VALÈNCIA. El Consell anuncia la creación del Bono Cultural Valenciano para combatir los efectos del IVA cultural. De esta forma comunicaba la Conselleria de Cultura la puesta en marcha del bono cultural, una medida generada para potenciar la desgravación del 21% del IVA en los sectores de las artes escénicas, la música y el cine, para cuya puesta en marcha la administración incidía en que se firmarían distintos convenios con entidades públicas y privadas. “La cultura no es un lujo y esta medida es pionera en el Estado”, explicó entonces el conseller, Vicent Marzà, quien anunció el proyecto junto al President de la Generalitat, Ximo Puig. Lo hicieron en octubre de 2016, hace ahora dos años, momento en el que fijaron como previsión que, gracias al bono, el gasto de los valencianos en cultura aumentaría en 2,5 millones de euros, una medida que “emana del Plan Estratégico Cultural para aumentar el consumo cultural hasta en 200 millones de euros por parte de la ciudadanía hasta el 2020”, comunicaron desde la conselleria.
No fue, sin embargo, hasta diciembre de 2017 cuando, a través del Institut Valencià de Cultura (IVC), se puso en marcha el bono… aunque solo en los espacios dependientes del IVC. Dos años después todavía está por aplicar en su totalidad el proyecto. Con su impulso parcial el pasado año, la administración justificaba el vacío de espacios privados anunciando que “durante 2018 se irán estableciendo en otros espacios privados y públicos que lo soliciten mediante convenios”. Tic, tac. Durante cuatro meses, el conseller ha escurrido el bulto escudándose en una próxima presentación oficial en la que se detallaría qué espacios forman parte definitivamente del proyecto. Lo hizo en julio, durante la presentación del balance de Fes Cultura, y en septiembre, en la presentación de los premios de las artes escénicas.
En ambas ocasiones, cuando fue interpelado por esta cuestión, declinó responder justificando que se realizaría próximamente un acto para detallar qué espacios se suman al proyecto. En la segunda ocasión, el 5 de septiembre, añadió que se están “cerrando convenios”. Un año después de la puesta en marcha del bono cultural en espacios públicos, en cualquier caso, la intención de conselleria, a través del Institut Valencià de Cultura, es presentar el listado de espacios privados que se han sumado a la iniciativa antes de que finalice el año, con lo que no sería hasta 2019 cuando se pusiera en marcha -en el mejor de los casos- el bono tal y como se planteó en un primer momento.
Pero, ¿cómo funciona el bono? La medida está dirigida a los valencianos con una renta inferior a 50.000 euros, que se podrán desgravar hasta 150 euros en bonos culturales al año. La manera de proceder será que cada ciudadano que quiera beneficiarse de esta medida deberá facilitar su número de DNI en los teatros, cines y salas de música y conciertos de todas las comarcas valencianas que se acojan a los convenios que firme el Institut Valencià de Cultura. Para poder disfrutar de los descuentos, las personas que adquieran los abonos deberán facilitar sus datos personales y el número de DNI. Así, en el borrador de la declaración de la renta del ciudadano o ciudadana aparecerá automáticamente la cantidad desgravada por la adquisición del abono. Por el momento se desconoce el número de personas que lo ha adquirido.
Del bono... a la tarjeta cultural
Con el bono todavía por aplicarse al 100%, esta año se suma otra promesa de similar objetivo y sobre la que todavía no se conocen concreciones al respecto. Se trata de la tarjeta cultural. Ximo Puig anunció el nuevo proyecto durante el Debate de Política General, celebrado en septiembre, siendo la única medida de ámbito cultural de un paquete de 35 nuevos proyectos. Si bien el bono cultural está pensado para desgravarse en la declaración de la renta el porcentaje del IVA correspondiente del coste de los abonos culturales para teatro, cine y música, la tarjeta está pensada para subvencionar la compra de productos culturales. Es el País Vasco uno de los territorio en los que desde hace años funciona, con la primera experiencia en 2009. Pero, ¿cómo funciona? La tarjeta se podía adquirir a través de las entidades bancarias participantes por un precio de 25 euros, tarjeta que podía ser canjeada por bienes culturales –libros, entradas de cine, etc- por un valor de 40 euros en los espacios previamente adheridos a la campaña.