativo y cultura que hay en torno a la moda valenciana”, explicó Amoraga.
Fue en enero de 2015, tras 17 ediciones, cuando la València Fashion Week cerró definitivamente por falta de presupuesto, siendo a su nueva directora, Sales Tatay, a la que le tocó bajar la persiana. “Con el presupuesto del que disponíamos era imposible realizar una Fashion Week con unas condiciones mínimas y necesarias para un diseñador”, explicaba Tatay en una entrevista concedida a Cultur Plaza. El presupuesto al que se refería eran 100.000 euros de conselleria de Cultura y 18.000 euros del Ayuntamiento de València, superiores a lo que se maneja hoy pero lejos del más de medio millón de euros que se llegó a gestionar. Cierto es que el proyecto de 2017 y el de la VFW tiene distintas exigencias. Redefinida como un espacio para diseñadores jóvenes y creaciones de carácter transgresor, el remiendo no salvó el proyecto, siendo Artenblanc quien cogió el testigo de la pasarela valenciana, una cita satélite hasta que se materialice la segunda edición.