Compromís prefiere "montar un pollo" a Rajoy antes que utilizar sus escaños en el Congreso para tratar de sacar partido de los Presupuestos, como están haciendo el PNV y los canarios
Leído en la prensa valenciana: El Ministerio de Fomento ejecuta hasta en seis ciudades el soterramiento de vías que frena en València; De la Serna proyecta en Bilbao una estación en dos niveles como la que se ha aparcado para el Parque Central de València; Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga y Tenerife tienen un contrato programa para el transporte que el Gobierno niega a València; cada valenciano recibe del Estado 258 euros menos que la media del resto de españoles; Fomento asume la deuda de 400 millones del soterramiento de vías de Valladolid y se niega a hacer lo propio con la deuda de la Marina (ex)Real de València; el Gobierno considera inviable el Tren de la Costa y no aplica el mismo rasero al costosísimo AVE a Galicia; el Palau de les Arts recibirá 423.000 euros, frente a 8,7 el Teatro Real, 6,8 millones el Liceu y 1,6 el teatro de La Maestranza de Sevilla; Fomento paga una obra de alta velocidad en Madrid con fondos europeos destinados al Corredor Mediterráneo, etcétera.
No hace falta pensar mucho para llegar a la conclusión de que culpa de todos estos agravios no es de Mariano Rajoy, ni de Íñigo de la Serna, ni siquiera del denostado Cristóbal Montoro. La culpa es de los representantes políticos valencianos, nuestra clase política, que no sabe arrancar al Gobierno lo que en otros territorios sí consiguen.
Por eso, cuesta entender que Josep Vicent Boira sea el primero que alienta la publicación de estos agravios en la prensa y en Twitter con un fervor que comparte una legión de valencianos indignados, entre los que no faltan otros diputados o altos cargos de la Generalitat, como la mismísima Mónica Oltra.
¿Piensan que los ecos del pollo que vamos a montar llegarán más allá de Requena?
Uno se pregunta si nuestros representantes, tan hábiles en las redes sociales como lo fueron en la calle cuando estaban en la oposición, tienen en cuenta que la política hace extraños compañeros de cama, como dijo Charles Dudley Warner hace siglo y medio. Es la vieja política, la de toda la vida, la que obliga a dormir con el enemigo que tiene la sartén por el mango. La del PNV, por ejemplo.
La sartén por el mango la tiene Rajoy desde 2012, pero ahora no la controla del todo y necesita compañeros de cama para sacar sus Presupuestos adelante. Vascos y catalanes se han acostado con González, Aznar y Zapatero en ocasiones como esta sin ningún tipo de pudor ni complejo a la hora de exhibir sus trofeos. Esos trofeos eran, además, votos en sus territorios, más de los que pudieron perder por sostener a un partido nacional en el Gobierno central.
Esto que parece tan básico no lo quieren entender destacados miembros de la coalición Compromís, que creen que la solución es "montar un pollo para que el Gobierno haga caso", como dijo Oltra el viernes. ¿Lo creen de verdad?
¿Creen que la carta de Enric Morera a los diputados y senadores valencianos tiene algún efecto que no sea propagandístico? ¿Piensan que los ecos del pollo que vamos a montar llegarán más allá de Requena? ¿Han echado un vistazo, por curiosidad, la prensa local de otras comunidades, llenas también de agravios y de dirigentes regionales que amenazan con cantarle las cuarenta a Rajoy si no repara sus injusticias? ¿Han mirado las teles y diarios nacionales, donde quitando el de Cataluña no hay rastro de pollos autonómicos?
Montar un pollo es lo que hicieron Francisco Camps y Rita Barberá entre 2004 y 2011 para que Zapatero les hiciera caso, con gran aparato presupuestario y mediático. Fue un éxito sin paliativos. ZP pasó a ser el enemigo de los valencianos, el presidente que nos negaba el agua, el AVE –"¡tarde!", dijeron cuando llegó–, la financiación justa, etcétera; Zapatero, el presidente que nos tenía manía. El Notícies 9 era un catálogo de agravios y algunos medios privados no se quedaban atrás. Fue todo un éxito para Camps y Barberá, el PSPV se hundió en la Comunitat y el PP sumó más votos que nunca. Pero de forment, ni un gra.
Hacer política no es montarle un pollo a alguien con el que uno puede sentarse a negociar
A lo peor, el objetivo de Compromís es ganar las elecciones de 2019 a la manera del PP antes que solucionar los problemas. O sumar adeptos a la causa nacionalista cultivándola en el caldo de la ofensa. Pero hay una diferencia: Camps puede alegar que no tenía forma de convencer a Zapatero y que aprovechó su impotencia para fustigar al PSOE. Compromís no puede alegar eso porque con sus cuatro diputados tiene una oportunidad única para obligar a Rajoy a dar contrapartidas, gracias a una aritmética parlamentaria que puede no repetirse en 40 años. Así también se ganan votos, probablemente con la conciencia más tranquila.
Hacer política no es montarle un pollo a alguien con el que uno puede sentarse a negociar; no a pedir, a negociar. El papel de agitación le corresponde a la sociedad civil, sean los empresarios de AVE, los sindicatos, los agricultores, ese lobby ciudadano de izquierdas aún embrionario o los medios de comunicación. Pero un pollo, no lo olviden, se le monta a quienes pueden arreglar las cosas, se llamen Rajoy, Puig, Oltra o Baldoví.