La obra de arte que robaría... Nuria Enguita

Atracador

Nuria Enguita, directora del IVAM

Botín

La tertulia, de Ángeles Santos (1929)

Más realismo mágico que surrealismo; o nueva objetividad mejor, o poscubismo o posexpresionismo, Otto Dix y George Grosz. Que si necesitáramos todo eso de las taxonomías y referencias («universales» y foráneas) para fijar el sentido del cuadro, está ahí, es cierto, hay algo de todo eso. Pero es la España de 1929, aunque sorprenda, y la osadía de una jovencísima pintora que fascina a Gómez de la Serna, a Francisco Cossio, a Juan de la Encina, a Giménez Caballero. Todo esto para mirar el cuadro sin dejar que nos mire, pero si nos dejamos llevar, si cruzamos las miradas entonces…

Dicen tertulia, es mucho más. «Flappers» o las «sinsombrero» como queramos llamarlas, «mujer moderna» o «nueva», y el derecho a hablar que ya es hacer. Quizá un encuentro en el Lyceum Club Femenino. Reunirse, leer, fumar, la vida cotidiana como revuelta, como protesta, en ese hoy extinto cruce entre lo político y lo cotidiano que tanto flaquea por el descrédito de la acción política, pero que es absolutamente necesario. No solo emancipación, sino irrupción de la mujer nueva en el espacio público, en el trabajo, en la calle, en la creación y el pensamiento, en la política; un progreso que no se reduce a la mejora en el dominio de lo exclusivamente femenino que es progreso social, colectivo, construcción de una sociedad nueva. Aún faltaban unos años para que las mujeres que vemos en el cuadro pudieran votar, ese derecho no se les reconocería has 1931 y no se haría efectivo hasta 1933. Así era. Breve conquista que la cruel guerra española iba a interrumpir y no se retomaría hasta 1977. Queda mucho por hacer. Hay que mirar el cuadro y tomar de nuevo impulso. Debemos reunirnos, tenemos que hablar…

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