Analistas, operadores, gestores e inversores se mantienen expectantes ante las negociaciones que siguen manteniendo el Reino Unido y la Unión Europea (UE)
MADRID. El 29 de enero, el Parlamento Británico aprobó el regreso de Theresa May a Bruselas para cambiar, de manera no especificada, la provisión 'backstop' respecto a la frontera de Irlanda del Norte con República de Irlanda tras la salida de Reino Unido de la UE (Brexit). Esta controvertida disposición forma parte del acuerdo inicial de divorcio de May con la UE y se activaría si no se encuentra alternativa durante el período de transición. Sin embargo los diputados británicos temen que pueda revigorizar fuerzas centrífugas en Reino Unido (Escocia en particular).
El problema es doble. En primer lugar, no está claro que la UE esté dispuesta a alterar la provisión de manera significativa, aunque si algunos ajustes sin peso legal. De hecho la UE ya dijo que las negociaciones no se reabrirían. En segundo lugar no está claro si estos ajustes serían suficientes para obtener el apoyo del elevado número de diputados que votaron contra del acuerdo a principios de enero por una diferencia histórica de 230 votos.
Además si los diputados hubieran aprobado la enmienda Cooper/Boles se habría excluido legalmente la posibilidad de Brexit 'sin acuerdo' el 29 de marzo y allanado el camino a una prórroga. Por su parte, la enmienda del dirigente laborista Jeremy Corbyn, que incluye una unión aduanera permanente con la UE, también se ha rechazado, aunque la enmienda Dromey/Spelman por la que el Parlamento no aceptará un resultado 'sin acuerdo' se ha aceptado por ocho votos, si bien es sobre todo simbólico.
La buena noticia es que Corbyn, tras haberse resistido, ha acordado reunirse con May y que esta se ha comprometido a reforzar el derecho de los trabajadores tras el Brexit a fin de obtener apoyos de los diputados laboristas cuando regrese al Parlamento. En última instancia la química entre May y Corbyn puede ser clave.
May, tras su nueva visita a Bruselas, espera mantener el núcleo de diputados conservadores y un apoyo suficiente de diputados laboristas 'disidentes'. Pero seguimos pensando que el resultado más probable es una sucesión de iteraciones infructuosas en el Parlamento y, en última instancia, la necesidad de pedir prórroga del plazo del 29 marzo, más hacia la posición del Partido Laborista y posibilidades de un Brexit más blando.
Mientras tanto ha aumentado el riesgo de Brexit accidental sin acuerdo el 29 de marzo. Ambas partes pueden permanecer en sus posiciones por cinismo político cortoplacista. Si el Parlamento no encuentra alternativa es probable que pase a ver cómo manejar un resultado disruptivo sin acuerdo, de planificación de contingencias, dado que extender el plazo requiere aprobación unánime de la UE, lo que probablemente llevaría tiempo y sólo se concedería por una razón válida (no simplemente cambiar el acuerdo de divorcio).
También es posible revocar unilateralmente el artículo 50 y cancelar el Brexit. Sin embargo, no está claro lo que Theresa May haría con solo unos días de tiempo, pues desde hace mucho tiempo insiste en que su misión es cumplir con el voto del referéndum de 2016 y abandonar la UE.
En este estado de cosas, la libra se ha llegado a ver impulsada ante la interpretación del mercado de que un Brexit sin acuerdo es menos probable y que en cierta medida May se dirige a un acuerdo bipartidista -menos probable tras la última votación en el Parlamento el 29 de enero-.
El caso es que hay riesgo de Brexit sin acuerdo, lo que hace la libra vulnerable a corto plazo y que la volatilidad permanezca. Además, las posibilidades de elecciones generales han aumentado con el estancamiento político y los mercados financieros pueden llegar a preocuparse por la posibilidad de un gobierno menos favorable al mercado. De todas formas de momento esperamos una apreciación de la libra, de manera que en doce meses se cambie a 1,37 con el dólar.
Thomas Costerg es economista de Pictet WM