El experto opina que quedan oportunidades en diferentes partes de este universo de inversión como divisas y la deuda soberana de alto rendimiento
MADRID. La deuda de los mercados emergentes es una clase de activos atractiva para tener en cuenta durante una fuerte recuperación económica. A pesar del repunte de 2020, sigue habiendo oportunidades atractivas en diferentes partes de este universo de inversión, como las divisas, la duración en moneda local de los países con superávit y la deuda soberana de alto rendimiento en moneda fuerte.
El consenso mundial apunta a un PIB mundial elevado en 2021, con datos que sugieren que se producirá el crecimiento más rápido en mucho tiempo. A pesar de los retos que plantea la crisis de la Covid, el impacto en el stock de capital físico y humano y en el sistema financiero ha sido limitado, en comparación con crisis anteriores. Los responsables económicos tienen cierta visibilidad sobre el fin de la pandemia y es normal esperar que la economía repunte con fuerza. También existe un consenso en torno a que Estados Unidos liderará este crecimiento. El país, con su tamaño y su gran déficit por cuenta corriente, exporta una buena parte de su crecimiento. De ahí que esta perspectiva es especialmente positiva para la economía mundial. En los mercados emergentes, en general, la inversión consiste en invertir en crecimiento y, por lo que estamos viendo, no es un mal escenario para la inversión en deuda de los mercados emergentes.
Dada la probable recuperación del crecimiento económico, esperamos ver mejoras tanto en la deuda soberana como en el crédito corporativo. Dentro de los mercados emergentes también vemos focos de valor, con oportunidades de valoración en la deuda de alto rendimiento en divisa fuerte y en moneda local. La mejora de los fundamentales y los espacios en los que la valoración todavía son atractivos constituyen una poderosa combinación.
Los riesgos, por otra parte, se derivan de la posibilidad de que un crecimiento aún mayor de lo previsto provoque un endurecimiento de las condiciones financieras, especialmente en Estados Unidos. Esto podría ser alcista para el dólar estadounidense, que es un viento en contra para los precios de las materias primas y las monedas locales, lo que hace que la visión positiva sobre la clase de activos sea menos lineal. Además, en algunos mercados emergentes, las reacciones de estímulo y política monetaria a la pandemia crearon algunos focos inflacionistas locales, lo que exige un enfoque prudente de la duración.
El flujo general del comercio ya experimentó un fuerte repunte a finales del año pasado y esto es algo que se mantendrá. Cuando salgamos de esta pandemia, es probable que volvamos con fuerza. Los países que están expuestos al comercio, especialmente al de bienes, lo harán muy bien.
Por otro lado, debemos ser más sutiles a la hora de analizar el impacto en el turismo. Aunque la demanda subyacente de viajes y turismo pueda ser fuerte, puede haber una intervención gubernamental más prolongada. Esto es algo que es mejor revisar en 2022 o 2023 y los países que dependen del turismo pueden tardar mucho más en recuperarse.
Consideramos que la inclusión de China en el índice global de bonos durante el año pasado es algo positivo para los mercados. Cuanto más se acerquen los índices y el universo de inversión a la realidad de la economía mundial, más saludable será para los mercados . Como segunda economía mundial, es normal que China se convierta en una parte importante del universo de inversión.
Luis Freitas de Oliveira es gestor de carteras de Renta Fija de Capital Group
Es poco probable que la globalización siga una progresión lineal hacia una aceleración o un retroceso, por lo que un escenario híbrido sea más evidente