VALÈNCIA. Los hábitos de compra han cambiado en el último año de forma vertiginosa. La pandemia ha alterado los comportamientos de los consumidores y ello ha tenido su reflejo en la cesta de la compra. Unas nuevas costumbres que, en muchas casos, han venido para quedarse, mientras que otras se mantendrán hasta que se disipe la actual coyuntura incierta. Más venta online, productos sostenibles o de proximidad marcan algunas de las tendencias que en estos últimos meses han ido ganando protagonismo. Especialmente llamativo es el aumento entre los usuarios de productos nacionales, artículos 'made in Spain' que poco a poco van ganando peso en la cesta de la compra de los hogares españoles.
Así lo pone de manifiesto en el estudio 'El impacto del Covid-19 en estados de ánimo, expectativas y hábitos de consumo', elaborado por la EAE Business School a partir de las respuestas a 1.711 encuestados. El documento radiografía algunos de los cambios que ha dejado la crisis sanitaria y dibuja el nuevo perfil del comprador que se caracteriza por capacidades presupuestarias alteradas, diferentes preferencias de compra, así como nuevos criterios de elección y comportamientos.
Sin duda, un comportamiento que emerge de forma muy clara y destacada es la preferencia que tienen ahora los consumidores por la compra de productos nacionales o de proximidad. En concreto, aumenta un 41,1% los encuestados que aseguran que ahora adquieren este tipo de referencias 'made in Spain'. Y es que la pandemia ha puesto en valor la producción local. Los ejemplos más claros se evidencian en toda la reconversión de la industria para la fabricación de productos sanitarios en un momento de escasez en el mercado. Una situación que demostró el músculo de la industria española, una fuerza y resiliencia que muchos consumidores valoran cada vez más y premian con la compra de sus productos.
Pero, además, según el documento, este crecimiento en la adquisición de artículos elaborados dentro de las fronteras del país también podría achacarse a un compromiso de la sociedad por contribuir a la recuperación de la economía nacional en esto momentos de crisis e incertidumbre.
Por otro lado, el informe refleja que los usuarios tienen en estos momentos una mayor sensibilidad al factor precio. Así, el 22,4% de los encuestados afirma que compara ahora más los precios a la hora de comprar que antes de la pandemia. También un 19,5% más de consumidores dicen mirar las etiquetas de la mercancía, un aspecto que, de acuerdo con el informe, refleja que se "tiende a ser más reflexivo y racional y no se compra tanto por confianza general en su marca habitual". "También puede ser indicativo de un consumidor que busca un mayor nivel de validación de su elección y que está incluyendo criterios en su compra que antes no estaban presentes en su ecuación de valor, o quizás lo estaban en menor medida", puntualiza el documento.
Por tanto, los resultados evidencian que el consumidor es ahora más racional y reflexivo en sus compras, presta mayor atención al precio y a la información sobre lo que está comprando. Y, a su vez, es más exigente en cuanto al comportamiento ético de las empresas, busca productos fabricados de manera sostenible y de proximidad y cuida mucho la calidad de la alimentación.
Eso sí, algunos consumidores sí estarían dispuestos a pagar más por un producto siempre y cuando cumpla con una serie de requisitos. La mayoría de encuestados destaca que compraría un 20,8% más caro un artículo solo si sus ingredientes o componentes fueran de una calidad superior. También, se valora que la empresa hubiera colaborado en la crisis de la covid-19, un esfuerzo que el consumidor premiaría pagando un 18,4% más.
Además, si la empresa es socialmente responsable, se está dispuesto a pagar un 17,3% más. Que sea fabricado de formas sostenible justificaría pagar un 16,6% más y que sea de fabricación nacional justificaría un precio un 16,4% mayor."Estos resultados sugieren que, una combinación de estos factores en un mismo producto, comunicados de manera clara al consumidor, permitiría mitigar en cierta medida la mayor sensibilidad al precio que se ha visto anteriormente y justificar un posicionamiento en precio superior del producto en cuestión", señala el informe.
Por otro lado, la covid-19 ha tenido un impacto en la capacidad presupuestaria de las familias y en su predisposición al consumo. La crisis económica, las medidas de ajustes de plantilla adoptadas por las empresas y las perspectivas de futuro de los ciudadanos han afectado al bolsillo de las familias que han disminuido de forma evidente su disposición a la compra. De hecho, sectores como la moda o la belleza han sido uno de los más afectados con importantes cierres de comercios en las ciudades.
En este sentido, el informe revela una caída en la capacidad económica y de gasto de las personas de forma que un 41,4% de la población se ha visto afectada a la baja. El saldo neto, considerando un pequeño porcentaje que han mejorado su capacidad económica es de un 38,25% de personas que globalmente tienen menor poder adquisitivo. Todo ello afecta a la intención de gastar en general: un 42,5% dice que ha visto afectado su consumo de forma negativa y solo el 4,79% dice que aumentará.
Los conceptos que ven más afectado su gasto son las actividades de ocio ya que el 68% de los encuestados asegura que reducirá su presupuesto para esta actividad. También, la hostelería (-68,9%), artículos de lujo o premium (-68,2%), espectáculos (-64%), moda y complementos (-57,7%) y vacaciones (-50% ), mientras que un 30,7% disminuirá su presupuesto para práctica de deporte. Todo ello apunta a un consumidor que, tiende a gastar menos y a ahorrar más, y, además, es mucho más selectivo en cuanto al tipo de productos y servicios que tiene intención de consumir.