VALÈNCIA. La vicepresidenta del Consell rememora cuando de pequeña venían desde Alemania a estar con la familia y recuerda como sus veranos de juventud suponían juntarse todos los primos y colaborar en la construcción de la caseta. Actualmente apenas unos días para viajar o visitar a la familia.
-¿Cómo recuerdas los veranos de tu infancia?
-Es el verano que mejor recuerdo tengo, soy hija de inmigrantes y vivíamos en Alemania, así que nuestros veraneos significaban venir a ver a la familia. Allí era una aspiración veranear en España y para nosotros era habitual porque suponía venir seis semanas a estar con los nuestro, mis abuelos que nos recibían con toda la ilusión del mundo.
-¿Dónde era ese encuentro familiar?
-Siempre llegábamos a casa de mi abuela Encarna y mi yayo Emilio donde todos nos esperaban, y dormíamos en casa de mis abuelos. A mí me encantaba ir al Saler, porque estábamos en la playa y luego comíamos en la pinada. También íbamos mucho a Pinedo, recuerdo aquellos chiringuitos con las sillas de enea pintadas de colores. Recuerdo que mis tíos tenían un R6 y llevaban ahí a sus cinco hijos y a veces iba con ellos porque mi prima Mónica ha sido siempre una amiga inseparable, estudiamos juntas la carrera, tuvimos un despacho.
-¿Un verano muy familiar y tradicional, siempre en la playa?
-Mis tíos y mis padres se compraron unos terrenos en Godelleta y durante muchos años los veranos era juntarnos todos los primos y poco a poco construirnos las casas. Lo pasábamos en grande juntos, de hecho, lo primero que se construyó fue una balseta y ahí nos metíamos hasta trece primos, pero incluso antes de tenerla recuerdo bañarnos en pasteras o bidones de agua que se usaban para la obra.
-Aquellos veranos donde con cualquier cosa se era feliz, ¿verdad?
-Tanto que te diré, recuerdo ser muy feliz con muchos primos en la casa, con el suelo sin acabar echando agua para quitar el polvo y poner colchones para dormir. Siempre estábamos de obras para finalizar la casa. Y éramos felices y lo pasábamos bien.
-Llega la adolescencia y vuelves a España, ¿cómo son esos veranos?
-Nos volvemos a España a vivir, los fines de semana y veranos eran en Godelleta, poco a poco íbamos construyendo la casa, sin duda lo primero el paellero y la balsa. Como éramos muchos primos la pandilla era con ellos, disfrutábamos de las verbenas de los pueblos cercanos y recuerdo un karaoke en Montserrat donde lo pasábamos genial. También muchos veranos fuimos a casa de mi abuela materna en Paterna, junto al tiro de pichón.
-En tus veranos las obras han tenido una curiosa presencia.
-He estado rodeada de obras desde pequeña: hacer pasteras, cargar hormigonera, nivelar suelos, lucir una pared…Te diré más, un amigo se compró una ruina en el Pirineo Aragonés, en una zona preciosa, una aldea en el vértice de la montaña donde también fui al inicio cuando se estaba reconstruyendo y más obras, es como una vida en construcción; y a día de hoy sigo yendo, aunque ya convertida en una preciosa casa rural y donde además se organiza la muestra de cine más pequeña.
-¿Es ese un lugar donde vas a desconectar?
-Totalmente, de hecho, la última vez fue tras las elecciones autonómicas, me fui tres días para relajarme y recargar las pilas, buscando el silencio después de tanto ruido. Es un paraje maravilloso, un espacio natural que ofrece mucha paz y silencio, un sitio paradisiaco.
-¿Y cómo recuerdas los veranos en la época universitaria?
-Realmente yo trabajaba y estudiaba, en este orden, tenía que estudiar en verano para examinarme en septiembre, porque durante el año trabajaba, vivía independizada desde los 19 años y recuerdo esos veranos estudiando en el piso con un calor terrible, y mi gato persa Manolo era mi única compañía, se acostaba encima del libro. Para evitar el calor, estudiaba de noche y dormía de día, en aquella época era muy búho, pero actualmente soy más alondra.
-¿Tus veranos cambian con el matrimonio o con la maternidad?
-Con ambas cosas, cuando me casé los niños marcan la pauta, los veranos pasan a tener una agenda de actividades infantiles, desde las clásicas visitas a Terra Mítica o Bioparc, algunos días a Godelleta, también a los Pirineos y todo el tiempo enfocadas a los pequeños. Cuando la familia creció tuvimos que preocuparnos de los niños más pequeños, nos los llevamos a París donde un amigo que estudiaba en Cordon Blue nos invitó a su apartamento, estaba en el centro mismo y mi hijo pequeño iba en mochila, visitamos todo, lo pasamos genial y de hecho este queremos volver toda la familia.
-Siempre has estado implicada en política, pero desde que eres vicepresidenta, ¿cómo son tus veranos?
-No ha habido ninguno que juntara más de quince días, el cargo y sus obligaciones requieren de muchas horas y por ello intento escaparme unos pocos días a los Pirineos. Por supuesto los fines de semana visito a mi familia en Godelleta, y algo que intento no perderme son las fiestas de Villatoya en Albacete por la Virgen de agosto, allí tengo unos primos y suelo pasar con ellos unos días.
-Por lo que veo eres más de veranos tradicionales y familiares, pocos viajes.
-Alguna vez hemos viajado, el que más me impactó fue un viaje a Egipto donde estuvimos 10 días, fue tras el estallido de la guerra en Afganistán, nos tocó época del Ramadán. Me fascinó el patrimonio cultural, el desierto, el Nilo, fue una experiencia de gran impacto que siempre recordaré, me gusta mucho el turismo para visitar patrimonio, recorrer muchos lugares y conocer la historia de los sitios que nos ayuda a entendernos, a ubicarnos dentro de la historia.