José Fonollosa se aleja momentaneamente de los gatos y las parodias y se centra en las hadas para firmar una de sus obras más personales
VALÈNCIA.- Probablemente sean muchos que al ver un cómic titulado Las hadas ya no existen (eVolution Comics) tengan claro en que no se van a gastar su dinero. Craso error. El último trabajo de José Fonollosa (Vinaroz, 1975) es un historia que sin renunciar del todo al cuento infantil encierra una historia divertida, inteligente, cargada de filosofía y sin el menor atisbo de ñoñez. Para los que sigan su obra, además, verán un Fonollosa en un registro nuevo, muy alejado de sus trabajos más recientes (Los muertos revivientes, Go!, Parodia de tronos o Los vengatas), algo que él mismo reconoce
“Es una idea a la que llevo muchos años dándole vueltas, pero nunca encontraba ni el tono ni el momento para hacerla. Tenía muy claro el principio de la historia, pero nada más y, de hecho, ha conocido todo tipo de versiones en color, en blanco y negro, más dramática, más humor… Al final encontré un momento entre dos proyectos y me decidí a hacerla”. Eso sí, a fuego lento: “me ha constado un año y medio, pero creo que ha valido la pena”.
Fonollosa bromea cuando se le pregunta si es su trabajo más personal. “Eso me recuerda a Bisbal, que siempre dice que en su último disco ha sido el más personal y parecen las mismas canciones del primero”, apunta. Sin embargo, sí reconoce que el proceso ha sido diferente. “En Go! era una parodia del fenómeno Pokemon, Miau es muy real, Los muertos revivientes tiene la referencia de la serie, El viaje de Darwin una biografía… pero esta es la primera vez que me atrevo a hacer algo sin un guión cerrado y lo toda la libertad creativa para hacer lo que quisiera a partir de un pequeño punto de partida”.
Evidentemente, está contento con el resultado, aunque es incapaz de imaginar cómo van a reaccionar sus lectores. “El ciclo es siempre el mismo”, explica, “piensas que lo vas a petar, luego dudas, luego consigues editorial y subidón de ego, luego está a punto de salir y te vuelven las dudas. Al final llega a las tiendas y… ese es el problema, que nunca sabes lo que va a pasar”.
Aún así, no tiene motivos para quejarse. Rufa y Belfi, sus dos gatas, se convirtieron en inspiración para una tira que publicaba en la web y no sólo acabo publicado como Miau, sino que le siguió una camada: Más Miau, Guía Gatuna y, más tarde Ultragato, un personaje inspirado en otro de sus felinos: Toñín. “Y no sólo eso, en las redes sociales, con mis seguidores, tengo una especie de comunidad gatuna que nos reímos mucho”. Por cierto, uno de sus próximos proyectos se titula Gato vs Perro.
COSAS DE DIBUJANTES
Pese a su ritmo de producción, Fonollosa recuerda lo difícil que es hacer cómics y lo negro que se ve el futuro. “Antes había algunos dibujantes que conseguían trabajar para Marvel, pero hoy hay un montón de españoles. Francia ha sido un refugio tradicional y el Dorado para los autores, pero incluso allí se nota que el mercado está saturado. Podemos estar viviendo la paradoja de que cada vez sea ás fácil publicar porque cada vez se edita más, pero las cifras de ventas no aumentan. Hay muy pocos que venden mucho, muchos que venden poco, y unos que ni una cosa ni la otra”.
El crowfunding o la autoedición, dos palabras mágicas, tampoco parecen la solución. “Para la primero hay que conseguir el dinero, que no es fácil y para los segundo además tienes que dominar el tema. No es ir a la imprenta y dejar los originales sino la maquetación, el tipo de papel, las tapas, negociar precios… Hay algunos como a Jordi Bayarri, que fue pionero y que le ha ido bien, pero no es lo normal”, explica.
El panorama en EEUU tampoco es mejor. “Trabajar para Marvel, por ejemplo, es difícil. Ellos no buscan autores sino gente que sepa dibujar muy bien sus personajes y lo que quieren y, sobre todo, que entregue a tiempo. Al final es un trabajo muy esclavo, de 14 horas al día, y ese ritmo no todo el mundo lo puede soportar”, dice.