El dúo de artistas urbanos de València confecciona un enorme mural en la estación de trenes de Heidelberg, mostrando de nuevo su habitual fusión entre estilos clásicos y populares
VALÈNCIA. Unir arte clásico y graffiti en una misma obra puede sonar descabellado hasta que uno conoce a PichiAvo. El dúo integrado por Pichi y Avo fusiona dos estilos artísticos totalmente distintos en sus obras: uno socialmente percibido como 'alta cultura', el otro como 'cultura popular'. Ellos lo hacen con un objetivo claro, el de demostrar que el arte, siempre que lleve consigo la pasión del artista, no conoce de generaciones ni de edades. Conocidos por confeccionar junto a los veteranos Sanz y Latorre la Falla Municipal de 2019 (aquella formada, para los que no la recuerden, por figuras de mujeres del arte clásico grecoromano, todas ellas cubiertas por graffitis de colores) el dúo no ha dejado de trabajar desde entonces. De hecho, el pasado jueves ambos volvían de su viaje a Heidelberg (Alemania), donde han participado en el Metropolink Festival, una propuesta que busca cambiar la perspectiva de las ciudades desde el arte urbano.
PichiAvo se ha pasado siete días pintando un enorme mural en el interior de la estación de trenes de la ciudad alemana. En él está patente su habitual estilo que, de nuevo, es llevado a la práctica a lo grande. Se trata de una panorámica en la que aparece pintado el mito griego de Ganímedes y el águila abrazados delante de una ingente cantidad de graffitis. El contraste entre la precisión en las figuras y la apariencia de estilo libre en los graffitis, es muy llamativo. El espacio donde ahora reposa el mural había estado en blanco desde 1955.
Según el dúo ha explicado a Culturplaza, su estilo busca unir el arte más allá de las generaciones. Pichi indica que “a priori parecen dos disciplinas artísticas antagónicas, pero que al unirse dialogan a la perfección”. Avo, por su parte, señala que “todo artista busca la personalidad en su obra” y que, lo que ellos han hecho a lo largo de todos estos años “es fusionar y crear una cosa de ellos, personal, en la cual la obra ya no se queda en la mera estética”.
En sus temáticas, Pichiavo lanza mensajes a través de la mitología, pero no una mitología -como explican- “que normalmente se percibe como algo anticuado para la sociedad”, sino otra que, gracias al contraste, “permite hacer nuevas lecturas de las que, hoy en día, puedas aprender algo claro”.
Pese a esa clara reivindicación 'del arte por el arte', Avo explica que ninguno de los dos trata de hacer una crítica con sus obras a la denostación a la que el arte urbano todavía está sometido. Simplemente, precisa, “estamos exponiendo lo que sucede en general en los barrios”. Apunta que, cuando uno pasea por la calle, se encuentra una enorme diversidad de expresiones artísticas a su alrededor. “Hay murales bien hechos, manchas de color, texturas, firmas, obras de arte... Nosotros estamos haciendo un resumen de lo que una persona puede vivir en ese contexto, e incluso de lo que nosotros mismos hemos vivido”. Así, “ya no se trata de hacer una crítica a algo concreto, sino de plantear la enseñanza de que ambos mundos pueden convivir perfectamente”.
El festival alemán Metropolink, que se celebrará en Heidelberg entre los días 6 y 16 de agosto, busca “crear arte para una gran audiencia”. Paredes, edificios y espacios públicos han ido siendo transformados desde el año 2015, con el objetivo de dar voz al arte callejero de alta calidad para cambiar la perspectiva de las ciudades.
Como explica el dúo, el festival llevaba tres años queriendo trabajar con ellos. Por motivos de agenda no habían podido hacerlo hasta ahora, cuando les surgió la oportunidad de pintar la fachada norte de la estación central de Heidelberg. “Al llegar ya teníamos una idea definida del diseño -cuenta Avo-. Hicimos como siempre: plasmar ese fondo de graffitis, que es un poco freestyle y que generaba mucha atención por parte de las personas que pasaban por la estación. Hacerlo nos ha resultado muy interesante”. Además, después de haber estado confinado, el dúo confiesa que “tenían muchas ganas de volver a pintar en el exterior”. “También llevábamos tiempo haciendo más trabajo de estudio, que nos encanta, pero volver al formato grande nos ilusionaba mucho. Y más en un sitio como este, en el que no dejan de pasar personas en ningún momento”.
El Metropolink Festival, en su afán por visibilizar y naturalizar la diversidad de artes, ha habilitado unas instalaciones militares estadounidenses que fueron abandonadas hace ocho años; para fomentar el arte, la cultura y la ciencia. Según Avo, “es genial esa filosofía de ir cambiando espacios al servicio de la gente. La ciudad -explica- está muy abierta en este caso. Los espacios públicos están para ejecutar propuestas artísticas y cultrales. Muchas ciudades carecen de esto. Hay muchos artistas que somos partícipes de ese cambio, y encontrarse festivales, entidades o asociaciones que busquen lo mismo, es genial”.
Todo esto está bastante interiorizado por la ciudadnía de Heidelberg, según PichiAvo. “Nuestro mural les ha gustado mucho. Generar una obra así en un espacio de tales características es todo un reto a nivel artístico. Una pared así afecta bastante a la percepción de un interior. Y la gente, desde que empezamos a pintar, se ha mostrado muy contenta. Incluso la gente mayor, se acercaba y preguntaba el significado del mural. Hay una aceptación muy arraigada a las obras con esencia de calle”.
Actualmente, el dúo PichiAvo está terminando algunos encargos que tenían desde hace tiempo. Según cuentan, tienen entre manos ciertos proyectos que, depende de la situación que se desarrolle por causa de la Covid-19, se llevarán a cabo o no. Por lo pronto, tienen pensado lanzar una exposición en Londres, pintar una serie de murales en Canadá y participar en algunos festivales europeos.
Pichi y Avo desarrollaron su interés por el arte urbano desde bien jóvenes. Ambos se juntaban con otros artistas para pintar cualquier muro que se encontraran. Pichi empezó pintando letras en tres dimensiones, pero al poco tiempo se cansó y empezó a plasmar sobre los muros su interés por el arte clásico. Pintaba cuadros de Miguel Ángel, de Caravaggio, de Da Vinci..., y pronto se dio cuenta de que lo suyo era expresar emociones a través del graffiti. Un día Pichi y Avo coincidieron pintando en un frontón abandonado, y desde aquel momento se hicieron amigos. Junto a otros dos artistas, acabaron formando una crew (se trata de un grupo de graffiteros unidos por un mismo nombre) llamada 'La Factoría'.