El director de Xarxa Teatre analiza la evolución que la compañía de Vila-real ha vivido desde 1983 en contacto directo con Europa: antes de la adhesión de España a la UE, durante sus años de crisis y en el presente/futuro que le espera
CASTELLÓ. El Xarxa Teatre que hoy conocemos "es fruto de Europa", así lo reconoce su co-director Leandre Escamilla. Ahora bien, la compañía de Vila-real también ha sabido trasladar sus raíces y tradición hasta fuera de nuestras fronteras. Las Fallas, les dolçaines o la festividad de Moros y Cristianos han recalado en países tan variopintos como Francia, Moscú, Corea del Sur o Canadá. Lo cierto es que desde que se crease en 1983, los de la Plana han visitado 41 países de cinco continentes. Un vasto currículum que les ha llevado a consagrarse tanto dentro como fuera de España, siendo sin duda la empresa de artes escénicas más internacional de Castellón. Pero, ¿cómo ha sido el camino hasta este momento? ¿Era más fácil operar en Europa antes del cambio de milenio? ¿Qué ocurre con el aumento de nacionalismos? El dramaturgo visitó ayer el Casino Antiguo de Castellón para analizar la evolución que ha vivido la compañía durante estos años, así como la escena glocal. Y es que parece ser que "el proteccionismo impera" y con ello, las reglan del juego cambian.
Especializada en el arte de calle, Xarxa Teatre empezó a salir de España en el año 88 con unas primeras paradas por Portugal y Francia. De hecho, según afirman sus directores, fue en los festivales de París donde se gestó "el despegue europeo" definitivo. Incluso reconocen que, con el paso del tiempo, han visitado más ciudades del país vecino que de España. "Cuando salimos de Vila-real con nuestra furgoneta no había más referencia de estas tierras que la naranja y el azulejo. La gente nos decía que cómo iban a llamar a una empresa de títeres, pero enviamos un fax a Francia y nos llegaron respuestas. Así que nos fuimos. En España tampoco había una infraestructura de teatro solida", cuenta Leandre Escamilla.
Para algunos más que para otros, pero cuesta rememorar aquellos tiempos en los que no existían teléfonos móviles, hacía falta cambiar moneda en cualquier parte y los trámites para viajar -o trasladar material por trabajo- era un proceso tan arduo como el de cualquier juego de arcade que conozcamos. Por eso, para los dramaturgos la entrada en vígor de España en la Unión Europea en 1986 "fue todo un invento". O incluso más que eso, les permitió convertirse en lo que ahora son: una compañía, principalmente, de teatro de gran formato. "Hacemos lo que hacemos porque Europa nos empujó a hacerlo así. Es decir, de los 12 espectáculos de gran formato que tenemos en Xarxa, unos ocho son coproducciones con países europeos. Ósea, son ideas de países como Francia o Bélgica que nos ofrecieron cocrear y que nosotros hemos hecho girar por el resto del mundo", señala el co-director.
Así mismo, su 'mestizaje' total empieza a trazarse en el año 89 cuando llevan a Lyon el Dolçainer de Tales: "En este espectáculo incluso hablábamos, porque había un pregonero y un alcalde que decían su discurso. De hecho era una especie de resumen de las fiestas populares de finales del siglo XIX. Y lo llevamos a Francia, aunque habláramos en valenciano. No obstante, su éxito nos hizo ver que nuestro mercado ahora era Europa; por eso, optamos por contar las historias sin usar palabra. Pasamos a lo más universal que es la imagen, la música, el sonido o las luces. Por eso lo que hoy somos es fruto de nuestro contacto con el resto del mundo".
Aún así, el mercado europeo no quería ver el Hamlet de siempre, pedían contar con los espectáculos cargados de pirotécnica y de fuego que caracterizaban a Xarxa Teatre. "Esto afianzó nuestra apuesta por la tradición y el localismo, siempre llevado a ese modernismo europeo", señala Escamilla. Gracias a ello el éxito de la compañía fue tal que en 1994 La Scéne National de Calais les encargó un espectáculo para inaugurar el túnel del canal de la Mancha. De ahí surge pues el Veles e Vent, que con el paso del tiempo se ha convertido en una de sus grandes bazas.
La crisis económica de 2008 alteró cada vértice del planeta. Por eso, las artes escénicas no fueron menos y también sufrieron su particular impacto. "De repente hay menos oportunidades que antes, porque hay más reticencia y proteccionismo. Estamos peor que otros años, desafortunadamente. Por eso, deberíamos profundizar en Europa, para que todos los países fueran más generosos; pero no lo somos", considera Escamille, quien pone por ejemplo como en la actualidad no se puede llevar pirotecnia de España a Francia, siendo obligado así a comprar la del otro país; "y esto ocurre a pesar de que ellos la adquieren de aquí", apostilla el dramaturgo. De este modo, uno de los aspectos que más amenazan el sector son los impuestos que reclama cada nación. "Todos quieren recaudar para ellos y esto no nos hace nada europeos. A Alemania hace años que no vamos por la carga impositiva tan elevada que hay. Siendo más fácil llevar espectáculos, se ha vuelto más difícil".
Todo ello ha llevado a Xarxa Teatre a actuar con más frecuencia en países de fuera de la UE, donde -según señala Escamilles- se nota más la diferencia salarial, pero el nivel de profesionalidad "no tanto". "Lo que queda claro es que la cultura cada vez interesa menos. Las campañas electorales quedan reducidas a tres aspectos y parece ser que la cultura es prescindible de repente. Me parece muy duro. Además, estamos a años luz del funcionamiento de Francia. Al final nosotros seguimos porque lo que nos salva es que somos una estructura y empresa".