El auge de las plataformas digitales propicia también una caída en el consumo del audiovisual pirateado, pero la sobresaturación del mercado podría producir un repunte de los accesos a copias ilegales.
VALÈNCIA. Veintiún meses y más de 70.000 millones de conexiones a Internet han sido suficientes para que la Oficina de la Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO) constate que la piratería cultural no pasa por su mejor momento. O al menos no en el Viejo Continente, donde el acceso a contenidos que infringen los derechos de autor cayó, de media, más de un 15 % entre enero de 2017 y septiembre de 2018. Así lo arroja uno de los últimos estudios de la EUIPO, en el que España aparece como el sexto país de la Unión Europea que menos accesos ilegales registra con una media mensual por usuario de 8,73.
El informe, que examina el consumo de películas, música y productos televisivos pirateados a través de una amplia variedad de métodos de acceso, concluye también que ciertos factores socioeconómicos podrían ayudar a explicar por qué en algunas regiones de Europa los accesos ilegales son mucho más frecuentes que en otras. En este sentido, uno de los indicadores más relevantes es la renta bruta media anual, que tal y como exponen los autores del estudio “se asocia a menores niveles de consumo” cuando es alta, sobre todo en productos musicales y películas.
El número de accesos a contenidos ilegales es, por tanto, mucho más elevado en países cuya renta bruta media anual no supera los 27.000 euros, una cantidad que se encuentra por debajo del promedio de 28.614 euros que marcan los veintiocho países que conforman aún la Unión Europea. Esta realidad se refleja en lugares como Letonia y Lituania, que registran las tasas de piratería más altas del continente con más de 26 accesos mensuales y poseen, además, rentas inferiores a los 23.000 euros según datos de Eurostat.
En el polo opuesto, Finlandia solo contabiliza 4,5 accesos al mes, mientras que Alemania y Dinamarca, que cuentan con una renta bruta media anual de 37.808 y 38.865 euros respectivamente, figuran también entre los países donde la piratería tiene peor acogida. También la desigualdad económica parece ser un factor relevante, ya que los autores del estudio señalan que allí donde es más notoria el impacto de la piratería se vuelve “estadísticamente significativo”. No es de extrañar, por tanto, que de nuevo países como Lituania, Bulgaria y Letonia se encuentren entre aquellos que reparten la riqueza de forma menos equitativa.
El estudio de la EUIPO sostiene igualmente que el descenso más acusado por tipo de contenido se produjo en el ámbito de la música, que entre enero de 2017 y octubre de 2018 experimentó una caída de la piratería del 32 %. Los contenidos de televisión fueron, en cambio, los que advirtieron un menor descenso (8 %) con España ubicada como la tercera región donde menos se consumen de forma ilegal y la segunda por oferta legal de canales, solo por detrás de Italia. A la vez, los accesos piratas a películas se redujeron un 19 % de media.
La tendencia a la baja que constata el informe de la Unión Europea también se proyecta en estudios de ámbito nacional, si bien es cierto que no existe ninguno de carácter anual elaborado desde las administraciones públicas. Sí consta, en cambio, una publicación que desde 2016 cuenta con el apoyo de la Secretaría de Estado de Cultura, como es el Observatorio de la Piratería que la Coalición de Creadores e Industrias de Contenidos, una entidad que agrupa a asociaciones del sector cultural español como la SGAE o el Gremio de Editores (FGEE), publica junto a LaLiga.
A diferencia de la EUIPO y sus accesos mensuales a contenidos ilegales, la Coalición tiene en cuenta el consumo total de estos productos para concluir que en 2018 se accedió a 4.348 millones de ellos, lo que representa un descenso del 3 % respecto al año anterior. El estudio desglosa además el tipo de contenido cultural y muestra que donde la piratería se reduce de manera más constante es en el ámbito audiovisual: las series, las películas y el fútbol encadenan ejercicios a la baja desde 2016.
Esta inclinación se refleja también en la Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales que el Ministerio de Cultura publica cada cuatro años, donde se observa que el número de usuarios que descarga películas de Internet ha pasado del 16,1 % en 2015 al 3,7 % actual. Ello refuerza el argumento de que la llegada de las plataformas digitales ha ayudado a revertir la tendencia, sobre todo cuando tres de los soportes que lideran el vídeo bajo demanda, como son HBO, Netflix y Amazon Prime Video, desembarcaron en España, precisamente, a partir de 2015.
“En el momento en el que se reducen los precios y se empieza a democratizar el consumo de contenidos a un precio razonable, la piratería comienza a bajar”, mantiene el director de la Escuela Superior de Arte y Tecnología de Valencia (ESAT), Jaime Torres, lo que de paso fortalece los lazos que la EUIPO establece entre renta y piratería. También Teresa Díez, analista de televisión y colaboradora de Culturplaza, sostiene que la llegada del streaming ha tenido un impacto positivo en la piratería, aunque advierte de que sus efectos podrían ser pronto adversos.
Con la entrada de nuevas plataformas como Apple TV o Disney +, que llegará a España en 2020, se podría dar una “sobresaturación de la oferta disponible al público”, lo que en opinión de Díez fragmentaría en exceso los contenidos y amenazaría con “colapsar” a unos espectadores incapaces de asimilar a todas las empresas que se disputan el mercado del streaming. Un escenario que podría forzar una caída de las suscripciones y un repunte de la piratería.
En cualquier caso, parece que habrá que convivir cada vez más con el acceso a contenidos culturales de forma online, ya que como bien prueba el informe Media Consumption Forecast publicado en junio por la agencia Zenith, la suma del uso diario de Internet mediante móvil (130 minutos) y ordenadores (40 minutos) supera por primera vez al dato del consumo de televisión, que obtiene 167 minutos diarios. El futuro del entretenimiento, por tanto, parece pasar por Internet, sean cuales sean sus consecuencias para la piratería.