La Teta Calva estrena su nueva obra, 'Qué pasó con Michael Jackson', en el Teatre El Musical
VALÈNCIA. No hay juguete roto de piezas más sobadas que las de Michael Jackson. El rey del pop fue pasto de morbo mediático desde que su mullida melena afro destacara sobre la de sus hermanos, no por estatura, sino por carisma, con tan sólo cinco años. Desde su incorporación a los Jackson Five y hasta su muerte a los 50, los flashes no se apartaron de su rostro mutante. Ni enterrado ha dejado de generar titulares, controversia y dinero. Según Forbes, el pequeño de la saga de músicos prodigio es el cadáver más lucrativo del mundo, con ganancias que superan los 75 millones de dólares. Que si un espectáculo de Cirque du Soleil en Las Vegas, que si un disco de grandes éxitos, que si una subasta de memorabilia...
El hogar de los integrantes de La Teta Calva, María Cárdenas y Xavo Giménez, es uno de los millones en el mundo donde los aparatos de reproducción de música todavía le rinden culto. Y no han sido pocas las veces que esta compañía, con especial inclinación por personajes perdedores, ha acariciado la idea de indagar en la figura del mayor de los triunfadores. Su momento ha llegado ahora, después de que Cárdenas se alzase con el premio Max como autora revelación y de que sus obras hallan sido destacadas con galardones en los festivales de Alcoi y Huesca. Es ahora que, aparentemente, ellos mismos han alcanzado el éxito, cuando llega el momento de echar sal en la herida de la fama.
“Nos apetecía reírnos de que alguien nos considere mejores artistas por tener premios. Le hemos damos la vuelta y hemos excavado en la leyenda de la persona más famosa del planeta, a modo de distorsión para hablar de tipos normales y corrientes como los que integramos La teta calva”, explica Giménez, que ejerce de director de Qué pasó con Michael Jackson, programada los próximos 2 y 3 de febrero en el Teatre El Musical.
La obra contrasta la genialidad del intérprete de Beat It, Billie Jean y Thriller con la mediocridad del ciudadano medio. Es una comedia macabra sobre la necesidad de sentirse queridos y admirados, desorbitada hoy en día por el uso de las redes sociales. Su trío protagonista, interpretado por Xavo Giménez, Verónica Andrés y Carles Sanjaime, expone la vulnerabilidad y la autoestima inestable que se derivan de las ansias de reconocimiento.
El texto, escrito a pachas entre Xavo y María, tiene tintes documentales, pero los menos fiables del mundo, internet. La intención es jugar con los límites de realidad y ficción, de verdad y mentira. “Cuando indagas en teorías conspiranoicas sobre ciertos personajes, se genera la duda, la risa, la mofa, e incluso la curiosidad, que es lo que más interesa provocar en un teatro”, se justifica Giménez.
Tampoco nos hallamos ante un musical de Michael Jackson. A lo largo de la representación, en ningún momento se escuchan la voz o las canciones del artista merecedor de 13 Premios Grammy. Sí en cambio la de varios músicos del sello discográfico con el que hizo sus primeros pinitos, la Motown. Suenan temas de Sam Cooke, Percy Sledge, Donny Hathaway, Otis Redding… las melodías soul de los años cincuenta, sesenta y setenta que, seguramente, acompañaron a Jacko durante su infancia.
La música está muy presente. De hecho, hay dos micros sobre el escenario, pero, principalmente, palpita en el montaje a nivel del tempo y del ritmo de la representación.
Como antes sucediera con su espectáculo Penev, en referencia al ex futbolista y entrenador búlgaro del Valencia C.F., la elección de Jackson para titular el montaje responde a una filia personal. Pero ese guiño mundano se desliza hacia reflexiones de calado social. Es la marca de la casa Calva.
“La figura nos interesa por su música, pero sobre todo por la fragilidad del tipo más famoso del planeta. Nos hemos preguntado qué se esconde detrás de un dios, y es mucho miedo y mucha soledad”, apunta el director de la obra.
El icono de la música pop revolotea sobre un relato protagonizado por dos hermanos distanciados por las ansias de uno de ellos “de agradar al mundo”. También era una pareja fraternal la protagonista del anterior montaje de La Teta Calva, Síndhromo. “María es una enamorada de las familias. Le gusta mucho trabajar con los vínculos familiares y con cómo los clanes se van deshaciendo a menudo por la obsesión de llegar cada día más lejos en tus objetivos profesionales, lo que te lleva a abandonar los personales”, aclara Giménez.
La compañía es el resultado de la fusión de dos formas de escribir que han casado muy bien. De hecho, Xavo secunda esa querencia de su pareja por los parientes como materia prima para las tablas: “La familia es un temazo para el teatro, porque es un volcán en constante erupción”.
Y si encima avivas esa lumbre con la gasolina de las redes sociales, cuentas con un buen fogonazo escénico.
Según el estudio de 2013 Envy on Facebook: A Hidden Threat to Users' Life Satisfaction? (Envidia en Facebook: Una amenaza escondida para la vida satisfactoria de los usuarios), una de cada tres personas se siente peor y más insatisfecha con su vida tras visitar las redes sociales. Esto es así porque hoy día vivimos una competición salvaje para ver quién obtiene mayor beneplácito. “Ya no nos basta el pulgar, sino el corazoncito. No queremos gustar, sino encantar”, ahonda Giménez.
No es algo nuevo. Siempre ha sido así. Como subraya el dramaturgo, “esto nos viene desde pequeños, desde que en el colegio nos dan la primera medalla de oro, plata o bronce por ganar una vuelta al patio”.
Parte del caldo de la obra es la educación familiar. Como, desde la infancia, se ansía que los hijos estudien en el mejor colegio, cursen la mejor carrera, se emparejen con el mejor novio. “Las carreras están pensadas para conseguir grandes profesionales y no grandes personas”, lamenta el autor, cuya hija de seis años tiene su primer examen esta próxima semana. “Es abominable. Con tan poca edad y ya les meten en el cuerpo el miedo al fracaso”.
Toda la vida hemos vivido marcados por el éxito, pero con las redes sociales está dinámica ha alcanzado cotas de desmesura y descontrol.
La obra habla del peligro de la gloria y del influjo de Twitter, Facebook o Instagram en avivar la obsesión por ser el mejor.
De ahí que La Teta Calva mida el auge y caída de Michael Jackson con el apogeo de los youtubers e influencers, la cara mundana actual del triunfo. “Hay un paralelismo entre los dioses del Olimpo y los de polígono, estos tipos de a pie que consiguen el éxito rápido y fácil, sin el menor esfuerzo, por el simple hecho y ganas de gustar a los demás y ser querido”, detalla Xavo.
El actor, músico, dramaturgo y director alerta sobre los peligros implícitos para los colegas que ejercen su oficio. “Sin darnos cuenta, nosotros mismos nos hemos convertido en parte de esa fauna. Miramos el teléfono 24 horas al día, estamos pendientes de las entradas que hemos vendido y nos obsesionamos hasta el punto de abandonar nuestra capacidad y nuestro sentido de ser: artistas que tienen que hacer teatro”.
La obra está bien trufada de sarcasmo y paralelismos en los que se desenmascaran los mecanismo para alcanzar el éxito, tanto en la vida, como en el trabajo. Y es en esa capacidad de reírse de sí mismos y en esa actitud alerta donde se haya el antídoto. De hecho, ahí está la realidad local para recordarles su vulnerabilidad.
Su propuesta fue una de las afectadas por la cancelación en septiembre del año pasado de las producciones y coproducciones con las que se había comprometido Las Naves. No obstante, a pesar del recorte de 15.000 euros en los planes iniciales, Qué pasó con Michael Jackson nunca peligró. El equipo afrontó el trabajo en las condiciones habituales. Esto es, precarias. “Ha sido más un puñetazo a todas las compañías valencianas. El Espai Mutant contaba con una línea de programación y un trato con los profesionales exquisitos. Era una puerta abierta a las nuevas dramaturgias y al teatro contemporáneo valenciano. Así que las personas que han decidido que no se debía seguir por ahí son responsables de poner una piedra más en el zapato del camino que se estaba construyendo. En esta ciudad, vamos dando palos de ciego”.
La Teta Calva puede estar viviendo un momento dulce, pero no han elevado ni un centímetro sus pies del suelo.
La compañía La Zaranda presenta su obra ‘Manual para armar un sueño’ en la que reflexiona sobre los personajes “olvidados en el fondo del espejo” que se desvanecen entre camerinos y que notan el paso del tiempo sobre su piel. Una obra sobre el cansancio vocacional que podrá verse en el Teatre El Musical los días 26 y 27 de mayo