VALÈNCIA. Decorar las paredes de casa con basura quizás no parezca la propuesta más atractiva que una persona puede recibir a lo largo de su vida. Al menos, resulta menos tentadora que un viaje a Japón con gastos pagados. Sin embargo, en Preciós Plàstic están decididos a transformar los deshechos que empleamos cotidianamente en objetos “útiles y con valor”. Por ello, desde hace dos años, emplean su tiempo en crear baldosas ornamentales, tulipas para lámparas, juguetes o cuencos a partir de envases reciclados.
De esta forma, a partir de máquinas de código abierto (es decir, cuyos planos e instrucciones están disponibles para todo aquel que quiera emplearlas) los miembros de la plataforma dan una nueva vida a los deshechos donados por los vecinos. No se trata, pues, simplemente de reutilizar, sino de dar rienda suelta la creatividad y fabricar juguetes o artilugios decorativos, de insuflarle alma a esos pedazos de supuesta basura. Con la trituradora reducen a añicos los productos y otras tres máquinas -una inyectora, una prensa y una extrusora- son las encargadas de dar forma a esos artefactos renacidos.
Pero, ante todo, Preciós Plàstic se erige como un proyecto colaborativo que encuentra su razón de ser en la participación ciudadana. “Queremos demostrar que no es necesario ser ingeniero para usar esas máquinas y ayudar, con tener ganas es más que suficiente”, apunta Miquel Cañada, impulsor del proyecto y quien aspira a "concienciar y difundir que el plástico, contrariamente a lo que la gente cree, no es basura inservible”. De hecho, recuerda que una vez utilizado “sigue siendo un material completamente válido con el que es posible crear nuevos utensilios. Si queremos proteger el mediaombiente, no podemos permitirnos contemplarlo como algo de usar y tirar”. “Al plástico se le pueden dar mil usos más de los que están establecidos, pero hay mucha falta de información al respecto”, añade Cañada.
El diseño, entendido como la conjunción de utilidad y estética, constituye otro de los pilares fundamentales de esta iniciativa. “No queremos convertir vasos de plástico en vasos de plástico, pues creemos que así no estaríamos arreglando nada. Lo que buscamos es aumentar el valor de los residuos a través de la creatividad y la experimentación”, señala.
El origen de este proyecto está en los Países Bajos, donde hace años Dave Hakkens puso en marcha la plataforma Precious Plastic, una red internacional que desarrolla estas actividades de reciclaje en diferentes puntos del planeta. “La iniciativa se ha extendido ahora a miles de ciudad”, explica Miquel Cañada. “Nosotros partimos de la información que ofrecía en abierto el holandés y de los planos de los aparatos que mostraba”, añade. Más adelante, presentaron su propuesta al convocatoria Emergents 2016 de la Universidad de València y el Ayuntamiento de la ciudad. Con la subvención obtenida empezaron a comprar “los primeros materiales y herramientas con los que empezar a poner en marcha las máquinas”.
“La gente que se involucra obtiene además la satisfacción de poder llevarse a casa el objeto que ha creado, lo cual resulta bastante más motivador que simplemente tirar los productos al contenedor amarillo. Eso también nos sirve para que puedan enseñar a sus familiares y amigos el resultado de nuestro trabajo, que digan ‘mira qué cosa más chula me he hecho con basura’”, indica el responsable del proyecto en València. Ante la pregunta, ¿qué objetos se artilugios s pueden crear a partir de vuestras máquinas?, Cañada es tajante: “lo que tu imaginación y tu mente te permitan. Hay formas infinitas de moldear el plástico.
“Queremos animar a nuestros vecinos a no tirar directamente el plástico a la basura, sino darle un nuevo uso a través de nuestras máquinas”, explica el responsable Preciós Plàstic, que mantiene su campamento base en el local de la asociación Laboratorio de Fabricación, entidad ubicada en el barrio de Benimaclet. Así, centímetro a centímetro, aspiran a que deje de resultar extraña la idea de colocar en el salón un mosaico creado a partir de losetas recicladas. “También se pueden emplear para forrar suelos, pues es un material muy resistente y válido para esa función”, incide.
Para propagar este mensaje, el colectivo no solamente imparte talleres, sino que también participa en festivales y otros eventos públicos. Por ejemplo, instalaron su infraestructura portátil en la pasada Fira de la Tapa de Benimaclet, donde transformaron los vasos de plástico en peonzas de colores. “La gente alucinaba al ver el proceso, se convirtió casi en una fiesta del reciclaje”, comenta entre risas Cañada, “la gente al final iba buscando vasos ajenos para poder tirarlos a la trituradora y contemplar cómo iban cambiando”. En ese sentido, Preciós Plàstic presume de una de sus grandes bazas: participar en él resulta bastante más divertido que bajar la basura en pijama a las once de la noche.
En cualquier caso, Miquel Cañada no es un iluso “no creo que este proyecto sea la solución al problema de contaminación ambiental, eso tiene que venir desde las empresas, las instituciones públicas y la sociedad en su conjunto. Si no hay una unión de esos tres agentes no se logrará nada. Pero, al menos, desde la ciudadanía podemos a hacer nuestras pequeña parte”, incide. En este sentido, reconoce que hay razones para el optimismo “pienso que que la gente está un poco más conciencia con el asunto de los plásticos. Pienso que las imágenes de los bancos de residuos flotando en el océano o los peces con bolsas en sus estómagos están marcándonos a todos”. Pero en lugar de dejarse carcomer por la culpa o la impotencia, Preciós Plàstic propone deja volar la imaginación. La clave está en empezar a mirar las botellas de detergente y las tarrinas de mantequilla con otros ojos.