VALÈNCIA. La crisis del coronavirus ha obligado a cerrar las salas y a posponer todas las películas que tenían previsto su estreno en estas fechas. Entre ellas se encuentran blockbusters españoles e internacionales, desde Operación Camarón de Carlos Therón y Ofrenda a la tormenta, la última parte de la trilogía del Baztán a la versión en imagen real de Mulan, el último episodio de James Bond, Sin tiempo para morir o En un lugar tranquilo 2. También las cintas independientes o de autor que estaban preparadas para comenzar su carrera comercial tendrán que posponer su estreno. Rescatamos cuatro de los títulos más interesantes de esta próxima no-primavera de cine en salas.
Se trata de la primera obra de ficción de Pietro Marcello, un director que se había caracterizado hasta el momento por hibridar diferentes discursos y texturas en películas marcadas por una línea documental, como La bocca del lupo (2009) o Bella y perdida (2015). Ahora adapta la novela de Jack London del mismo título y la traslada a la ciudad de Nápoles de finales del siglo XIX para contar la historia de un pescador que se enamora de una chica de clase alta y se esfuerza por instruirse para abandonar su estigma de analfabeto y convertirse en un escritor.
Una película río apasionante, una especie de Novecento contemporáneo en el que director demuestra una profunda libertad a la hora de narrar y de introducir elementos de archivos que contribuyen a dotar a la propuesta de una contundencia expresiva muy especial en la que además se reflexiona sobre las diferencias sociales en un momento histórico especialmente convulso. El actor Luca Marinelli compone un Martin Eden inolvidable a través de todo el recorrido que tiene el personaje, desde la inocencia de su juventud hasta el cinismo y el desencanto de la edad adulta, cuando ha alcanzado la fama, pero también es consciente de que se ha traicionado a sí mismo.
La ópera prima de la Mounia Meddour se presentó en el pasado Festival de Cannes en la sección ‘Un Certain Regard’ y está basada en hechos autobiográficos, cuando su directora, que nació y creció en Argelia, tuvo que exiliarse a Francia con 18 años debido a una guerra civil que enfrentó al Gobierno con diversos grupos armados de integristas islámicos entre 1991 y 2002 y que dejó tras de sí cerca de 200.000 muertos.
En ese terrible contexto, Nedjma, estudiante universitaria, sueña con convertirse en estilista y se niega a que los trágicos momentos por los que están atravesando le impidan conseguir sus sueños y llevar una vida normal, como salir de fiesta con sus amigas. Comenzará a vender sus diseños en una discoteca a donde van las ‘papichas’, las jóvenes argelinas, pero las medidas represivas serán cada vez más estrictas. En medio de ese panorama, Nedjma luchará por su libertad y su independencia.
Elia Suleiman es uno de los directores más importantes de la cinematografía palestina. Siempre se sitúa a él mismo como protagonista, utilizando un humor surrealista, entre Buster Keaton y Jacques Tati, para escarbar en las contradicciones del conflicto en Oriente Medio.
Con Intervención divina (2002) alcanzó el Premio del Jurado en el Festival de Cannes y con De repente, el paraíso ha vuelto a recibir una mención en el prestigioso certamen. En ella, el director Elia Suleiman viaja a diferentes ciudades del mundo en busca de similitudes con su tierra natal, Palestina, para ver si encuentra un nuevo hogar. Sin embargo, se dará cuenta de que no puede escapar de sus raíces y la promesa de una nueva vida se convertirá en una comedia minimalista llena de errores caracterizada por los gags conceptuales y episodios que parecen sacados del teatro del absurdo para comprobar que la insensatez es una cuestión universal, así como el sentimiento de extrañeza.
Después de firmar la magnífica Doña Clara el brasileño Kleber Mendoça sorprendió en el pasado festival de Cannes con una propuesta insólita, entre el cine de Glauber Rocha, John Carpenter, Sam Peckinpah y Jodorowsky. Una película extremadamente libre en la que se dan cita ritos ancestrales, relatos orales, bandidos y tecnología para dar lugar a un western criminal con pinceladas de gore y un fuerte sustrato político en torno a la situación del país en tiempos de Bolsonaro. Una fábula distópica en la que se da la mano lo mítico y lo mágico, el sentido revolucionario y lo psicotrónico.