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MEMORIAS DE ANTICUARIO

La polémica de la semana: el caso Christian Gálvez y el comisariado de exposiciones

16/12/2018 - 

VALÈNCIA. Preparando este artículo me he encontrado con una entrevista, de hace escasos días, en el diario Avuí, al anticuario, escritor e historiador del arte catalán Artur Ramón, uno de los más importantes profesionales españoles y un excelente divulgador, hablando de Barcelona sin pelos en la lengua, y, calificándola hoy en día como una ciudad “de provincias” desde el punto de vista del arte. “El arte no está en la agenda política ni en la social. No es una prioridad. Ni, al contrario de lo que se dice, de la burguesía. Vivimos en una sociedad en la que los dioses son los futbolistas, y los sacerdotes que están marcando el pulso intelectual son los futbolistas y los disjokeis (…) vamos directos, si ya no estamos, a un mundo sin cultura. Quedará reducida a unas élites, como pasaba en la época medieval. Yo lo que le digo a mis hijos, y a todos los jóvenes, es que no hagan másters de empresas y de márketing… eso lo tendrá todo el mundo! Han de apostar por la cultura porque no la tendrá ninguno. “

Estas palabras parecen traídas por los pelos pero en el fondo tienen mucho que ver con la polémica de estos días.

El asunto Gálvez/Da Vinci

Como creo que conocen, se ha desatado una tormenta sobre una exposición dedicada a Leonardo Da Vinci en la Casa de las Alhajas en Madrid. En primer lugar debo decir que no he visto la exposición, a lo que he de añadir también que todavía no he leído una sola crítica de la misma. Me consuela pensar que la práctica totalidad de los que se han llevado las manos a la cabeza estos días tampoco la han visto. Espero que se publique algún texto de crítica de arte en los próximos días, tras la visita de la exposición, con sus pros y contras, poniendo en negrita destacando las barbaridades que ha cometido el tal Gálvez, ultrajando la memoria del genio.

Aunque sea a través de la polémica, el arte y patrimonio está tan dejado de la mano de Dios en la España mediática del siglo XXI que vale aplicar eso de “oiga, sea bien o mal, que al menos se hable de mi”. España es un país curioso por emplear un eufemismo. Resulta que un popular presentador de concursos nuestro país, que, al parecer siente fascinación, desde hace años, no por Leonel Messi o David Guetta sino por Leonardo Da Vinci, comisaría una exposición sobre el autor de la Virgen de las Rocas, y en lugar de celebrarlo como el hallazgo de la aguja entre el pajar de la frivolidad que dominan los medios de comunicación, nos lanzamos sobre él porque ha aprovechado su carácter mediático para comisariar esta muestra. ¡Gente mediática, no pongan sus sucias manos sobre el elevado mundo del arte!

El anticuario, escritor e historiador del arte Artur Ramón.

Como decía, no he ido a la exposición y tampoco se si lo haré, pero me puedo permitir hablar del tema porque las críticas que he podido ver a este señor, a las que me referiré, son de tipo apriorístico, ad hominem. Es decir, de si la expo es un despropósito, el itinerario es lioso, las cartelas están equivocadas, la iluminación inapropiada, ha pasado por alto una etapa creativa del genio, hay una falta a de rigor y falseamiento en las piezas, etc. nada de nada. Sin embargo  he leído muchas al hecho de que este señor sea su comisario. Como entiendo que la acusación de intrusismo es una valoración avant, sin entrar a valorar el concreto resultado de su trabajo (que no digo yo que, quizás, no haya por dónde cogerlo), debo concluir que si yo, que sí que soy historiador del arte, hubiese hubiese comisariado la exposición en lugar del Sr. Gálvez, la acusación de intrusismo no habría a lugar, oiga, incluso en el caso de que el señor Gálvez sepa mucho más de Leonardo que el que escribe estas líneas (que es el caso). De hecho, conozco mejor el trabajo de artistas españoles que trabajaron a su lado o recibieron su influencia. Un poco absurdo, ¿no?

Creo que es importante tener en cuenta el hecho de que estamos ante una exposición de tipo divulgativo, destinada a un público no especializado y con un carácter, no solo formativo, sino también lúdico. No se trata de una exposición sobre “La técnica pictórica de Leonardo en su discípulo Bernardino Luini” o “Influencia de Da Vinci en la pintura española de la primera mitad del siglo XVI. El caso de Fernando de Llanos”. Es decir, se trata de una muestra que obviamente se ha de comisariar con un mínimo rigor pero no se trata de una exposición de carácter científico y especializada.

Miren, he visitado exposiciones comisariadas por historiadores del arte, incluso especialistas en la materia, que dejaban mucho que desear y me han dejado un retrogusto un tanto amargo, ya sea en el caso de exposiciones de arte antiguo por atribuciones dudosas por no decir descabelladas, o, como en caso de arte contemporáneo, especialmente de carácter conceptual, por salir de la exposición con menos idea de lo que trataba que con la que entré. Exposiciones comisariadas por historiadores, es decir “con todo en regla” en cuanto a la titulación y en las que el comisario/a no era una persona mediática. Todo en orden, vamos. Por no hablar, aunque no sea el tema de hoy, de que en nuestra ciudad hay algún museo con piezas expuestas erróneamente catalogadas en cuanto a su cronología, o en la atribución.

Christian Gálvez en la presentación de la exposición.

Cierto es que la polémica que se ha desatado no es más que el reflejo de una situación de precariedad laboral, irrelevancia y de ninguneo que vive la profesión de historiador del arte en nuestro país. La insignificancia de la labor de los historiadores en la sociedad actual que realmente los ignora como interlocutores en muchos casos en los que su conocimiento, su opinión científica (aquí sí) es importante (así nos habríamos evitado intervenciones como mínimo agresivas del teatro romano de Sagunto, la fachada del San Pío V o el Almudín de Valencia por pensar a vuelapluma en tres casos) etc. Un ejemplo de actualidad ¿se ha solicitado algún informe de un historiador del arte sobre la intervención, iniciada estos días, en el solar de la calle del Salvador? Hace unos días un arquitecto nos llamaba en un medio de comunicación a los historiadores del arte “pollosos del arte”, a colación del debate suscitado por el diseño del edificio de la casa del relojero que se va a levantar junto al Miguelete.

Seré claro: el pronunciamiento institucional del CEHA (Comité Español de Historia del Arte) del 6 de diciembre en relación con el asunto Gálvez, a mí, desde luego, como historiador no me representa. Un duro comunicado en el que se habla ante todo de intrusismo y aprovechamiento por parte del comisario de su figura mediática y comparando esa especie de astracanada que se lleva a cabo en el palacio de las Alhajas con una rigurosa y seria exposición en la Biblioteca Nacional a cargo de la catedrática en paleografía, Elisa Ruíz, autoridad en la obra manuscrita de Da Vinci. Se habla poco, sin embargo, de la exposición. A decir verdad no se habla prácticamente nada. Una decepción porque yo pensaba que aquí, en una nota emitida por historiadores y por tanto científicos, sí que se describirían las barrabasadas practicadas por el Sr. Gálvez con la figura de Leonardo. Sin embargo no me deja de asombrar que, literalmente, el comunicado reconoce: “La no posibilidad, de momento, de consultar el catálogo de la muestra, que parece estará disponible en un par de semanas, así como la ausencia del comité científico que parece avalar esta muestra y que suponemos estará recogido en los créditos y textos del catálogo, no nos permite ahondar en el diseño museológico de la exposición.” Va a ser, al final, que la exposición no está tan mal. Me pregunto si se va a rectificar la opinión que se tiene sobre la intervención del Sr. Gálvez en el improbable caso de que la exposición sea

Códice de Madrid.

Una nota rezuma un regusto clasista al decir que no debería vincularse la Biblioteca Nacional con esta exposición. Pienso que no estamos en tiempos para verlo todo desde las alturas. La historia del arte no es sólo para especialistas y pienso me congratularé del éxito de la exposición de Gálvez si consigue atraer a una cantidad importante de visitantes. ¿Qué problema hay en “bajar” a Leonardo a la calle y en popularizarlo, mientras haya rigor en lo que se exhibe?. Me parece un ardid comparar lo que no es comparable: la exposición de la biblioteca nacional sobre los códices de Madrid y la de la Casa de las Alhajas en cuanto a sus propósitos y la especialización que requiere una y otra muestra. Pienso, al contrario que en todo caso la comparación debería ser positiva por contraste para transmitir al visitante las dos visiones: una científica y especializada frente otra para el público que se acerca por primera vez a Leonardo.  Alegan los historiadores que Gálvez “ni es experto reconocido científicamente en la figura de Leonardo ni en la cultura de su época”. Yo me pregunto si es necesario ser una autoridad en Leonardo para hacer una exposición de naturaleza generalista, para todos los públicos y de carácter divulgativo.

Para finalizar, me causa cierto estupor la queja en el comunicado, respecto a que la muestra de la Casa de las Alhajas ha sido financiada por empresas y fundaciones privadas (vade retro satanás), permitiéndose advertirles a estas, desde el púlpito y con una gravedad un tanto sonrojante, que “tienen una responsabilidad social y deberían prudentemente valorar que proyectos culturales apoyan”, como si de la exposición del Sr. Gálvez hubiese peligro de salir peor que como se entró en ella. Cuidado dónde se meten ustedes, les advertimos los historiadores.

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