VALÈNCIA. Podem entró por primera vez en el Gobierno valenciano la presente legislatura. Pasado el ecuador, ha sufrido su crisis institucional más importante hasta el momento con la marcha del vicepresidente segundo del Consell, Rubén Martínez Dalmau, el cargo de mayor relevancia. Ésta ha tenido lugar a las puertas del inicio del nuevo curso político que, como cada septiembre, arranca con la elaboración de "la ley" por excelencia del año: los Presupuestos. Y precisamente este será el primer gran examen para el partido después de todos los cambios acometidos en los últimos meses, desde el nombramiento de Héctor Illueca como relevo de Dalmau a Pilar Lima como portavoz del grupo en Les Corts en sustitución de Naiara Davó.
Hasta el momento, los morados no han tenido un gran protagonismo a la hora de negociar la confección de las cuentas en el seno de la Generalitat más allá de ocuparse de las específicas del departamento de Vivienda. De hecho, los rifirrafes suelen producirse sobre todo entre PSPV y Compromís. Durante la tramitación en Les Corts, tampoco ha habido grandes sobresaltos los dos últimos años con ellos más allá de algunas cuestiones polémicas como bajadas de impuestos o implantación de nuevas tasas. El pasado año sí resultó clave la pinza Compromís-Podem para evitar que el idilio amoroso entre Ximo Puig y el por aquel entonces líder de Ciudadanos, Toni Cantó, acabara en un apoyo de la formación naranja a las cuentas como le habría gustado a los socialistas.
Nada que ver, sin embargo, con su papel en la legislatura anterior, cuando los morados, todavía fuera del Consell, presionaron con asuntos como las subvenciones que Presidencia otorga a dedo, la tasa turística, la del azúcar, la de residuos, el reparto de ayudas a los sindicatos o un convenio millonario con Air Nostrum, entre otros. Cuestiones que elevaron la tensión en el Parlamento autonómico e, incluso, provocaron que en 2017 no apoyaran la ley de Acompañamiento –clave para la posterior aprobación de la de Presupuestos– y ésta tuviera que ser salvada gracias a los diputados no adscritos que habían abandonado Ciudadanos.
El escenario ahora, con Pilar Lima ejerciendo un control absoluto en el partido, es un interrogante si cambiará. Aunque tras su primera reunión con Puig en el Palau el pasado jueves expresó públicamente que mantendrán su lealtad y colaborarán en la estabilidad del proyecto del Botànic ante los temores de mayor descontrol que campan en el PSPV, nadie ve descartable un cambio de estrategia. Sobre todo, de la posición cómoda –más que Compromís– que han mantenido desde 2019.
Y justamente la coalición puede entrar en juego en este sentido. Lima y Mónica Oltra no mantienen mala sintonía –mejor de la que se esperaba en un primer momento– y permanecen en habitual contacto. Una pinza generalizada en todos los ámbitos, incluyendo Presupuestos, podría ser especialmente molesta para Puig.
Un ejemplo reciente lo demuestra. El proyecto de creación de la Empresa Pública de Salud (EPS) fue el gran fiasco del final de curso del PSPV. La Conselleria de Sanidad que dirige Ana Barceló lo preparó para gestionar de forma directa al personal tras la reversión de concesiones como la de Torrevieja y servicios como las resonancias. Finalmente, lo acabó retirado tras la unión en contra de la propuesta de Compromís y Unides Podem pese a que contaba con el apoyo de Presidencia. Los socialistas se quedaron solos y la Conselleria se tuvo que 'tragar' su idea, acompañado del ridículo mediático que supuso.
Un proyecto descartado porque dos socios lo rechazan no es cuestión menor en un Gobierno de coalición. Como tampoco lo pueden ser posicionamientos y estrategias en otros temas, como la ampliación del Puerto de València o el cambio del sistema de financiación autonómica. Aunque la voz cantante la ha llevado Compromís en este último caso, si los morados van virando su discurso para aumentar la presión hacia Puig la cosa se le complica más.
Los Presupuestos del próximo año estarán marcados por la llegada de los fondos europeos y ya hay quien los interpreta, antes de que se presenten, como una carta a los Reyes Magos. Sin embargo, no hay tramitación de cuentas sin discrepancias de algún tipo y, este año, habrá que ver cuáles son. Si Podem y Compromís van de la mano para batallar por algún proyecto o alguna de las ya clásicas tasas, el espectáculo para la oposición está servido.