ALICANTE. El enésimo pulso que Enrique Ortiz y sus socios en Aligestión Integral le echan al Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), esta vez en el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Alicante y a cuenta de la subasta de los bienes de la sociedad, se puede terminar volviendo en contra del constructor.
Las prisas que su también socio pero en el Hércules y Panoramis, Juan Carlos Ramírez, dejaba al descubierto la semana pasada, con esa insistencia en ofrecer la imagen de que el traspaso de las acciones que confieren el control del club estaba cerrado con el banco del Consell y que el juguete iba a seguir dentro de la órbita de Ortiz (ahora mismo ya lo está porque la Fundación, máxima accionista desde 2010, actúa a su dictado), no solo forzaron al IVF a aclarar por segunda vez en siete días que no cabe una adjudicación directa, sino una subasta abierta y que no hay acuerdo alguno sobre los títulos del Hércules, y también a que el pasado lunes el director general del brazo económico del Consell, en Elche para más inri, hiciera un llamamiento a la sociedad alicantina para que espabile si no quiere que Ortiz, que (como apuntaba el propio Illueca a Alicante Plaza) lo fía todo a que solo él acudirá a la subasta, siga manejando el club.
La famosa "subasta urgente" no solo no se ha convocado, es que el IVF mantiene su postura de subastar el 87% de los títulos y opta por esperar a que el magistrado titular del Juzgado de lo Mercantil número 2 ponga fin a la enésima "maniobra dilatoria" de los aliados de Ortiz o a que estos renuncien. El problema para el constructor es que lo anterior abre la puerta a que haya tiempo no solo a que terceros se interesen por esa subasta que Ramírez trataba de ocultar, sino también a que convenzan al banco del Consell para que cambie de opinión y decida incluir en el lote no solo el paquete mayoritario de acciones, también el estadio José Rico Pérez, elevando el coste de la operación hasta los ocho dígitos y multiplicando exponencialmente para Ortiz su exposición, esto es, el riesgo a perder no solo el Hércules sino también un preciado objeto de especulación urbanística en una ciudad cuyo suelo controla: el otrora coliseo blanquiazul vale muy poco como estadio de fútbol, pero mucho como ficha a canjear en futuros planes urbanísticos. Sí, se ha decretado la alerta roja en el cuartel general del Grupo Cívica, ordenando a todos sin excepción salir de las trincheras y combatir en el cuerpo a cuerpo.
Ahora bien, nadie duda en Alicante de que el mensaje de Illueca, que por cierto hay interpretar en clave "del norte de la Comunitat al sur", caerá en saco roto como tal, porque el Hércules tras el paso de Ortiz no solo es radiactivo, es que en la sociedad alicantina no hay voluntad de mover un dedo para rescatarlo de las garras del constructor. A estas alturas, creer que alguien en la ciudad (nacido aquí o fuera, como Ortiz, que es oscense), por muy herculano que sea, vaya no ya a arriesgar una parte de su patrimonio sino a hacerle frente, aunque sea indirectamente, suena a broma de mal gusto, especialmente viendo el respaldo social con que contaría en la tarea. Por eso, el director general del IVF debe tener muy presente que, como ocurriera en València con el Valencia CF, si quiere "recuperar el efectivo", encontrar una solución al problema, tendrá que mirar hacia fuera. De hecho, es hacia ahí donde ahora 'los palmeros' de Ortiz tratan de generar confusión y fomentar la incertidumbre: "Más vale malo conocido que bueno por conocer", dicen, ya que el mensaje de "quién va a pagar las nóminas" no se lo traga ni el más indocumentado.
Que no se preocupen. Igual que a Ortiz y sus socios (hoy Ramírez, pero en el pasado Pitarch o Pina) no les pasamos una, también estaremos muy vigilantes con quienes quieran hacerse con el Hércules: de entrada, al IVF hay que exigirle que, como en el caso del Elche CF y Skyline International, obligue a los interesados no solo a acreditar sobrada solvencia, también a presentar un plan económico que permita no solo recuperar el dinero público sino capitalizar el club blanquiazul para que cumpla el centenario de vida sin asemejarse a una momia como ahora.