DESDE LOS CREADORES HASTA LAS SALAS DE CINE 

Nueve retos del cine valenciano para este 2019

Premios, festivales, profesionales, creadores… El ecosistema parece haberse creado, pero, ¿cuál es el siguiente paso?

3/01/2019 - 

VALÈNCIA. 2018 ha sido un año especialmente notable para el audiovisual valenciano. El derrotismo que se extendió hace ya cinco años tras el cierre de RTVV, que supuso una pérdida traumática de tamaño para el sector, parece haberse superado. Estos meses que acaban de pasar pueden haber supuesto el antes y el después de muchos males que han asolado históricamente a las producciones locales. Pero con el año recién estrenado y los ánimos y las cuentas públicas reiniciadas, ¿cuál es el siguiente paso para seguir avanzando en este sueño de ser un territorio de cine?

Cultur Plaza ha consultado con cuatro cineastas, dos mujeres y dos hombres, algunas de las claves de este año para el cine de aquí. Los perfiles son muy dispares entre sí: José Jaime Linares es un productor valenciano que en los últimos años ha empezado a trabajar a nivel estatal y que recientemente ha recibido un premio por su trabajo en El hijo. También es presidente de la Asociación de Profesionales de Producción Audiovisual. Giovanna Ribes es realizadora y productora de Tarannà Films, además de ser la presidenta de la asociación empresarial Productors Audiovisuals Valencians y la directora da la Bienal Dona i Cinema. Nacho Ruipérez es guionista y este año ha estrenado su primer largometraje como director, El desentierro, que ha sido toda una revolución en el audiovisual de la Comunitat. Finalmente, Eva Vizcarra es la responsable de Endora Producciones, encargada de diferentes proyectos de no ficción -especialmente dirigidos a televisión- que han sido premiados internacionalmente. La mirada de Vizcarra convence a la hora de contar la historia de casi cualquiera que se le ponga por delante, desde Renau hasta el barman del bar Chicote de Madrid.

El largometraje de ficción, la asignatura pendiente

En los últimos años, el audiovisual valenciano se ha sabido buen productor de largometrajes documentales (Five days to dance, Sueños de sal, Guastavino, el arquitecto de Nueva York), de cine de animación (tanto en cortometrajes como en largometrajes, la Comunitat exporta profesionales por todo el mundo) y también en cortometrajes de ficción (un tercio de las obras preseleccionadas en los Goya de este año eran valencianas). Pero el largometraje sigue siendo la gran tarea pendiente de los creadores locales. A pesar de que el año pasado se dio el hito de El desentierro de Nacho Ruipérez, el sector local no se atreve con un formato que necesita una logística y una financiación a escalas mucho más complejas que en los anteriores citados. En la Comunitat se cuentan grandes historias, pero si destacan de una manera, ¿por qué no hacerlo de otra?

La clave, así lo explica Nacho Ruipérez, está en ese riesgo que deben tomar las productoras a la hora de poner su dinero en un proyecto de largometraje. Pero propone un solución: "las coproducciones son el modelo a seguir porque hacen crecer el proyecto de maner exponencial y le dan más proyección a la cinta". Este regimen de coproducciones era prácticamente imposible sin una televisión pública, ya que "no había nada que ofrecer a la otra parte interesa", cuenta Eva Vizcarra.

La Acadèmia Valenciana de l’Audiovisual 

Desde su constitución el pasado mes de julio, la Acadèmia Valenciana de l'Audiovisual ha contado con el beneplácito de una parte muy importante del sector y de la generosidad de un IVC que le ha otorgado 70.000€ de dinero público para que se haga cargo de los premios del sector que celebraron este año su primera edición. La idea del equipo promotor, liderado por el compositor Pep Llopis es alcanzar un número de inscritos a partir de las tres cifras que les permita ser además de una buena idea, convertirse en el organismo más representativo de la Comunitat, además de ganarse la legitimidad para ser el trampolín de las creaciones valencianas al resto de España y más allá. Todo está por hacer aún.

Construir industria más allá de À Punt

"No es como fue hace años, pero estamos muy cerca de esa situación. Es como si un puñado de gente estuviera esperando a que caiga alguna naranja del mismo arbol, en medio de un huerto de naranjos". El paralelismo lo firma José Jaime Linares e intenta animar con este a buscar más allá de la televisión pública que ha echado a andar este 2018 y que es responsable de un cambio evidente de ánimo en el sector. El milagro ya está hecho, pero a diferencia de los panes y los peces, los 55 millones de presupuesto no son infinitos. ¿Se está generando una situación de excesiva À Punt-dependencia?

Siendo positivos, Linares explica que "no estamos como en la época de RTVV porque la generación de cineastas ha cambiado" y asegura que actualmente hay más productoras "jóvenes, empoderadas, arriesgadas y con ganas de hacer cosas diferentes". Por otro lado, Giovanna Ribes cree que À Punt es necesaria, no solo para co-producir, sino también para adquirir derechos de emisión que permitan tener una mayor independencia económica a las productoras, además de crear la costumbre de ver cine valenciano y darle más proyección a las producciones locales. 

Film Offices, un largo camino que se ha empezado a recorrer

Fue una de las principales demandas de los productores valencianos y las Film Offices (encargadas de gestionar y facilitar rodajes en diferentes localidades de la Comunitat) ha echado a andar con mucha más firmeza desde que se apostara esta legislatura en diferentes administraciones. Actualmente, existen decenas de Film Offices, entre las que destacan las de Benidorm, València, Peñíscola o Sagunt por la cantidad de rodajes que han conseguido atraer. Desde la PAV, según cuenta Giovanna Ribes, se pedía "un paraguas que unificara y regulara" todas las iniciativas locales y la respuesta llegó por parte de València Turisme, de la Diputación de Valencia. La Conselleria de Cultura no ha podido asumir esa competencia, algo que "sería positivo", según la misma Ribes. Queda mucho por hacer por parte de estas Film Offices, como darse a conocer entre el audiovisual valenciano, acostumbrado a la falta de ayuda de las Administraciones, o la búsqueda de un modelo concreto de rodaje para las ciudades.

Traer de vuelta a los cineastas patrios

Daniel Monzón, Sigfrid Monleón o Paco Plaza son algunos de los cineastas valencianos cuyas amplias aspiraciones en el mundo del cine les fueron borrando el apellido lugareño. A diferencia de otras comunidades autónomas, a la Comunitat le resulta muy difícil que no escapen algunos de los mejores talentos que nacen aquí. El optimismo con el que se empieza a vivir en el cine valenciano y los crecientes dolores de cabeza que supone rodar en ciudades como Madrid o Barcelona está inclinando la balanza para que algunos se planteen volver aquí. 

Sin embargo, no deja de ser algo anecdótico y el objetivo -así lo remarca Eva Vizcarra- "no es tanto que vengan equipos del resto de España a rodar aquí sino que los cineastas valencianos tengan el autoestima suficiente para saber que hay suficiente talento aquí y contar siempre con un elenco de intérpretes y equipo técnico local".

Exportar las producciones más allá de las fronteras autonómicas

Tal vez este sea uno de los retos más complejos, porque pregunta al propio sector cómo debe ser la proyección de la producción audiovisual local. Nacho Ruipérez lo tiene claro: "Hay que hacer todo tipo de cine y seguir contando historias con un carácter y unos personajes valencianos, pero que no renuncien a ser universales y no se conformen con tener aspiraciones locales". En ese mismo sentido, Eva Vizcarra apunta a "dejar a un lado el complejo de inferioridad que tenemos a veces y empezar a cuidarnos y a querernos un poco entre los cineastas valencianos". Y añade que "la fuerza con la que nos veamos dentro de la Comunitat será la que proyectemos fuera".

En este sentido, Giovanna Ribes apunta a que es negativo "estar pensando más en llegar a los Goya que en crear una industria estable que facilite y ponga de manera natural al cine valenciano en el lugar que merece". 

Ordenar un ecosistema de festivales

El ecosistema de festivales de la ciudad está en el punto de mira en 2019. Tras una "edición cero" organizada en pocos meses, La Mostra de València tiene mucho por demostrar en el que será su primer año con un presupuesto y unos tiempos mucho más normales para una cita que busca ser la referencia de la ciudad. No lo tendrá difícil si no se resuelve el conflicto que mantiene actualmente a Cinema Jove sin director, tras problemas administrativos que impiden renovar el contrato a Carlos Madrid, responsable de la cita las dos pasadas ediciones, y que mantiene el certamen en stand-by a seis meses de que se celebre.

El encaje y el carisma de Cinema Jove sigue estando en el aire edición tras edición, y siempre se ha especulado si debería ser absorbido por La Mostra de València. La pregunta que deberá hacerse el sector será la siguiente: ¿Vale más la pena contar con tantos festivales como se celebran actualmente a la ciudad con repercusión local o crear un macrofestival que pueda ser relevante a nivel estatal?

Crear una red de salas de cine independiente

Con el cierre de los Aragó y la transformación del proyecto Albatexas, el cine independiente en la tercera ciudad de España vuelve a concentrarse en muy pocas salas. València ha sido, históricamente, una ciudad donde los cines sobrevivían sin dificultad, pero la crisis se ha llevado a muchos por delante, y sobre todo, ha homogeneizado las carteleras, clónicas y generalmente poco arriesgadas. La Fimoteca, Cines Babel y Cinestudio d'Or son tres de las pocas ventanas en las que el espectador se puede asomar a miradas más arriesgadas, una situación muy lejos de ser satisfactoria para los cinéfilos locales, que vieron -por ejemplo- como Roma de Alfonso Cuarón (llamada a ser la película de esta temporada) se proyectaba en Madrid, Barcelona y... Málaga. 

La situación se vuelve más insólita cuando Valencia y Alicante ocupan -respectivamente- el tercer y cuarto puesto en el ranking de provincias con más espectadores en salas de cine. Con los datos en la mano la pregunta es, ¿no hay sitio para un cine más allá del blockbuster en València?

Y por supuesto, llenar las butacas

Lejos de cualquier pretensión valiente, todos los anteriores retos buscan este último, que es además el más complicado de todos: que la gente quiera, de forma natural, ver el cine que se hace en la Comunitat. Da igual el formato, el género o el presupuesto: llenar salas y sofás, y conseguir el vist-i-plau de público y crítica es el objetivo de cualquier film. ¿Será 2019 el principio de este camino? ¿Estará cerca la primera gran película valenciana que haga eso de poner al territorio en el mapa? Por ahora, estando en el tercer día de 365, poco más se puede hacer que trabajar mucho si se es cineasta, o al otro lado de la pantalla, pedirse unas palomitas, sentarse y esperar. 

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