Tiziano Angri es napolitano, pero creció en Pisa, en Tirrenia, una ciudad de vacaciones fundada por los fascistas en los años 30. En ese restort, entre veraneantes y algún jubilado que abusaba de niños en los descampados, encontró la inspiración para dibujar un cómic que bucea en los traumas de la infancia con un realismo sobrecogedor
VALÈNCIA. En un mercado cada vez más dominado por el realismo social, la Historia y las autobiografías, una propuesta como La única voz, del italiano Tiziano Angri (La Cúpula, 2018) que solo puede ser calificada como "realmente extraña" brilla por sí misma, por su excepcionalidad.
El argumento es inexplicable. Años 70. Un niño, Yuri, tiene un problema, lo oye todo. Por una lesión traumática en sus oídos, escucha cualquier sonido. Es una tortura para él. Se cuelan en su cabeza las discusiones de los vecinos, golpes, ruidos que se producen a kilómetros.
Eso está claro, lo que ya no se entiende tanto es que pretenda sanarse por extraños ritos de chamán para los que recoge animales muertos. Su objetivo es crear un sonido con la guitarra eléctrica, los amplis y los cadáveres, un zumbido, que le sirva para curarse. Es algo realmente enfermo.
Pero cuando crees que la historia seguirá profundizando en su atmósfera surrealista, otro argumento rompe con todo. Es una historia diametralmente opuesta. Trata de una chica transgénero que se está prostituyendo en unas ruinas en mitad del campo. El colchón en el que trabaja está sucio. Es todo sórdido e insalubre, pero necesita el dinero para cambiarse de sexo.
En las situaciones que se encuentra este personaje, Irene, aparece un individuo sacado de la realidad. Tal y como han contado Angri en entrevistas, un anciano que se contenta con ver a Irene orinar delante de él y que le pegue un puñetazo existía en las cercanías de su pueblo.
Angri vivió durante muchos años en Tirrenia, una ciudad de vacaciones fundada por el fascismo italiano. No tiene más de tres mil habitantes. Ahora vive en Verona, pero reconoce que su estancia en este lugar le forzó a mostrar en sus historias el mundo con la mayor precisión posible, "para bien y para mal".
Eso es lo que ocurre con la breve historia de Irene. No profundiza en ella demasiado y está entrelazada con las idas de olla de Yuri, su enfermedad y sus intentos de mitigar sus síntomas, de hecho, el final de la obra se produce cuando se explica por qué sus vida están unidas. Pero aunque no se explaye con Irene, la contundencia de las escenas que muestra de ella, el dolor que desprenden, la suciedad y la miseria, a la vez que sus agallas para superar sus problemas, son lo que más llega del cómic.
Dividido en tres capítulos, el relato se basa en la lucha por la superación de Irene y una regresión a la infancia en su vertiente más oscura. La de los traumas y las vivencias insuperables que lastran existencias de por vida. En palabras del autor: "la soledad, la relación con los desafíos de convertirse en adultos y encontrar una identidad dentro de nuestra sociedad".
En la actualidad, Angri se dedica al diseño publicitario, pero musicalmente es un gran aficionado al kraut rock y los sonidos extremos actuales. Cita entre sus grupos favoritos a Faust, Neu!, Amon Duul II y Popol Vuh, la jerarquía del caos del rock alemán de los 70. Aunque a día de hoy no pierde la pista de los grupos de drone doom y cafradas semejantes no aptas para espíritus powerpoperos.
Él mismo admite que esa música "contaminó emocionalmente" este tebeo. Ese viaje al pasado más remoto de cada persona, una búsqueda hasta comprobar dónde hunden sus raíces los sentimientos y la personalidad de los adultos, hay que entenderlo en clave de kraut, de sonidos apocalípticos, ensordecedores, hipnóticos y angustiosos.
Para ser una obra de debut es muy aceptable y sorprendente. Quizá toda la parte de los rituales chamánicos de Yuri palidece por lo oneroso ante el naturalismo crudo de la vida de Irene, pero en ese atrevimiento está el sello de distinción de su autor.
La lista de dibujantes que inspiraron a Angri en su evolución como dibujante y guionista es extensa: Liberatore, Moebius, Jason, Nicolas de Crécy, Sammy Harkham, Tony Millionaire, Jim Woodring y Pratt. De hecho, su Yuri de La única voz no desentonaría en los delirios de Billy Avellanas. En cine, se decanta por Haneke y Sokurov. Una lista de nombres que hablan de sus intenciones como un libro abierto.
En la Italia profunda de tiempos pretéritos, se muestra la vida presuntamente normal de unos adolescentes. Ambos están aislados y encerrados en sí mismos, uno por la enfermedad, la otra por la disforia sexual. El entorno en el que habitan es despiadado. Solo se esperan burlas y maltratos. No hay sobriedad en los protagonistas, tienen sueños porque viven en pesadillas, no hay término medio. Es la viva expresión de la tragedia que supone estar sano en una sociedad enferma.