VALÈNCIA (EFE). La Comunitat Valenciana cierra este domingo un paréntesis de 1.655 días, o 236 semanas, o cuatro años y medio sin televisión pública, con el inicio de las emisiones televisivas definitivas, que le permitirán dejar de ser la única comunidad con lengua propia sin televisión autonómica.
A las 12.19 horas de un "Black Friday", el 29 de noviembre de 2013, se fundió a negro Radiotelevisión Valenciana (RTVV) tras 24 años de historia, y a las 14.30 horas del 10 de junio de 2018, el día en que se cumplen 70 años de las primeras emisiones televisivas en España, los valencianos volverán a tener su televisión, denominada À Punt y que tomará el relevo a Canal 9 (Canal Nou), inaugurado en septiembre de 1989.
Informativos de producción propia, junto con series, concursos y programas elaborados por productoras externas componen una parrilla televisiva que comienza al cien por cien, y que se suma a una radio autonómica y una plataforma web en marcha desde finales de 2017.
Durante el último mes y medio se han hecho emisiones televisivas en pruebas, con programas infantiles de nuevo cuño, otros de archivo de RTVV y algunos directos, como el partido de fútbol amistoso entre el Valencia CF y el Al-Nassr de Emiratos Árabes o el acto de la Federación de Sociedades Musicales en el que se batieron diez premios Guinness.
Hasta llegar a este punto, han transcurrido 54 meses en los que ha habido que crear una nueva legislación autonómica, con novedades como la elección de la directora general mediante concurso público; buscar consensos parlamentarios, ya que todo el proceso normativo se ha residenciado en Les Corts, y afrontar recursos judiciales.
Un proceso que ha sido más largo del esperado y que queda lejos del anuncio que hizo el actual Consell al inicio de la legislatura de que el 9 de octubre de 2015 podría haber una recuperación simbólica de la señal que apagó el Ejecutivo del PP, con material de archivo y a través del canal institucional, pero a lo que se opuso Podem, socio parlamentario del Gobierno.
En el ámbito judicial, en este tiempo la Audiencia Nacional ha avalado, y así lo ha ratificado el Tribunal Supremo, el expediente de regulación de empleo que extinguió los contratos de los 1.600 trabajadores de RTVV, mientras que se han resuelto litigios de productoras con la antigua RTVV.
Uno de los motivos que ha retrasado la puesta en marcha de los nuevos medios públicos ha sido la configuración de las bolsas de trabajo temporales, donde tres cuartas partes son extrabajadores de RTVV debido a que en la ley de la nueva cadena se estableció como mérito haber superado un proceso selectivo allí, algo que se ha limitado para las oposiciones definitivas, que se harán en un máximo de tres años.
La cadena autonómica cuenta con un presupuesto anual de 55 millones de euros y una plantilla formada actualmente por 350 personas, con la perspectiva de llegar al medio millar de forma paulatina y en función de las necesidades.
Todos ellos trabajan en una redacción compartida, tras haberse acondicionado el antiguo centro de producción y programas de RTVV en Burjassot (Valencia), el mismo donde se retransmitió el agónico cierre de la cadena tras una larga noche.
Los valencianos acogen con expectación la nueva televisión, que pretende ofrecer información de proximidad, plural y en valenciano, y en la que se reencontrarán con caras de la antigua Canal 9 que en sus protestas contra el cierre coreaban: "¡Volveremos y lo contaremos!".
A lo largo de su mandato, Costa lo apostó todo por la audiencia, pero sin un respaldo presupuestario ni burocrático, no ha habido modelo que asentar sino situaciones que amortiguar