'acta', en el ivam

Las pieles que habita Susana Solano

6/06/2019 - 

VALÈNCIA. El duro hierro. La tensa malla metálica. La calidez del tejido. Las pieles que habita Susana Solano (Barcelona, 1946) son infinitas, un viaje a través de los lenguajes de la textura que hoy conforman Acta, la exposición retrospectiva que le dedica el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM). Comisariada por Joan Ramón Escrivà, la muestra quiere recuperar uno de los nombres claves del arte injustamente olvidados, tal y como hicieran con Ángeles Marco o Anzo, cuya obra formará parte de la bienal de Estambul tras la exposición que le dedicó el museo, tal y como destacó su director, José Miguel G. Cortés. “La Historia del Arte es bastante cruel”, añadió. Para luchar contra el olvido de esta generación de artistas, el museo plantea una muestra centrada en la producción más reciente de Solano, presentando obra de los últimos veinte años.

“Queríamos recatar aquello nuevo y también obras antiguas que no habían sido expuestas”, destacó el comisario durante la presentación de la muestra, que se inaugura hoy, un proyecto que reúne noventa piezas de la que en 1988 ganara el Premio Nacional de Artes Plásticas, una trayectoria que se completa con su participación en bienales como Documenta de Kassel o la de Venecia. A pesar de su fulgurante carrera, su última exposición fue en 1999, en el Museu d’Art Contemporàni de Barcelona (MACBA). La muestra, que se podrá ver hasta el 13 de octubre, reúne dibujos, vídeos y esculturas, así como una selección de maquetas de algunos de sus proyectos de escultura pública, piezas que conviven en la primera sala con otras de mayor envergadura con el objetivo de no esconder aquellas obras pequeñas, en ocasiones tildadas como menores. 

El recorrido nada entre la delicadeza y la dureza, la tensión y la suavidad, un contraste que nace de las distintas texturas que moldea a su antojo. Los contrastes, en cualquier caso, también hablan de una continuidad, de una evolución en su trabajo con los materiales que queda reflejada en el análisis cronológico de su producción. Y de esos materiales, esas experiencias. Las piezas, aunque aparentemente duras, juegan a despertar los recuerdos y sensaciones del espectador, desde las ‘cabañas’ de hierro y mimbre, a las alfombras o referencias a las tramas de una celosía. “La obra de Susana Solano tiene un gran poder evocador”, destacó el comisario. En cualquier caso, Solano prefiere dejar la interpretación en manos del visitante, partiendo de lo “enigmático” para así provocar una reacción inesperada. Para conseguir este objetivo, la artista trabaja eliminando lo “superfluo”, consiguiendo un resultado que “"no es una línea recta, sino un zig zag".

Solano fue una de las protagonistas de la renovación del arte escultórico entre los años 70 y principios de los 80, un cambio en el que estuvo acompañada por artistas como Eva Lootz, Cristina Iglesias o Elena del Rivero, entre otras. En sus numerosos proyectos de escultura pública colaboró con arquitectos como Jesús Cebillo, Hans Hollein o Guillermo Vázquez Consuegra, con quienes, confiesa, aprendió a colaborar frente a la labor solitaria del artista. “A mí la marginalidad me interesa. Me alimento de eso”, confesó. Ahora, 20 años después de su última exposición, Susana Solano vuelve a primera línea expositiva, en un IVAM que rescata todas sus pieles.

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