CRÍTICA DE CINE

'Lo tuyo y tú': un chispeante juego de máscaras

14/04/2017 - 

MADRID. El mejor amigo de Youngsoo le dice que han visto a su novia Minjung montar un escándalo en la calle tras emborracharse con un desconocido. Cuando Youngsoo le pide explicaciones a Minjung, ésta niega todas las acusaciones que las malas lenguas han vertido sobre ella y abandona a su pareja por celoso.

En la siguiente escena, vemos a Minjung bebiendo con un hombre que dice conocerla, pero ella niega su identidad y asegura no saber quién es esa tal Minjung. Más tarde dice que es su hermana gemela. La escena se repetirá en varias ocasiones con otros hombres, mientras Youngsoo busca a su amor desesperado por las calles arrepentido por haberla cuestionado.

El (exitoso) método Sang-soo

El cineasta surcoreano Hong Sang-soo ha dedicado toda su trayectoria a jugar con las estructuras dentro de sus películas. Su cine se convierte así en un juego de representaciones en el que hay cabida para los reflejos especulares, los tiempos alternativos, los itinerarios que se cruzan y se solapan y los mecanismos estructurales de métrica, ya sea binaria (Hahaha), ternaria (In Another Country) o cuaternaria (Oki’s Movie). Poco a poco, sus ficciones se han ido escenificando de una forma más limpia y liviana, poniendo de manifiesto desde el principio el artefacto de la propuesta y su verdadera naturaleza. Como también hacía Alain Resnais, Hong Sang-soo realiza el papel de demiurgo, de observador manipulador que parece organizar los destinos de los personajes que no dejan de ser sus marionetas moviéndose de forma torpe por el escenario de la vida. Una vida que ofrece multiplicidad de opciones, muchas máscaras a través de las que contar una historia.

Sin embargo, no deja de resultar curiosa su forma de trabajo, de planificar cada jornada de rodaje. Los actores protagonistas de Lo tuyo y tú, Kwon Hae-hyo y Yoo Joon-sang aseguraron tras su paso por el Festival de San Sebastián que jamás sabían al empezar el día de trabajo cuál sería el guion que tendrían que abordar. Solo unas pequeñas acotaciones antes de que se situaran frente a la cámara y el resto, mucha improvisación hasta captar la esencia de lo que el maestro Hong quería contar. El resultado, que los actores eran incapaces de imaginar cómo había quedado el resultado final, la película ya completa, porque no sabían qué partes habían resultado siendo las buenas. También reconocieron terminar borrachos en varias secuencias porque el alcohol que se bebe es real y hacían muchas tomas.

En España ha costado descubrir a Hong Sang-soo. A estas alturas ha dirigido casi veinte largometrajes, y es uno de los directores más prolíficos que operan en la actualidad, sobre todo desde que él mismo se produce sus propias películas. Dice que así es más fácil, que el proceso se aligera y que no tiene que depender de nadie, que es poseedor de una libertad absoluta a la que no estaría ya dispuesto a renunciar. El resultado: cada año dirige un mínimo de dos películas que se presentan en los festivales internacionales más prestigiosos del mundo. Tres de ellas han concursado en la sección oficial del Festival de Cannes (La mujer es el futuro del hombre, 2004; Un cuento de cine, 2005 y En otro país, 2012, la primera de sus películas estrenadas en España, en parte por estar protagonizada por Isabelle Huppert). En 2010 ganó “Un certain regard” de Cannes con Hahaha; en 2010, Rotterdam con Oki’s Movie y en 2015, Locarno con Ahora sí, antes no. Lo tuyo y tú, presentada en el certamen donostiarra de 2016, se alzó con la Concha de Plata al mejor director.

El peso de la Nouvelle Vague en el surcoreano

En ella nos volvemos a encontrar al Hong Sang-soo más chispeante. Nunca ha ocultado sus marcadas influencias del cine de la Nouvelle Vague. Por eso sus películas son más francesas que coreanas, con referencias al cine de Jean-Luc Godard y Éric Rohmer. Del primero extrajo la curiosidad por la experimentación formal y su espíritu rupturista e iconoclasta. Del segundo, su interés por las historias pequeñas, por la esencialidad de la trama y por una narración que va evolucionando a partir de los enredos de una serie de personajes que parecen encontrarse desubicados en su entorno físico, buscando una mínima aventura emocional que les sirva de válvula de escape dentro de sus vidas.

Por eso, cada vez que Minjung conoce a un hombre, en realidad intenta empezar desde cero con él, sin ninguna contaminación, como si tuviera la intención de reinventarse a sí misma en cada relación. ¿Cuál es la verdadera Minjung? Nunca lo sabremos. El director pretende así indagar en torno a la identidad y su dilución en el fascinante territorio de la lucha de sexos. Minjung, tras el episodio de celos y posesión de su pareja, intenta escapar de esa situación con este mecanismo de protección en el que su verdadera personalidad queda agazapada. Pero a lo mejor es cierto que hay varias Minjung… Lo importante es dejarse atrapar por este juego hedonista en el que se confunde realidad y ficción y en el que nada es lo que parece. A Hong siempre le ha gustado ver la personalidad de una mujer de una manera poliédrica mientras los hombres que se acercan a ellas lo hacen con torpeza y temperamento pusilánime. Cada estrofa, cada rima, cada nueva identidad, ofrece multitud de posibilidades, al mismo tiempo que nos dejamos llevar por el tono de farsa y absurdo que atraviesa la historia.

Lo tuyo y tú es un relato de pura metaficción deconstruido en el que el director vuelve a poner de manifiesto sus obsesiones detrás de la cámara, con sus largos planos y sus encuadres limpios, de un clasicismo fracturado en ocasiones por zooms inesperados.

Puede que a Hong Sang-soo le ha terminado pasando algo similar a lo que ocurría a Rohmer: que todas sus películas se parezcan un poco las unas a las otras, como si su corpus cinematográfico no hablara de manera individual, sino de forma global, poniendo de manifiesto la extraordinaria capacidad para ir mutando a partir de pequeñas variaciones que iban enriqueciendo cada relato. Pero la mayor coincidencia entre ambos directores es la calidad de todas y cada una de sus películas. Todas se recordarán por su conjunto, pero también de manera individual, y desde ese prisma, Lo tuyo y yo puede que quede en nuestras memorias como esa película retozona y lúcida sobre las relaciones de pareja, tan anárquica y desconcertante como las propias decisiones humanas.

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