VALÈNCIA. El resultado electoral todavía está fresco, cual capa de cemento reciente que conviene no pisar pero que resultará inamovible. Las tres fuerzas que llegarán a un pacto de gobierno para el futuro Botànic II son reacias a apuntar claves del próximo acuerdo, pero existen cuestiones que, indudablemente, deberán afrontarse más pronto que tarde entre los partidos de izquierdas.
La primera será la Presidencia de Les Corts, donde el histórico dirigente del Bloc, Enric Morera, se perfila como favorito tal y como informó Valencia Plaza. El siguiente paso, tras la investidura del jefe del Consell, el socialista Ximo Puig, será la conformación del nuevo Gobierno valenciano. Ahora bien, uno de las primeras incógnitas a deshacer en el diseño del Ejecutivo será la interpretación del mestizaje entre partidos.
Conviene recordar que el Consell de la legislatura saliente tenía la particularidad de mezclar cargos de los dos partidos gobernantes -PSPV y Compromís- en las distintas áreas del Ejecutivo. Así, el organigrama se dibujó de la siguiente manera: si el conseller era socialista, su número dos (secretario autonómico) era de Compromís y viceversa. De la misma manera, en los diferentes departamentos se otorgaban direcciones generales al partido de turno en las consellerias que controlaba el otro partido de gobierno. Un pequeño 'sudoku' que ha funcionado relativamente bien en áreas como Educación pero que no ha corrido la misma suerte en otras como Economía, donde llegó a forzarse la salida de la secretaria autonómica socialista, Mako Mira, por desavenencias por el titular del departamento, Rafa Climent, de Compromís.
Ahora bien, en la ecuación actual debe entrar un tercer actor: Unides Podem, confluencia conformada por Podemos y Esquerra Unida, cuyos ocho escaños son necesarios para la investidura de Puig y desde ya han mostrado su intención de entrar en el Gobierno valenciano. De esta manera, no parece tan complicada su inclusión en la primera línea del Ejecutivo como el encaje en un hipotético mestizaje aún por decidir.
Las primeras quinielas apuntan a un gobierno con un incremento de consellerias (13 es el número más recurrente), en el que los socialistas dispondrían de siete, mientras Compromís tendría cuatro y Unides Podem, dos. Más allá de ese primer esbozo todavía por negociar, habría que elaborar posteriormente un segundo escalón en el que, de continuar con la tesis del mestizaje, deberían repartirse las secretarías autonómicas y las direcciones generales entre los tres partidos del Botànic II.
Un esquema complejo ante el que no pocos dirigentes socialistas se muestran escépticos. La idea de ostentar una conselleria en la que la máxima responsabilidad sea para el PSPV pero tenga un 'número dos' de Compromís, y direcciones generales en manos de Podem o EU, no termina de agradar a cargos próximos a Puig, si bien admiten que todo es negociable.
En esta línea, algunos apuestan por no precipitar acontecimientos y limitarse primero a acordar el diseño completo y detallado de las áreas necesarias de gobierno: consellerias, secretarías autonómicas y direcciones generales y, a partir de ahí, tejer una distribución con un reparto que atienda a la representatividad dentro de la lógica de las sintonías personales e ideológicas. O lo que es lo mismo, no situar a un cargo de signo político diferente bajo las órdenes de un dirigente con el que no exista 'feeling'.
Una premisa a priori razonable dentro de la siempre compleja dinámica de la conformación de un gobierno que, en esta ocasión, requiere de una especial mano izquierda tras la experiencia de cuatro años en la que el mestizaje ha sido un arma de doble filo constante: por un lado, un ejemplo de entendimiento y colaboración entre dos partidos distinta y, por otra, un foco de crispación y batalla en la competencia electoral de PSPV y Compromís.