VALÈNCIA. Los partidos políticos de la Comunitat Valenciana se encuentran en estado de prealerta electoral. La celebración de primarias, selección de candidatos, confección de listas, informes demoscópicos y distintas maniobras estratégicas están comenzando a convertirse en prioridad para todas las formaciones que tienen sus aspiraciones puestas en las elecciones de mayo -si no hay adelanto- de 2019.
En 2015, el PSPV liderado por Ximo Puig sufrió un descenso de representantes importante pero se mantuvo al frente del bloque de izquierdas con 23 escaños. Compromís, encabezado por Mónica Oltra, realizó el camino inverso con un incremento notable que le condujo a los 19 diputados. Con esas cifras, ambas fuerzas políticas tuvieron que apoyarse en los nuevos actores de la izquierda, Podemos, que habían irrumpido exitosamente en Les Corts con 13 representantes. Había nacido el Pacto del Botánico.
Algo más de tres años después la situación ha cambiado de forma sensible. Al menos así lo indican las dos últimas encuestas publicadas por Plaza y por el diario Levante-EMV, que coinciden en augurar un crecimiento mínimo de los socialistas en 10 diputados, un mantenimiento o leve ascenso de Compromís, además de una caída de la formación morada que iría de los tres a los seis escaños. Así, ambos sondeos arrojan la conclusión de que PSPV y Compromís podrían gobernar sin la necesidad de contar con Podemos: incluso en la segunda de ellas, cabría la posibilidad de que los socialistas también lo hicieran en solitario con Ciudadanos.
Un escenario poco halagüeño para la formación morada que puede agravarse por otra circunstancia que preocupa en Podemos: el duelo personalista por el voto útil entre Puig y Oltra. Un factor este que va más allá incluso de las propias siglas que les acompañan, PSPV y Compromís.
El último sondeo de Levante-EMV indica un grado de conocimiento del presidente de la Generalitat de un 87% de los encuestados mientras que la número dos del Ejecutivo posee un 81%. En este estudio, se pregunta por el líder de Podem, Antonio Estañ, quien posee un 16% de conocimiento y que además ha puesto de manifiesto su intención de no ser candidato a la Generalitat.
Es decir, se da la circunstancia de que tanto Puig como Oltra arrastran un nivel de popularidad que constrasta fuertemente con la del líder de Podemos. Un hecho que, en el fragor del proceso, puede resultar letal dado que el PSPV aspira a una campaña de corte presidencialista y Compromís tratará de aprovechar también el grado de conocimiento de su candidata, quien tiene además vía de acceso a medios nacionales.
Con estos mimbres, se puede establecer un debate en la izquierda centrado, más allá de las siglas, en quién debe los dos conocidos dirigentes debe ser el presidente o presidenta de la Generalitat: Puig u Oltra, una especie de voto útil al cuadrado que puede asfixiar a Podemos, dado que aunque exista electorado que simpatice o que les apoyó en los pasados comicios, podría dejarse arrastrar por esta batalla personalista.
Más aún cuando en la formación morada todavía no ha quedado claro quién encabezará la lista a la Generalitat. El equipo de Estañ ha puesto sobre la mesa el nombre del exdiputado y profesor de Derecho Constitucional Rubén Martínez Dalmau, un candidato solvente pero que tendría por delante la dura tarea de alcanzar cierto grado de conocimiento entre la ciudadanía. Por otro lado, viene tratándose de articular una candidatura con la actriz y diputada de Podem Rosana Pastor, quien podría a priori ser más reconocible pero que no parece disponer del favoritismo, a día de hoy, del grueso del partido en la Comunitat.
Una situación que puede dejar a la formación morada en la Comunitat, ya de por sí dependiente de las fluctuaciones de la marca en España, absolutamente a merced de que cuando llegue la cita con las urnas, Pablo Iglesias y Podemos en general en el ámbito estatal, hayan conseguido revitalizar las siglas y que ello dé un empujón a las estructuras autonómicas.