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LOS RECUERDOS NO PUEDEN ESPERAR

Las reediciones del 2019 y cómo escucharlas

29/12/2019 - 

VALÈNCIA. Las reediciones y recopilaciones son las mejores amigas de la memoria emocional. Por eso funcionan también. Escarbar en el pasado ya no es lo que fue en el siglo XX. Eso hace que reeditar discos sea ya una cuestión de arqueología que, sobre todo, sirve para que quienes vivimos la emoción de aquel descubrimiento podamos volver a ella y sentirnos un poco más cerca de los 17, los 27 o incluso los 37 años. Habitualmente, las listas de lo mejor del año de medios especializados incluyen las reediciones. Hay reediciones glosadas y bendecidas por la prensa anglosajona que a mí personalmente hacen que me entren muchas ganas de escuchar ese disco. Incluso si se trata de uno que en su momento me era indiferente o directamente detestable.

En esta categoría entra No Other, de Gene Clark, representante del rock californiano de los años setenta que a mí nunca me gustó ni una pizca. Representaba la antítesis de lo neoyorquino, que para mí era lo más. Han tenido que pasar décadas para que, al final, los dioses hayan conseguido que me guste esa música a través del filtrado que de ella hacen artistas como Jonathan Wilson o Father John Misty. Ahora escucho la reedición de Clark y digo, “pues mira qué disco más chulo”, pero ni su idiosincrasia ni su genealogía tienen que ver conmigo ni con mis gustos más profundos. Clark y otros nombres muy poco cool para la era punk y postpunk –mi era- fueron reivindicados por Ivo Watts, el creador del sello 4AD, que montó un proyecto musical llamado This Mortal Coil para homenajear a artistas como él. Pero como los homenajes le salían góticos y victorianos, todo era mucho más llevadero.


Los grupos de los años sesenta, a excepción de The Velvet Underground, The Doors y Rolling Stones, tampoco despertaron mi entusiasmo adolescente, que era cautivo del punk y de cosas muy del momento que estaban hechas para críos confusos como este servidor de ustedes. Esa ausencia de interés me permite saborear ahora discos como Abbey Road –proclamada unánimemente como la reedición del año- o Arthur Or The Decline And Fall Of The British Empire, de The Kinks. Vale, es cierto que con el paso del tiempo uno siempre ve cosas que previamente no percibió al ver una película o leer un libro por primera vez. Pero el hecho de no haber profundizado en estos discos, que en 2019 cumplieron medio siglo, es un placer tardío que me viene muy bien para la edad que tengo. Vamos, que me pongo Abbey Road y me dan ganas de fumar en pipa y todo.

Luego están los álbumes que en 2019 cumplían 40 años. Unknown Pleasures de Joy Division que fue reeditado en vinilo con la imagen original que dio pie al diseño de Peter Saville para la portada. Londo Calling, de The Clash, el álbum que hizo que el grupo pudiera gustarme de verdad. Hasta entonces me parecían un poco brasas porque yo, para esto del punk inglés, siempre fui muy de los Sex Pistols y sigo pensando que ellos y sus canciones son la cima de todo aquel fenómeno. Ah, me dirán los quisquillosos, ¿y qué pasa entonces con los Buzzcocks? Pues pasa que en 2019 también se reeditó su discografía de los años setenta, así que los incluyo por derecho propio en esta selección. Y porque hacían unos singles que te dejaban turulato.

Unknown Pleasures

El pop electrónico inglés también comenzó a florecer en 1979. Orchestral Moneouvres In The Dark –posteriormente conocidos como OMD- fueron una de sus bandas pioneras. Yo descubrí por casualidad su primer álbum en el verano de 1980, en una remesa de novedades publicadas en España que llegó a la tienda Harmony que estaba detrás de Santa Catalina. Me gustaron mucho desde el primer momento y su primer álbum forma parte de una trilogía sonora –que se completa con el Metamatic de John Foxx y el Real To Real Cacophony de Simple Minds, ambos aparecidos también en 1979- que me llevó a rendirme a la música electrónica. Los OMD han sacado una caja titulada Souvenir para conmemorar la efemérides d esu nacimiento como grupo. Sus cuatro primeros discos me encantan, pero desde que leí que Julian Cope decía que eran los Leo Sayer del tecnopop, me persigue cierta sensación de culpa. Cuando admiro tanto a alguien como Julian Cope, no puedo evitar que me afecten ciertas declaraciones. Por cierto, que este año se ha reeditado su álbum  Autogeddon, originalmente aparecido en 1994. Ya entonces, Cope se manifestaba abiertamente contra la polución y los abusos cometidos contra el medio ambiente. Era Greta antes de que los padres de Greta se conocieran. En este álbum habla del apocalipsis provocado por la contaminación generada por automóviles y demás medios de transporte poco amables con el medio ambiente.

En 2019 también se reeditaba el álbum que finalmente hizo que B-52’s tuvieran el éxito merecido. Es cierto que para eso tuvieron que renunciar a buena parte de su espontaneidad pero, ¿no es ese el precio que siempre hemos tenido que pagar para que nuestros artistas favoritos no queden atrapados en un nicho que no se merecen? Cosmic Thing es un álbum bueno y digno y tiene canciones como ‘Roam’, que son las de las que te elevan el espíritu estés donde estés y hables el idioma que hables. De Prince tuvimos lanzamiento por partida doble. De 1999 ya hablé aquí hace unas semanas. En cuanto a Originals, es una colección de temas que acabo dándole a otros artistas para que se lucieran con Canciones todas ellas que tenían el inequívoco sabor principesco, ese que hacía que el artista lanzara deslumbrantes destellos durante los ochenta. La lista incluye temas extraídos de reediciones de Stereolab, Suicide, The Fall e Iggy Pop, y así equilibro la selección y el lado más heterodoxo de mis gustos no deje de estar presente. Y aprovechando que los siempre imprescindibles Primal Scream tuvieron recopilatorio, Maximum Rock & Roll: The Singles, este año, elijo, ‘Swastika Eyes’, una canción de 1999 que sigue siendo igual de potente y actual hoy. Que no se nos olvide lo que nos aguarda a la vuelta de la esquina como nos confiemos. Feliz año nuevo.


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