El próximo martes, 4 de mayo, tenemos elecciones en la Comunidad de Madrid, como es posible que usted ya sepa. De hecho, es casi imposible que no lo sepa, porque los medios de comunicación llevan meses bombardeándonos con estas elecciones de ámbito regional; pero no se preocupe, que cuando pasen las elecciones ya encontraremos nuevos motivos para seguir hablando de Madrid, como sucedía antes de convocarse las elecciones. ¡Quién les iba a decir a los murcianos que Isabel Díaz Ayuso les iba a robar su momento de gloria con la moción de censura, apropiándosela y reenfocando la atención pública, de nuevo y una vez más, en Madrid!
De hecho, si usted no sabe que hay elecciones en Madrid el martes tal vez sea debido a que piensa que se trata de unas elecciones generales. No en vano, se presenta Isabel Díaz Ayuso, la líder de la oposición a Pedro Sánchez desde que comenzó la pandemia e indiscutible valor en alza de la derecha española; se presenta Pablo Iglesias, líder máximo de Unidas Podemos; y se presenta... un momento... ¿quién ese ese señor que aparece en el cartel electoral del PSOE? ¿Por qué tiene esa cara que parece que acaba de salir de un largo sopor? ¿Dónde está Pedro Sánchez?
En fin; llevamos meses escuchando todo tipo de informaciones y análisis sobre Madrid y espero que, en consecuencia, sepan perdonar el seguidismo al que también contribuyo desde esta humilde columna. Porque el caso es que lo que pase en Madrid, como siempre, tendrá grandes consecuencias sobre la política española. Por un momento pensamos que lo mismo sucedería con Cataluña, pero ahora las elecciones catalanas, con el pésimo resultado del centroderecha (Ciudadanos) y la derecha (PP), frente al ascenso de la ultraderecha (Vox), y la recuperación de la hegemonía en el españolismo por parte del PSC, parecen un vago recuerdo.
¿Y qué pasará en Madrid? Pues siempre puede pasar cualquier cosa, nada está escrito, puede haber sorpresas, etc., pero visto cómo ha transcurrido la campaña apostaría por una victoria clara de Isabel Díaz Ayuso que le permita gobernar, sin dificultades, con Vox. Cosa que a buen seguro hará, dado que el 78% de los votantes del PP de Madrid están encantados con esa perspectiva. Y es que puede que en otras comunidades autónomas (de hecho, en la mayoría de las comunidades autónomas) el votante medio conservador no esté cómodo ligando su destino con Vox; pero la derecha madrileña eso lo tiene claro. Lo primero es lo primero.
Si estos resultados, esta mayoría absoluta de PP y Vox, que auguran todas las encuestas salvo el CIS, se consuma, tendremos ocasión de asistir a una nueva etapa de "lucha de la izquierda frente a la ultraderecha", en la que la izquierda se manifestará escandalizada por las alianzas de Díaz Ayuso con Vox... como si fueran dos proyectos incompatibles, y no -con matices- el mismo proyecto. Así, podremos hablar un poco más de Madrid a la espera de que el relato cambie hacia la previsible matraca de la derecha exigiendo la dimisión de Sánchez y la convocatoria inmediata de elecciones, un "Váyase, señor González" actualizado y motivado por la victoria de la derecha en Madrid.
Puede suceder un milagro, pero lo normal es que los milagros no ocurran. Sobre todo, en unas elecciones. Y en unas elecciones normales, hoy por hoy la Comunidad de Madrid es el principal granero electoral de la derecha española, y además constituye una derecha muy beligerante con el gobierno central, como sucede siempre que en La Moncloa manda el PSOE. Se trata de una estrategia de victimización-polarización que está muy vista (en la Comunidad Valenciana la aplicó Paco Camps durante casi todo su mandato, con notable éxito), pero que se sigue empleando por una razón muy sencilla: funciona.
Ser de izquierdas en la Comunidad de Madrid no es fácil... Como no lo fue, durante décadas, en la Comunitat Valenciana. En 2015, aquí la izquierda logró un vuelco completo (en la Generalitat Valenciana y también en los ayuntamientos de Valencia, Castellón y Alicante; la derecha sólo mantuvo la diputación de Alicante y una pequeña parte de los ayuntamientos en los que gobernaba), mientras en Madrid sólo conseguían hacerse con el ayuntamiento de la capital, pero no con la comunidad autónoma. Cuatro años después, en 2019, la derecha mantuvo la Comunidad de Madrid (por poco, pero la mantuvo), y recuperó el ayuntamiento. En Valencia, en cambio, la izquierda logró (en líneas generales) mantener posiciones.
También es verdad que, al menos, en la Comunitat Valenciana, cuando se ha producido un vuelco, no hemos asistido al espectáculo de la revelación que han vivido algunos diputados de izquierdas ante la necesidad de escoger entre "socialismo o libertad"; diputados que (en 2003, en la Comunidad de Madrid), escogieron libertad frente al socialismo (la cosa tuvo mérito, porque eran militantes del Partido Socialista), y de paso incorporaron al vocabulario español la voz "tamayazo". Ese es un handicap añadido de la izquierda madrileña; que, si les da por ganar alguna (otra) vez, lo primero que tienen que hacer es mirar entre sus filas, no sea que alguien tenga súbitas incompatibilidades con el "socialismo" al que ha pertenecido toda su vida.
Veremos qué sucede el martes, pero a juzgar por las encuestas y por las voces de la campaña hay una apreciación que me parece muy relevante: la entrada de Pablo Iglesias en dicha campaña posiblemente logre que Unidas Podemos entre en la Asamblea de Madrid... Pero nada más. Tanto Más Madrid como su candidata, Mónica García, han demostrado una gran solidez y suficiente visibilidad mediática. Recordemos que cuando Iglesias anunció su irrupción planteó una candidatura conjunta con Más Madrid, en lo que parecía (y pretendía ser) un clarísimo abrazo del oso para intentar recuperar a los díscolos de Podemos. Pero en Más Madrid resistieron sin problemas el envite, y también la tentación de contraponer, al líder máximo de Podemos, el líder máximo de Más Madrid: es decir, Pablo Iglesias contra Íñigo Errejón.
Dos meses después, y a la espera de los resultados, puede decirse que acertaron de pleno manteniendo a Mónica García como líder, que además era lo lógico y normal, dada su trayectoria de oposición a Ayuso (mientras Gabilondo desaparecía durante meses). Muy posiblemente, Más Madrid quede por delante de Unidas Podemos, como ya sucediera en las autonómicas de 2019, pero con la sutil diferencia de que entonces en Más Madrid el cabeza de cartel era el "líder máximo" y en Unidas Podemos no. Y ahora, aunque sea al revés, posiblemente sucederá lo mismo. Con ello, Más Madrid podrá aspirar a convertirse en la alternativa más vigorosa de la izquierda en esta comunidad autónoma, y tal vez más allá. Después de todo, ya sabemos que aquí lo importante es, como siempre, Madrid.