VALÈNCIA (EFE). Los precios futuros de los alimentos básicos están viviendo semanas de vaivenes, influidos por un lado por la firma de un acuerdo comercial preliminar entre China y Estados Unidos y, por el otro, por el temor que ha desatado el coronavirus.
Tras año y medio de guerra comercial, el pacto que alcanzaron el pasado 15 de enero Washington y Pekín llevó en ese momento a un repunte de todos los futuros del trigo, el maíz, la soja y el arroz.
Así lo recoge en su informe de febrero el Sistema de Información sobre el Mercado Agrícola (AMIS), una plataforma para mejorar la transparencia del mercado de alimentos, creada a instancias del G20.
Ese acuerdo, en su primera fase, ha alimentado las expectativas de que se reanuden las grandes exportaciones estadounidenses de productos agrícolas a China.
Sin embargo, la plataforma prevé más incertidumbre debido a las continuas tensiones geopolíticas y la rápida expansión del coronavirus, que pueden alterar numerosos mercados, incluido el agrícola.
En la Bolsa de Chicago, una de las mayores plazas para el comercio de productos agrícolas, los precios a futuro del trigo han perdido un 7,7 % de su valor en un mes, hasta el 27 de febrero, y los del maíz, lo han hecho alrededor de un 4,6 %, después de haber experimentado progresivas subidas desde mediados de noviembre y de diciembre, respectivamente.
En el caso de la soja, la caída de su cotización ha sido todavía más pronunciada desde inicios de año (en torno al 8,5 %), aunque se ha mantenido más o menos estable a lo largo de febrero.
El mercado mundial de este producto, utilizado para producir piensos y aceites, había tenido que reajustarse por las tensiones comerciales entre las dos potencias, al ser China el mayor comprador mundial y haber virado hacia otros exportadores como Brasil o Argentina.
Desde Chicago, la analista de R.J. O'Brien Celina Mesquida apunta a Efe que las empresas chinas deben esperar al próximo 2 de marzo para que sea efectiva la decisión de Pekín de sacar de la lista de nuevos aranceles 696 productos estadounidenses, entre ellos el trigo, el maíz, la soja y el cerdo.
Mesquida resalta, no obstante, que actualmente resulta "más competitivo comprar soja de Brasil", país que está en plena cosecha, y "el resto del mundo va a tener que consumir" lo que se produce en toda Sudamérica, con una cosecha estimada de unos 200 millones de toneladas.
La Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) prevé una producción mundial récord de 2.715 millones de toneladas de cereales y un comercio casi sin precedentes entre 2019 y 2020.
Mientras la oferta a nivel mundial es abundante, la experta advierte de que "China no ha solucionado sus problemas de fiebre porcina africana y coronavirus".
Desde que se detectó en agosto de 2018 un primer caso de fiebre porcina africana en China, el brote se ha extendido por el este de Asia y ha obligado a sacrificar millones de cerdos.
Más grave aún está siendo el impacto económico del coronavirus. El Fondo Monetario Internacional duda de que el crecimiento global para 2020 llegue al 3,3 % inicialmente calculado y estima que la epidemia podría restarle una o dos décimas.
En China, las restricciones de movimientos están dañando sectores como la industria, los servicios o el comercio.
"Si un mercado de casi 1.400 millones de personas se cierra por cualquier circunstancia o reduce su consumo, eso afecta al mercado global", afirma a Efe el profesor de EAE Business School Mariano Íñigo, quien augura cambios en el sector alimentario como ha pasado con el petróleo, cuyos precios están bajando ante la previsión de una menor demanda.
Miguel Momobela, analista de XTB, vuelve la vista al acuerdo entre China y EE.UU., que puede estar impactando "de manera generalizada" en los mercados de productos básicos agrícolas más a la larga.
En declaraciones a Efe, apunta que se han evidenciado algunos movimientos alcistas en el corto plazo desde el 15 de enero, si bien la tendencia ha empezado a revertirse y sigue ligada a otros factores estacionales como las condiciones meteorológicas o los periodos de cultivos, que tanto influyen normalmente.