CASTELLÓ. Pasado más de medio año tras el final de Juego de Tronos, Ramin Djawadi, autor de la BSO de la serie, sigue acumulando más de dos millones de oyentes mensuales en Spotify. También, otro gran nombre de la industria hollywoodense como Hans Zimmer goza de más de cinco millones de espectadores mensuales. Y en España, la mayor parte de la audiencia se la lleva Alberto Iglesias, compositor de La piel que habito o Dolor y gloria, con casi 200.000 personas. Son muchas las bandas sonoras que han ido creciendo por su cuenta hasta casi separarse de la película a la que pertenecieron para seguir su propio camino. Ocurre con mucha facilidad que alguien se quede atrapado en una composición, sin nisiquiera haber visto en su vida el film que la originó. Para Alberto Lucendo lo trascendente de la música llega cuando consigue "despertar alguna emoción o sentimiento" en quien la escucha. Entonces, aquella persona "no se da cuenta de si la BSO está muy elaborada o no, porque simplemente han conectado con ella". Por eso, el artista tiene claro que lo que debe obsesionar a todo compositor ha de ser la búsqueda de un elemento que conecte directamente con el oyente.
En su caso, para construir la ambientación de Gregarios: maravillosos perdedores (2019, Lituania) Lucendo tuvo claro que el principal recurso instrumental que iba a utiliza era el de la propia voz. La de aquellos ciclistas que injustamente son alejados del escaparate mediático tras quedar los últimos en las carreras. "Para la mayoría de nosotros son simplemente los perdedores. Se llaman portadores de agua, domésticos, gregarios y Sancho Panzas del ciclismo profesional. Además, rara vez experimentan victorias personales: estos deportistas sacrifican sus carreras para ayudar a sus compañeros de equipo", cuenta la sinopsis del documental, que sigue además el recorrido de los ciclista desde los ojos del equipo médico que los acompaña a través de un "claustrofóbico" coche rodeado de deportistas heridos. "La vida del equipo médico en la carrera recuerda a la primera línea de guerra. Los ciclistas chocan, se levantan y corren nuevamente, y entre este caos, suceden muchas cosas magníficas. Esta odisea cinematográfica revela el mundo incalculable de los maravillosos perdedores, los verdaderos guerreros, los caballeros y los monjes del ciclismo profesional", añaden.
Lucendo solo tuvo un par de entrevistas por Skype con Arunas Matelis, director del documental, para crear su banda sonora. No se habían conocido en persona, pero la "especial conexión" que se forjó entre ambos valió para que este castellonense entendiera rápidamente lo que el film necesitaba. "Son personas que se dejan la piel en cada carrera y no obtienen ningún reconocimiento a cambio. Por eso, busqué darle un toque orgánico. No quería recargarla con muchos elementos, solo con los justos y necesarios para que esta conectara con la sensación de hacer deporte. Así, opté por una melodía vocal que creara sinfonías con las respiraciones", comenta el autor.
El profesional empezó a desarrollar su carrera como compositor de bandas sonoras para películas tras el encargo que Rafa Molés y Pepe Andreu le hicieron, tanto a él como a Montefuji -banda la que pertenecía-, para el film Five days to dance. A partir de entonces le llegaron más y más encargos -entre ellos el documental [m]otherhood- aunque tuvo que aceptarlos en solitario al instalarse en Berlín. Desde entonces, Lucendo ha sido galardonado con el premio nacional que entrega la Academia de Cine de Lituania (Silver Crane) al mejor compositor de 2018 por Gregarios. Además, ha sido preseleccionado como mejor compositor por los Goya hasta en tres ocasiones. Y a su currículum se suman varias bandas sonoras galardonadas en festivales internacionales como el de Varsovia, el Chicago EU Film Festival o los Premios del Audiovisual Valenciano. ¿Y cómo se consigue todo este reconocimiento? ¿Qué es lo más importante a la hora de componer?
"Es muy importante saber leer la energía de la película, porque tienes que conectar con la historia en lugar de trabajar escenas sueltas. Yo he llegado a ver películas enteras entre 10 o 20 veces y las escenas que trabajo hasta 50. Hay que saber ponerse a disposición del film, que es lo que manda. Intentar hacer una música que destaque o que te deje a ti mejor no corresponde. Yo prefiero hacer composiciones menos elaboradas o que destaquen menos pero que acompañen mejor la película", apunta el profesional que suele tardar una media de dos meses en finalizar sus piezas. También, su trabajo dependerá -como apunta- de los tiempos que maneje el mismo director. "A veces, están cambiando cosas hasta el último segundo y tienes que ir readaptando tus creaciones".
¿Y qué hace que una composición termine siendo magnífica o mediocre? "Hoy en día, como casi todo en la vida y en el arte, depende del nivel de medios o de producción y de distribución que vaya a tener la película. Si esta tiene el camino hecho como lo tienen los films de Almodóvar o Álex de la Iglesia, evidentemente va a tener más repercusión, pero esto tampoco se traduce en que vaya a ser mejor o peor. Normalmente que tenga más repercusión o menos, tiene que ver con el nivel de la productora", asegura el músico, que igualmente cree en las oportunidades que sí brinda el talento. Lucendo interpretó ayer en directo su BSO de Gregarios: maravillosos perdedores en el Paranimf, abriendo así el décimo aniversario de Cinemascore. Era su primera vez interpretando en directo mientras las imágenes del documental trascendían. Y lo hizo en su tierra, con la que todavía sigue estrechamente vinculado. De hecho, el profesional trabaja en la producción de una nueva banda local, sobre la que todavía no se pueden dar pistas, y también en otra procedente de Berlín. Además, Lucendo también es intérprete en la escena de improvisación de la capital alemana y ha actuado en varios proyectos como músico y diseñador de sonido. ¿Cuál es su momento preferido de la historia cinematográfica de la música? "Siempre cine clásico. De los años 50 y 60. Esas bandas sonoras orquestales y llenas de melodías. Sin nombres".
Quizá te interese