las series y la vida

Mujeres creadoras: ellas también son showrunners

9/03/2019 - 

VALÈNCIA. Showrunner, en el ámbito televisivo, es la persona que crea una serie, y es guionista y productor/a a la vez. Es quien ostenta lo que entenderíamos por autoría de la obra, que en el cine es del director, pero que en la ficción televisiva es del guionista. Uno de los motivos por los que las series han alcanzado una importancia cultural tan grande hoy en día tiene que ver con la presencia de esta figura y el grado de autonomía y poder que ha alcanzado. Su presencia garantiza la coherencia de la ficción y el control sobre el universo narrativo creado, puesto que al ser guionista es quien escribe y toma las decisiones sobre la narración, pero al ser también quien produce, decide sobre los intérpretes y sobre el equipo técnico y artístico. Mad Men es de Matthew Weiner, Los Soprano es de David Chase, Breaking Bad es de Vince Gilligan. Es una figura muy desarrollada en el ámbito anglosajón y bastante menos en nuestra industria, aunque, conforme va cambiando la producción televisiva de nuestro país y las series se van diversificando, es cada vez es más habitual.

Y entre los showrunners hay unas cuantas mujeres que están detrás de algunas de las series más significativas y relevantes. Vamos a ver a algunas de ellas.

La más poderosa es Shonda Rhimes. Rhimes es mujer y negra, así que su éxito es muy relevante y la ha convertido en un referente. Ser la creadora de Anatomía de Grey, la longeva serie de médicos que mantiene, tras doce temporadas, una audiencia de más de 8 millones de espectadores por capítulo, la convierte en una figura indiscutible de la televisión. Con su productora, muy adecuadamente llamada Shondaland dado que su mundo es verdaderamente reconocible y personal, ha desarrollado su particular visión de un universo mestizo e integrador, en el que conviven gentes de todos los colores y orientaciones sexuales, y su gusto por el melodrama, las tramas rocambolescas e inverosímiles y los giros de guion loquísimos en series como el spin-off de Grey, Private practice, o Scandal y Cómo defender a un asesino (ambas protagonizadas por poderosas mujeres afroamericanas). Ha firmado un contrato con Netflix en el cual la compañía le ha dicho, más o menos, haz lo que te dé la gana.

En el terreno de la comedia tenemos unas cuantas mujeres creadoras de algunas de las series más importantes de los últimos años. Este es un campo en el que las mujeres fueron verdaderas pioneras y no hay más que recordar en la televisión de los inicios a creadoras como Lucile Ball, autora de la mítica telecomedia I love Lucy, Mary Tyler Moore, La chica de la tele o Carol Burnett con El show de Carol Burnett. Ahora, algunas de las grandes cómicas americanas continúan esta línea, tanto con shows que llevan su nombre como con otro tipo de series, no siempre sitcoms. Es el caso de la gran Tina Fey, responsable de Unbreakeable Kimmy Schmidt y de Rockefeller Plaza (30 Rock), uno de los hitos de la comedia actual. O Amy Schumer con Inside Amy Schumer; Mindy Kaling con The Mindy Project y The office, de la que fue guonista y productora ejecutiva en varias temporadas, como lo fue Amy Poehler de Parks and recreation y ahora una de las creadoras de Muñeca rusa.

Lena Dunham es uno de los nombres que inmediatamente vienen a nuestra cabeza cuando hablamos de mujeres showrunners, no solo por ser la creadora de Girls, una de las series más importantes de los últimos años, sino porque hay un mundo Dunham que reconocemos, una forma de ver el mundo, una mirada que convierten a la joven guionista, productora y directora en una autora con todas las letras.

Desmontar los clichés de la representación de las mujeres en nuestra cultura y ciscarse en los principios del amor romántico parece unir a muchas de estas creadoras; Dunham no está sola. En Inglaterra tanto Phoebe Waller-Bridge, creadora de Fleabag, como Sharon Horgan, autora de Catastrophe, dos joyas que no hay que perderse, se centran en estas cuestiones y construyen sendas ficciones imprescindibles para entender la complejidad del deseo, qué diablos es eso que llamamos amo y la dificultad de conciliar la libertad con las exigencias de nuestro mundo actual. Waller-Bridge es, además, la autora de uno de los grandes éxitos recientes, Killing Eve, con dos protagonistas femeninas (policía y asesina) bastante inclasificables y una vuelta de tuerca muy particular al thriller.

Más mujeres tanto en la creación como en la ficción. Jenji Kohan es la creadora de Weeds, aquella serie sobre un ama de casa que cultiva marihuana para poder salir adelante y, sobre todo, de Orange is the new black, una vuelta de tuerca asombrosa al género carcelario y un hito en la representación de las mujeres en la ficción, con su diversidad y su colección de personajes inolvidables. También es la autora de otra serie bastante inclasificable y sorprendente como GLOW, sobre un grupo de mujeres que en los años ochenta se dedicaron a la lucha libre.

Otra de las grandes creadoras del momento es Amy Sherman-Palladino, primero con Las chicas Gilmore y ahora con The marvelous Mrs. Maisel, una de las series del momento. Sus ficciones están llenas de mujeres inteligentes, que piensan y hablan rapidísimo y que batallan por conquistar su identidad en mundos aparentemente amables y coloristas pero en los que no es fácil sobrevivir. Sus series, como sucede con algunas de las que hemos citado, a veces aparecen tildadas como “de mujeres”, solo porque están protagonizadas por personajes femeninos que no se dedican a disparar, matar, conquistar o competir. Según esa lógica, “serie de mujeres” implica un público de mujeres porque son relatos protagonizados por ellas en entornos más o menos domésticos y centrados en la convivencia y las relaciones entre los personajes. Si cogen armas, disparan, conducen rápido y hay persecuciones ya no es una serie de mujeres. Fleabag, Girls o Las chicas Gilmore lo son, Killing Eve u Orange is the new black no. Porque ya se sabe que “series de hombres” no hay, que las protagonizadas por hombres son para todos y todas y cuentan historias universales. Parece que a nadie se le ocurriría tildar así, “serie de hombres” a Breaking bad o True detective, aunque a mí ganas no me faltan.

Claro que si titulas a tu serie The good wife corres el riesgo de que las mentes estrechas, de las que hay muchas más de las que pensamos, digan eso de uf, otra serie de chicas, aunque lo que hayas construido sea una de las mejores ficciones de los últimos años, cargada de política y sin escatimar ninguno de los grandes debates de nuestro tiempo y exponerlos con una complejidad que ya quisieran algunos sociólogos. The good wife es una creación de Michelle King, junto con su marido Robert King quienes, bajo la apariencia banal de un procedimental de abogados se marcaron una serie inclasificable y extraordinaria. Y no solo eso, han continuado la labor con The good fight, spin-off de la anterior que es casi mejor que su antecesora. Y protagonizada, atención, por una sexagenaria, una lesbiana y una afroamericana, a ver quién da más.

En el terreno del thriller unas cuantas mujeres están dejando su huella y, además de ofrecer series excelente, renovando los personajes femeninos. Aquí tiene un puesto de honor la inglesa Sally Wainwright con Happy Valley, otra de esas series que no hay que perderse y con protagonista femenina singular e inolvidable. O Veena Sud, la showrunner de The killing, versión USA de la danesa Forbrydelsen, que también nos proporciona otro personaje femenino de antología. Nos quedamos sin espacio. Y aún faltan unas cuantas mujeres autoras de series que han roto moldes y han hecho avanzar el mundo de la ficción televisiva. Melissa Rosenberg con Dexter o Jessica Jones, Ilene Chaiken con The L World o Empire, Jill Soloway con Transparent y I love Dick, Lisa Joy con Westworld… 

Y vamos a acabar recomendando un libro. Si quieren saber más de estas y otras mujeres que están cambiando las cosas, hace unos meses Alpha Decay ha publicado el libro de Joy Press, Dueñas del show. Las mujeres que están revolucionando las series de televisión. Esencial para percatarnos de que esto no es una moda y de que ya no se trata de excepciones. Han llegado para quedarse. Estas y las que vendrán. Ni un paso atrás.

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