MADRID (EP). El ojo humano puede percibir millones de colores diferentes, pero el número de categorías que usan los idiomas humanos para agrupar esos colores es mucho menor. Algunos idiomas usan tan sólo tres categorías de colores (palabras que corresponden a negro, blanco y rojo), mientras que las lenguas de las culturas industrializadas utilizan hasta 10 ó 12 categorías.
En un nuevo estudio, científicos cognitivos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés), en Estados Unidos, han encontrado que las lenguas tienden a dividir la parte "cálida" del espectro de color en más palabras de color, como naranja, amarillo y rojo, en comparación con las regiones "más frías", que incluyen azul y verde.
Este patrón, que encontraron en más de 100 idiomas, puede reflejar el hecho de que la mayoría de los objetos que se destacan en una escena son de color cálido, mientras que los colores más fríos como el verde y el azul tienden a encontrarse en los fondos. Esto conduce a un etiquetado más consistente de colores más cálidos por diferentes hablantes del mismo idioma, encontraron los investigadores.
"Cuando lo vemos, resulta que es igual en todos los idiomas que estudiamos, cada idioma tiene un orden similar de colores, de modo que los rojos son más consistentemente comunicados que los verdes o azules", apunta el profesor de Ciencias Cerebrales y Cognitivas del MIT Edward Gibson, primer autor del estudio, que se publica en Proceedings of the National Academy of Sciences.
Gibson comenzó esta investigación del color después de descubrir accidentalmente durante otro estudio que hay una gran variación en la forma en la que los colores son descritos por miembros de la tribu Tsimané, que vive en regiones amazónicas remotas de Bolivia. Encontró que la mayoría de los Tsimané usaban palabras consistentemente para blanco, negro y rojo, pero hay menos acuerdo entre ellos al nombrar colores como azul, verde y amarillo.
Trabajando con Conway, que era entonces profesor asociado que estudiaba la percepción visual en 'Wellesley College', Gibson decidió profundizar aún más en esta variabilidad. Los investigadores pidieron a cerca de 40 personas Tsimané que nombraran 80 fichas de color, que estaban uniformemente distribuidas a través del espectro visible de color.
Una vez que tuvieron estos datos, los investigadores aplicaron una técnica de teoría de la información que les permitió calcular una característica que ellos llamaron "sorprendente", que es una medida de cómo consistentemente diferentes personas describen, por ejemplo, la misma ficha de color con la misma palabra de color.
Cuando una palabra en particular (como "azul" o "verde") se utiliza para describir muchas fichas de colores, entonces una de estas fichas tiene un nivel de sorprendente más alto. Además, las fichas que las personas tienden a etiquetar consistentemente con una sola palabra tienen una baja tasa de sorpresa, mientras que las que diferentes personas tienden a etiquetar con palabras diferentes registran una mayor tasa de sorpresa. Los investigadores descubrieron que las fichas de colores etiquetadas en Tsimané, en inglés y en español estaban ordenadas de manera que las fichas de color frío tuvieran un nivel sorprendente promedio más alto que las de colores cálidos (rojos, amarillos y naranjas).
Los investigadores compararon sus resultados con datos de la 'World Colour Survey', que realizó esencialmente la misma tarea para 110 idiomas en todo el mundo, todos ellos hablados por sociedades no industrializadas. En todos estos idiomas, los investigadores encontraron el mismo patrón.
Esto refleja el hecho de que mientras los colores cálidos y los colores fríos ocupan una cantidad similar de espacio en un gráfico de los 80 colores usados en la prueba, la mayoría de los idiomas dividen las regiones más cálidas en más palabras de color que las regiones más frías. Por lo tanto, hay muchas más cosas de color que la mayoría de la gente llamaría "azul" que objetos que la gente definiría como "amarillo" o "rojo".
"Lo que esto significa es que las lenguas humanas dividen ese espacio de una manera sesgada -dice Gibson-. En todos los idiomas, las personas preferentemente traen palabras de color a las partes más cálidas del espacio y no las llevan a los colores más fríos".
Para explorar posibles explicaciones de esta tendencia, los investigadores analizaron una base de datos de 20.000 imágenes recopiladas y etiquetadas por Microsoft, y encontraron que los objetos en primer plano de una escena tienen más probabilidades de ser de un color cálido, mientras que los colores más fríos son más propensos a estar en los fondos de las imágenes.
"Los colores cálidos están en la en primer plano, son todas las cosas con las que interactuamos y queremos hablar -dice Gibson-. Debemos ser capaces de hablar de cosas que son idénticas excepto por su color: los objetos". Gibson ahora espera estudiar idiomas hablados por sociedades encontradas en climas nevados o desérticos, donde los colores de fondo son diferentes, para ver si su sistema de nombres de colores es diferente de lo que encontró en este estudio.
La Real Academia Española (RAE) se ahoga en sus deudas. El Estado, que debería salir en su rescate, se conforma con darle unas migajas. El anterior Gobierno ‘patriota’ del PP le congeló la asignación presupuestaria. La institución garante de la unidad del español está en aprietos, prueba evidente de que la cultura es un asunto menor para nuestros políticos
Antes de escribir hay que conocer el terreno que se pisa. Si escribes para contentar a la mayoría, arrancarás el aplauso fácil e incluso te darán algún premio oficial. Hoy los asuntos que complacen son, entre otros, la memoria histórica, el feminismo y la defensa de las innumerables minorías. Por supuesto, no tengo interés en ninguno de ellos. Así me va