Algunos dibujos animados están ayudando a la visibilización de la diversidad de identidad de género y orientación sexual. Consumidos en gran parte por un público infantil, su representación está cargada de metáforas de estética fantástica y naíf
VALÈNCIA. Que la realidad supera a la ficción parece lo más acertado para definir lo que está pasando en la actualidad con el colectivo LGTB. El acoso sobre ruedas por parte de un autobús tránsfobo o la barbarie de las persecuciones de Chechenia se comen con patatas cualquier trama de fantasía de una serie de animación. Por suerte, la ficción sigue siendo ese pedacito de esperanza al que podemos agarrarnos para no soltarlo. Poco a poco (muy poco a poco), la representación de los grupos históricamente oprimidos va metiendo codo en series y películas de consumo familiar, enfrentándose al ataque de la censura casposa mediante persistencia y dibujos cuquis. Hace poco, en el lanzamiento de la nueva versión en carne humana de ‘La Bella y la Bestia’, algunos sectores ya se llevaron las manos a la cabeza por la inclusión de un personaje homosexual, por lo que el primer beso gay en la historia de Disney ha tenido que ser en forma de dibujos animados y en segundo plano. Algo es algo.
Ha sido a finales de la segunda temporada de Star contra las fuerzas del mal, la serie sobre una princesa mágica de otro planeta enviada a la Tierra que emite Disney XD. La escena en la que Star Butterfly y su amigo están en medio de un concierto ha bautizado a la serie como los primeros dibujos animados de Disney en mostrar un beso entre parejas homosexuales. Son varias, de hecho, las que aparecen mostrando su amor sin censura en esta escena, eso sí, entre el público del concierto, formando parte del fondo, como algo normal a lo que no se le daría importancia. Una forma sutil pero importante de incluir plenamente a las personas no heterosexuales dentro del universo de la serie.
No es, a pesar de haber sido la primera de Disney en mostrarlo de forma explícita, la única serie dirigida en esencia a un público infantil que ha incluido personajes y referencias LGTB. Por mal que anden las cosas en el mundo exterior, la integración y reivindicación de la igualdad dentro de un mundo fantástico, que deberá eclosionar en el real, está despegando gracias a varias perlas de la animación.
Amor, gemas, superpoderes e historias con una diversidad maravillosa respecto a la sexualidad o la identidad de género contadas de una manera dulce y magnífica. Es el cóctel de colores vivos que forma ‘Steven Universe’, la tierna ficción de minerales extraterrestres con apariencia humana. Las tres integrantes remanentes de las Gemas de Cristal cuidan el universo a través de estos cristales mágicos. Steven, mitad niño, mitad extraterrestre, se une al equipo tras heredar la gema de su madre. Y ya así se deja entrever otro de los valores de ‘Steven Universe’, el feminismo: un protagonista masculino es criado por tres gemas de apariencia femenina, tan poderosas que con su sola presencia parecen pegarle una patada a la expresión de “sexo débil”.
La serie de Boing se desliga de la heteronormatividad en la orientación sexual, entiende que el género es flexible y desafía las ideas preconcebidas de los conceptos de “masculino” y “femenino”, todo englobado en una estética naíf, dulce y colorista que engaña a primera vista. Sus protagonistas pueden transformarse físicamente en lo que deseen, y sí, del género que quieran. Buen ejemplo de la comodidad que quiere transmitir la serie respecto a temas como el género fluido es la transformación de Amatista, una de las Gemas, en un luchador de wrestling con más pelo en el pecho que Bertín Osborne. Y desde luego, se siente comodísima al hacerlo.
Otra característica de los personajes es la fusión entre dos individuos, donde germinan situaciones que ayudan a promover la normalización de las relaciones homosexuales. Como ejemplo, el de Rubí y Zafiro, dos gemas que viven fusionadas por el amor que sienten mutuamente, creando la forma de Granate. Otro caso es el del propio Steven, que se fusiona con su amiga Connie creando un poderoso ser andrógino (Stevonnie). La unión entre los cuerpos de estos personajes, fusionados por el amor y el deseo de estar juntos, recuerda al mito relatado en ‘El banquete de Platón’ de que el ser humano poseía originalmente dos cuerpos, dos cabezas, cuatro brazos, cuatro piernas y dos sexos, y ya podía ser masculino y masculino, femenino y femenino, o femenino y masculino. Vivieron así hasta que fueron separados, planteando el amor como la búsqueda constante de la otra mitad. ‘Steven Universe’ bucea de lleno, de forma sutil y metafórica, por algunos de los temas más complejos que desde siempre han embaucado el ser humano. Todo tratado con la mayor naturalidad y con una falta de prejuicios maravillosa que hace que poco quede por pedir a una serie infantil con unos valores tan positivos.
Que nuestro cuerpo no nos define y que nadie debería sentirse incómodo por a quién quiere son algunas lecciones que ‘Steven Universe’ nos va inculcando poco a poco. Lo desliza en nuestra mente a través de historias bonitas, a veces duras, pero sobre todo, con corazón, demostrando que una serie con público infantil es en realidad de las más adultas y avanzadas del panorama televisivo internacional.
‘Steven Universe’ no se salva, en cambio, de ser víctima de la censura en países como Reino Unido y (sorpresa) España. Cuando en un episodio, dos de las Gemas de Cristal, Perla y Cuarzo Rosa, se fusionan en un baile mientras realizan movimientos sugerentes, el mundo real rompe la fantasía y ese fragmento queda descartado del capítulo que finalmente se emite. Algo similar ocurre con ‘Hora de aventuras’, la serie de psicodelia post-apocalíptica que cuenta las aventuras de Finn el humano y Jake el perro en una futura Tierra. La auto-censura para representar la relación entre la vampiresa Marceline y la princesa Chicle es lo que ha evitado cortes a la hora de emitir sus episodios en ciertos países. Ambas parecen compartir un pasado en el que habrían tenido una relación (en un episodio, Marceline le canta una canción prácticamente de amor y se descubre que la princesa Chicle duerme con una camiseta de la vampiresa). Cuentan con una complicidad latente en cada una de sus apariciones que parece el resultado de un amor que se ha ido quedando frío, motivado por factores externos al universo animado, pero que no desaparece del todo.
Quizá la serie que más se desmarca de las anteriores sea ‘Clarence’, mucho más costumbrista y cándida en lo que a temática se refiere, siendo el personaje principal un joven cariñoso y divertido que, simplemente, pasa el rato con sus amigos. Una historia que se construye apoyada en el día a día y que sorprendió con el episodio de ‘Jeff wins’. En él se muestra que uno de los tres personajes principales tiene dos madres. La presencia de éstas en el episodio, al igual que ocurre en el mencionado de ‘Star contra las fuerzas del mal’, no es principal, aunque gozan de bastante más visibilidad y aparecen lo mismo que otros padres de la serie. ¿La pega? La censura vuelve a asomar la nariz en otro episodio de esta serie,transformando un beso romántico entre dos hombres en uno en la mejilla.
‘Star contra las fuerzas del mal’, ‘Steven Universe’, ‘Hora de aventuras’ y ‘Clarence’ no son las primeras series animadas que han ayudado a aportar visibilidad al colectivo LGTB con una naturalidad envidiable. Aunque ‘La leyenda de Korra’, ‘Gravity Falls’ o ‘Loud House’ ya habían ofrecido algunas pinceladas, a las series en emisión (y futuras) les toca recoger el testigo de algo que sigue necesitando una visualización y normalización, y convertirse en un punto de apoyo para todo un abanico de edades. De momento, van por buen camino.