VALÈNCIA. La relación de la industria del cine en Hollywood y México es una buena muestra de la capacidad del cine para permeabilizar fronteras. Durante las dos últimas décadas los nombres de Alejandro González Iñárritu, Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro han capitalizado muchas de las noches de gala para su Academia de Hollywood, que este domingo celebraba la 90 edición de los premios Óscar. Sin embargo, en el caso del director de cine fantástico nacido en Jalisco, ésta ha sido la primera vez que le ha reportado los premios a la Mejor Película y Mejor Dirección por La forma del agua.
Los de Guillermo del Toro, Cuarón y González Iñárritu (amigos íntimos) no son los únicos nombres del país azteca que han figurado entre los premiados de este célebre encuentro para el séptimo arte: Emmanuel Lubezki, Rodrigo Prieto, Guillermo Navarro, Salma Hayek o Antonio Caballero, se suman, entre otros a la fiesta. Pero la de anoche fue seguramente la gala más mexicana de la historia de estos galardones. Natalia Lafourcade y Gael García Bernal interpretaron en directo 'Recuérdame', a la postre Mejor Canción original por Coco (Kristen Anderson Lopez y Robert Lopez) que también se llevó el gato al agua como Mejor Película de Animación. La factoría Pixar conquistó a los casi 6.000 miembros de la Academia con una de las mejores películas de su fábrica de sueños y los hermanos López repitieron éxito tras el inmortal 'Let It Go' de Frozen con el que ya se granjearon su primera estatuilla.
Así, la noche más tricolor de los Óscar hilvan´ una gala reivindicativa. Reivindicativa hasta el punto que una protesta prefijada tiene la capacidad de calar en la audiencia. El Dolby Theatre de Los Ángeles confirmaba la gran capacidad de del Toro para filtrar lo mejor del cine fantástico en La forma del agua. Una pelícua que, en gran medida, sabe reunir todas las reivindicaciones del momento y que fueron protagonistas de buena parte de los discursos de agradecimiento: contra la desigualdad de género, por la normalización ante la disparidad de identidades, contra el racismo, frente a los abusos de poder del sistema... La película es cierto que inició esta extensísima pasarela por alfombras rojas con el León de Oro en Venecia, pero el Óscar supone la culminación del proyecto más dulce de un creador eterno. Director de El laberinto del fauno, Hellboy, Pacific Rim, La cumbre escarlata o Mimic, entre tantas otras, productor ejecutivo de Biutiful o El orfanato, entre tantas otras, su sombra creativa de del Toro es tan alargada que abarca proyectos de la televisión hasta el cómic desde los años 90.
En una gala muy seria y con escasos golpes de humor, Jimmy Kimmel supo remendar el colapso mediático que provocó el Óscar mal entregado a La La Land como Mejor Película en 2017 (finalmente, en manos de Moonlight). Para ello, además, dio paso a Faye Dunaway y Warren Beatty que anunciaron el Óscar al mejor film que contaba con trece nominaciones. La siguiente película destacada fue Tres anuncios en las afueras, de Martin McDonagh, aunque la sensación del equipo debió ser de derrota ya que contaba con siete nominaciones y solo cosechó dos premios: incontestables, Frances McDormand y Sam Rockwell, Mejor Actriz y Mejor Actor Secundario. McDormand, alérgica a este tipo de encuentros de la industria, recibía así un nuevo reconocimiento por parte de la Academia 21 años después de haberlo hecho por Fargo. Sobre el escenario y consciente de su momento, hizo lo mismo con la gala que cuando está frente a la cámara: dominar el plano y llevarlo con su crudeza natural hasta donde le interesa. Hizo levantarse a todas las mujeres nominadas y dio uno de los discursos más honestos e importantes de la noche.
La excelente película del dramaturgo británico pasaba así casi desapercibida en una noche que le reportó dos Óscar más a La forma del agua: Mejor Diseño de Producción (Paul Denham Austerberry, Shane Vieau y Jeffrey A. Melvin, responsables de Crepúsculo a Pompeya) y Mejor Banda Sonora, en este último caso para un Alexander Desplat cuyo nombre va camino de convertirse en uno de los más laureados del siglo XXI. En total, cuatro galardones de la Academia de Hollywood para La forma del agua que en el caso de su genial banda sonora ya había logrado el Globo de Oro y el BAFTA.
Los premios llegaron tras uno de los discursos iniciales de los Óscar más planos. Kimmel es uno de los maestros de ceremonias más fiables para la Academia en este momento. Repetía en esa labor y no defraudo... a los académicos, cabe suponer. No hubo número musical de inicio y las bromas de su apertura se redujeron a un leve codazo al gran Christopher Plummer por su edad –que el octogenario canadiense encajó con una sonrisa relajada– y la ya citada disculpa por el lío de los sobres del anterior año con Beatty y Dunaway.
La bajada a los infiernos del influyente productor Harvey Weinstein, acusado de acoso y abuso sexual en el entorno laboral por decenas de mujeres en la industria durante los últimos meses, ha generado algunas líneas de su guión. Pero sin mordacidad, como consciente de merodear un tema en el que apenas hay margen para el humor.La desigualdad por cuestiones de género y la brecha salarial han ocupado otras de las intervenciones de Kimmel y de los discursos de los premiados, aunque el llamado 'Caso Weinstein' ha impregnado los comentarios del presentador en distintas ocasiones: "el mundo nos mira", o, "tenemos que dar ejemplo". También supo encontrar el momento para enviar un mensaje por la reciente masacre estudiantil de Parkland, en Florida.
Más allá de que del Toro se convirtiera en el tercer méxicano en lograr el premio a la Mejor Dirección en los 90 años de celebración de los Óscar, la noche ha servido para reconocer el trabajo del cineasta británico Gary Oldman. Una especie de premio velado a toda una trayectoria, porque el actor londinense ha sido guionista, productor, director y este domingo, de manos de las inmortales Jane Fonda y Helen Mirren, recibía el premio a la Mejor Interpretación masculina por El instante más oscuro. Su recreación de Winston Churchill contó con ese añadido que tantas veces ha pesado en favor del premio: la excelencia en el maquillaje y peluquería (Kazuhiro Tsuji, David Malinowskiy y Lucy Sibbick), también premio Óscar de esta edición.
En otra de las ramas artísticas, el premio a Mejor Vestuario parecía cantado para una película dedicada a la moda: Mark Bridges, por El hilo invisible. El colaborador habitual para este ámbito de Paul Thomas Anderson ha realizado una prolija investigación en la historia de la moda. Así, una vez más, se ha sumado a la capacidad de su director por lograr películas que deben resultar demasiado incontestables para los académicos. Daniel Day-Lewis asegura haberse despedido con esta gran película de cine. El ganador de tres Óscar de la Academia por Mi pie izquierdo, There Will Be Blood y Lincoln seguirá siendo, no obstante, uno de los intérpretes más reconocidos de Hollywood pese a sus contados trabajos. Por su parte, a nadie le hubiera chocado que el film de 'PTA' estuviera nominado en todas las categorías. Desde el diseño de producción a la fantástica música original, pero en materia de ausencias quizá sea más flagrante la incomparencia de The Florida Project entre las nominadas.
Tampoco logró mayor número de estatuillas Yo, Tonya, película producida por la propia Margot Robbie en busca de un premio –como mejor actriz– que tendrá que esperar. Con un excelente montaje (tampoco premiado), Allison Janney se llevó el gato al agua como Mejor Actriz Secundaria. Lo dedicó al resto de nominadas que, como en el caso de McDormand, Oldman y Rockwell, sabían lo preconcedido que estaba este galardón.
De entre todos los premios, los dedicados a Mejor Guión Original y Mejor Guión Adaptado son dos de los más ilusionantes para la industria. No solo por los caminos que abren para captar la atención de la producción, sino por representar a películas con una potentísima carga social y que a la vez se han convertido en importantes éxitos de taquilla en buena parte del mundo. El veterano del oficio James Ivory, vestido con una camisa que homenajeaba a su propia película, Call Me By Your Name, recibía el premio al mejor texto adaptado. Por su parte, el talento de Jordan Peele, tercer caso en la historia de los Óscar en estar nominado a Mejor Dirección, Mejor Película y Mejor Guión (original en su caso) recogió este galardón. Peele admitió haber creído que nadie produciría una película como Déjame salir, pero se equivocó y este híbrido de comedia, fantástico y terror, ese extraño milagro de cine de alto peso social, encontró en el premio a Mejor Guión original un reconocimiento a toda su producción.
Esos guiones y el premio a la Mejor Película de habla no inglesa fueron de lo más satisfactorio en la noche. Rita Moreno, la primera actriz de origen latino en recibir un Óscar (1962, West Side Story) entregaba a sus 86 años el Óscar a Una mujer fantástica. La película chilena que sitúa en el centro del debate la concepción de las personas transgénero continuó una interminable cosecha de premios, entre los que se encuentra el Goya a la Mejor Película iberoamericana. El discurso de agradecimiento sirvió también para enfatizar en los aspectos de los que habla un film estupendo.
Greta Gerwig y su película Lady Bird son sin duda una de esas producciones derrotadas, pese al reparto generalizado de estatuillas. La también actriz –y primer directora nominada en una década a esta categoría– entregó junto a Laura Dern el premio al Mejor Documental: Icarus, de Brian Fogel y Dan Cogan. Si algo le quedaba por ganar a Kobe Bryant era un Óscar, algo que ha logrado con su cortometraje Dear Basketball.
Más celebrado (sin duda) fue el premio que, como en el caso de Oldman, parecía otorgarse a toda una trayectoria: tras trece nominaciones después, Roger Deakins era premiado por la Mejor Fotografía tras el trabajo en Blade Runner 2049. En su extensa trayectoria ha hilvanado proyectos tan interesantes en su apartado como Sicario, Prisioneros, No es país para viejos, Fargo, Valor de Ley... el 'fotógrafo' habitual de los Coen y de Dennis Villeneuve lograba así su premio. La película del canadiense, por cierto, la singular continuación del clásico de Ridley Scott también se llevó el premio a los Mejores Efectos Especiales. Ni rastro de nominaciones en aspectos artísticos para Villeneuve, una vez más.
Había un consenso generalizado en la parte técnica sobre el trabajo memorable –entre lo académico y lo experimental– relacionado con el sonido y Dunquerque. La producción de Christopher Nolan se ha llevado tres Óscar, entre los que figuran Mejor edición de sonido y Mejor mezcla de sonido. Richard King y Alex Gibson, en el primer caso, y el equipo de Gregg Landaker, Gary Rizzo y Mark Weingarten, en el segundo, han obtenido premio. Menos esperado –quizá el único premio poco esperado– ha sido el galardón a Mejor Montaje, también para Dunquerque. Nolan ha salido mejor parado de lo que las nominaciones predecían. Eso sí, sin reconocimiento para sí mismo o para el monumental trabajo de Hans Zimmer que podría haber compartido premio consigo mismo por sus bandas sonoras para el film bélico y para Blade Runner 2049.
Los premios a The Silent Childe (Mejor Corto de Acción Real) y Heaven is a Traffic Jam on the 405 (Mejor Corto Documental) completan el palmarés de esta edición. En ella la reivindicación feminista se hizo notar a partir de algunos discursos individuales, pero sin la apuesta por el negro que logró Time'sUp en los Globos de Oro. Gerwig, Moreno, pero también Salma Hayek, Mira Sorvino o Ashley Judd –entre otras– lograron dejar declaraciones para enfatizar en la tangible desigualdad laboral entre hombres y mujeres. Kimmel también dejó algunas píldoras en sus alocuciones. Con los Óscar se cierra un año de absoluta lucha por parte de las mujeres en el reconocimiento de su papel en la industria del cine hollywoodiense. Un punto de no retorno que, por otro lado, espera a su materialización en lo que se refiere a los cambios reales.
Está producida por Fernando Bovaira y se ha hecho con la Concha de Plata a Mejor Interpretación Principal en el Festival de Cine de San Sebastián gracias a Patricia López Arnaiz