Hoy voy a hablar de esos festivales y esas citas que a través del arte y de la cultura despiertan conciencias y crean sociedades críticas. Uno de esos festivales imprescindibles para despertar conciencias y sensibilizar sobre realidades que no están tan lejos como pensamos.
Y también voy a hablar de esas personas creadoras que hacen la vida más bella. Creadores con sensibilidad social, comprometidas con la cultura y con un mundo mejor. También hablaré de esas personas que trabajan allá, en países en desarrollo, en proyectos que intentan dignificar la vida de determinadas personas pobres y garantizar los derechos más básicos. Personas y proyectos que suponen una burbuja y un respiro para niñas y niños condenados a vivir una vida pobre en todos los sentidos.
Recuerdo cuando estuve en Sudáfrica. Uno de los países de África más europeizado y un aterrizaje más suave para quienes pisan África por primera vez o quienes prefieren no entrar en el África más profunda. Sudáfrica es muy grande y sería injusto generalizar porque tiene rincones y gente espectacular pero los avisos de delincuencia y peligrosidad están a la orden del día.
En Johannesburgo está el barrio de Hillbrow: una ciudad dentro de la ciudad, una barriada justo en el centro. Inicialmente pensado como un distrito de exhibición o escaparate que ofrecía a sus habitantes un estilo de vida próspero, se convirtió en sinónimo de corrupción, violencia y pobreza con su declive en los años noventa. Gracias a la iniciativa de muchas organizaciones vecinales, espacios como el Hillbrow Theater ofrecen un refugio relativamente seguro y pacífico para niños y jóvenes, fomentando un ambiente favorable para la integración de la población de diferentes orígenes en un contexto todavía fuertemente cargado de criminalidad y violencia xenófoba. Y de allí vienen los 21 niños y niñas de entre 5 y 19 años que esta noche nos deleitarán en un espectáculo programado en el Festival 10 Sentidos dirigido por la coreógrafa Constanza Macras con la colaboración de Lisi Estarás, una producción internacional llamada Hillbrowfication.
Veintiún niños de entre 5 y 19 años del barrio marginado de Hillbrow en Johannesburgo, Sudáfrica, que forman parte del cuerpo de baile Dorky PArk junto a bailarines profesionales.
A través de la danza imaginan una versión futurista de sus vidas en un barrio sin violencia y hacen visible una realidad dura que viven y de la que escapan gracias al centro cultural del barrio. A través de la danza han pasado de ser invisibles a visibles.
Uno de esos espectáculos que no sólo deslumbran sobre el escenario sino que son un ejemplo de inclusión y que muestran que otro mundo es posible. Un mundo sobre las tablas, un mundo donde todos y todas bailan, un mundo donde todo está orquestado para visibilizar a los invisibles. El lema de este año del Festival 10 Sentidos.
Este festival tiene dos nombres propios y sería injusto no nombrarlas aunque haya mucha gente que trabaje en él. Meritxell Barberá e Inma García son Taiat Dansa, dos personas estupendas y maravillosas. Profesionales y ambiciosas. Hablo de una ambición bien llevada y con sensibilidad especial como todo lo que hacen y producen porque ellas son bailarinas y, lo demuestran en todo lo que hacen. Por ello, danzan en la vida de otra manera.
Se trata de un festival que no pasa desapercibido tanto por las actividades que programa como por el mensaje social que hay detrás de cada una de sus propuestas. Un festival que hace esta ciudad más bella, más comprometida y más sensibilizada.
Como hacen desde el festival, voy a nombrar al maestro Eduardo Galeano que hablaba de los nadies, los hijos de nadie, los dueños de nada. Esos invisibles están acostumbrados a serlo. Y gracias a este festival y a todas sus producciones ha conseguido que seamos muchos los que queramos ver a estos invisibles. Verles y apoyarles.
Un festival que nació hace siete años y que ha pasado todo tipo de penurias para sobrevivir, un festival que ya está pensando en su siguiente edición y un festival que no sería posible sin la sensibilidad y el apoyo de entidades tan solidarias y tan sociales como Caixa Popular que demuestra con su hacer y, no solo con palabras, que todas las entidades financieras no son iguales. Y que detrás de cada decisión hay una persona. Jose María Company tiene una sensibilidad especial y un compromiso real con las causas y entornos empobrecidos.
Y en este cuerpo de baile entra también el Padre Vicente Berenguer. Y recuerdo ahora cuando visité su proyecto y su trabajo en Maputo, Mozambique. Un hombre que me enamoró y un trabajo que sueño algún día con volver a visitar.
Y es que hay dos tipos de entradas, la normal y corriente y la solidaria donde una parte de la aportación se destinará a la organización Amigos del Tercer Mundo para apoyar el trabajo que el Padre Vicente Berenguer hace en Mozambique desde hace más de 40 años. La cita es esta tarde a las 19:30 en Espai Rambleta y tras el espectáculo habrá una mesa redonda con los protagonistas.
Todos ellos han hecho posible que esta noche en València haya mucho amor y un cuerpo de baile excepcional donde todos son imprescindibles y tienen cabida para que disfrutemos de un festival imprescindible y necesario que ya está pensando en su siguiente edición.
La semana que viene… ¡más!