Las poetas Carolina Otero Belmar y Luci Romero son las responsables de este homenaje en forma de antología que busca reconocer la obra de Fuertes, poeta de todas y todos y no solo de los niños
VALÈNCIA. Cuando este año dos mil diecisiete acabe, dentro ya de muy poco, diremos de él muchas cosas: que fue mejor o peor, que teníamos ganas de que acabase, que se nos hizo largo, que pasó volando, que casi no ha llovido, que cumplimos con nuestros propósitos o seguramente que no lo hicimos, que leímos poco, que leeremos más el que viene. El año dos mil diecisiete, como pasa con todos los años del calendario, desde el gregoriano hasta el hebreo, pasando por el armenio, el chino, el persa o el rúnico, de tranquilo ha tenido poco. Basta con darse un paseo por su entrada en la Wikipedia para llevarse las manos a la cabeza y confiar en que tras las campanadas se cumpla eso de año nuevo, vida nueva. Hemos celebrado este año algunas efemérides centenarias importantes, según esta enciclopedia online: se cumplen cien años de la Revolución Rusa, cien años de las apariciones de la Virgen de Fátima y cien años del nacimiento de la cantautora chilena Violeta Parra. Pero se deja la Wikipedia un dato importante, y este olvido es sintomático y justifica los esfuerzos de todas esas personas que se han encargado este año de subsanar una amnesia especialmente injusta, una falta de reconocimiento grave y de la cual nuestro país es culpable. En dos mil diecisiete se han cumplido cien años del nacimiento de otra poeta además de Parra: Gloria Fuertes habría llegado a soplar una centuria en la tarta este mes de julio. Así que este es su año también.
Por fortuna, no han sido pocos los actos, reportajes y publicaciones que han recordado a la poeta madrileña. Sin embargo, cuesta desprenderse del sabor agridulce que envuelve todo lo que tiene que ver con Fuertes: aún no se ha conseguido comprender del todo su papel ni se le ha dado a su obra la consideración que merece. Demasiados clichés para referirnos a ella. Demasiados lugares comunes propios de la falta de interés. Por eso ahora que todavía seguimos en su año, conviene mostrar uno de los últimos homenajes que se le harán en dos mil diecisiete, si no el último, obra de dos poetas de la ciudad de Valencia como son Carolina Otero Belmar y Luci Romero, quienes han llevado a cabo el proyecto literario que recibe el título Isla revisitada, en el que un total de diez poetas incluyéndolas a ellas, que se completa con Lucía Boscá, Sara Castelar, Alba Ceres, Berta García Faet, Ana Elena Pena, Carmen Juan, Guillermo Morales y Mr Perfumme, han revisitado la Isla ignorada de Fuertes de mediados del siglo pasado en un ejercicio respetuosamente apropiacionista que seguro habría gustado a la homenajeada. El resultado ha sido publicado por el sello Flechas de Atalanta en el que Otero Belmar y Romero ejercen de editoras. La portada de la antología corre a cuenta del ilustrador y diseñador tinerfeño afincado en Valencia desde hace más de diez años Elías Taño.
Mucha gente desconocerá que la obra de Fuertes no se circunscribió solo al terreno infantil -donde qué duda cabe, era magnífica-; además de ser “la poeta de los niños”, Fuertes era poeta, a secas. Otero Belmar explica así este fenómeno: “Gloria Fuertes era lesbiana y antibelicista; leemos en su poema Deshacer lo injusto: «No sé escupir / pero voy a aprender / para escupir sobre las tumbas /
de todos los culpables de las guerras». Además, en momentos dados de su obra, aunque aparece Dios a menudo, parece que su fe católica se tambalea, que hasta se cuestiona a Dios con ironía. Al respecto, leemos: «San Algo bendito / Ser Superior -extraterrestre- / ¡Oh! San Algo sobrenatural / líbranos del mal» (Oración a San Algo), o «para preguntar por todos ellos / llamé al cielo / y una voz contestó: / -Dios está reunido / no puede ponerse» (Para preguntar).
Así, creemos que era difícil ser y escribir como Gloria Fuertes en la España de posguerra siendo homosexual, de padre republicano, tan crítica con la injusticia y la guerra y con una fe católica haciendo aguas, que, además, incluía en su discurso poético palabras no canónicas, sobre todo viviendo de una poeta mujer: «yo de pequeña quería ser puta / y mi madre (que era muy beata) / me pegaba cada vez que lo repetía». Le gustaba a Fuertes estar en la línea de la 'incorrección', de la transgresión y, de hecho, aunque no formó parte directa de las filas del postismo (Edmundo de Ory) sí hay una cierta adscripción al mismo, y sabemos que este movimiento se caracterizaba por la transgresión y el juego –véase Aconsejo beber hilo, 1956-. Suponemos, por tanto, que la época en la que vivió no facilitó que su obra adulta pudiera ser bien divulgada. Además, no fue una mujer de academia, de hecho la primera vez que pisó una universidad fue para impartir clases de español, fuera, en la Universidad Bucknell (1961: recibió la beca Fullbright).
Luego, el sustento parece que lo conseguía la autora por su obra infantil, lo que le proporcionaba un “sueldo”. A lo que hay que sumar que ciertos humoristas popularizaron la imagen de una escritora ancianita, de voz rocosa y rima fácil. Nos recuerda Luis Antonio de Villena en su prólogo a Geografía humana y otros poemas que cuando la poeta madrileña murió en 1998, la televisión pública anunciaba: Ha muerto la autora de «Un globo, dos globos, tres globos», como si su prolífica obra adulta hubiera quedado en humo”.
Es fácil darse cuenta leyendo a Otero Belmar de que es mucho lo que se ha quedado por el camino en la construcción del concepto colectivo que tenemos de Fuertes. A esos efectos, ¿habrán servido los homenajes de este año, como este que nos atañe o las dos ediciones de Blackie Books -El libro de Gloria Fuertes y El libro de Gloria Fuertes para niñas y niños-, para que el gran público entienda quién fue Gloria Fuertes? “La visibilización de las escritoras es un objetivo a largo plazo pues topamos con editores como Jesús Visor que hacen afirmaciones terribles y misóginas acerca de la poesía hecha por mujeres. Así también es a largo plazo, concretamente, la recuperación de Gloria Fuertes. Sin embargo, creemos que sí se ha contribuido con las distintas celebraciones, artículos de prensa y ediciones a que se conozca mejor su extensa obra. Hay bonitas ediciones de sus obras completas y selecciones de sus versos ilustrados que han ampliado la presencia de la autora en los estantes de poesía adulta. El prólogo que comentábamos, de Luis Antonio de Villena para la edición de Nórdica, nos recuerda que Jaime Gil de Biedma ya la tenía en estima como la tuvo también José Hierro, que le dedica el poema Hablo con Gloria Fuertes Frente al Washington Bridge” -que se puede disfrutar recitado por él mismo en el siguiente vídeo-.
Diez poetas escriben junto a, sobre, desde o hacia Fuertes, diez poetas vinculados a estas tierras cuyos nombres resultarán cuanto menos familiares a quienes gusten de interesarse por la literatura producida en la Comunitat. ¿Cómo se escogió a las y a los participantes de la antología? “Por un lado, se tuvo en cuenta el criterio generacional: que no hubiera un gran lapso temporal, así, entre la poeta más joven y la mayor no hay más de quince años de diferencia. Autores en Levante hay muchos y muy buenos pero, obviamente, no podíamos incluirlos a todos (el proyecto perdería así coherencia y cohesión). Además, como hemos comentado antes, que nos unieran lazos personales (algunos nos reunimos para tomar cervezas si se tercia y charlamos sobre poesía o música), que hubiera actividad creativa más allá de la creación poética, y no queríamos, desde luego, una antología que mostrara a un par de poetas mujer por cumplir. En la Comunidad Valenciana hay muchas autoras, no hace falta cogerlas con pinzas. Que las antologías españolas no den cuenta de ello es falta de paridad, como en los libros de texto que estudian nuestros escolares: solo hay una presencia de mujeres del 7,6% (estudio de Ana López-Navajas). Nosotras queríamos mujeres en nuestra antología experimental porque nos gusta su escritura, no es agravio comparativo y, en todo caso, como decimos, si no se incluyen en otras antologías más “al uso” no se debe a un “fin de existencias” sino al desinterés que fomenta el patriarcado.
Si decíamos que el planteamiento desde el que se ha trabajado en la antología agradaría seguro a Fuertes, más le gustaría saber que los beneficios de la venta del libro se destinarán a la asociación MEF2C: “No pensamos en hacer un proyecto sobre Gloria Fuertes para sacar dinero, sólo queríamos hacer algo, a nuestros ojos, bonito y de interés, reivindicar a la autora desde un lado original y creativo. Muchos poetas que han contribuido están editando, por su lado, su obra con bastante trascendencia; esto, por tanto, es una pequeñita contribución por gusto. Luego, elegimos la asociación MEF2C (Síndrome de Microdeleción 5q14.3-MEF2C) porque conocemos a los responsables de primera mano (las familias de los niños afectados son los propios gestores de dicha asociación) y porque al ser una enfermedad rara (sólo 60 casos detectados en el mundo, 5 por ahora en España) la investigación sobre el síndrome no es pública y necesitan mucho apoyo. Esta enfermedad afecta al desarrollo psicomotor causando un retraso importante con rasgos del espectro autista y crisis epilépticas”.
Isla revisitada fue presentada el día dos de diciembre en Librería Bartleby y desde entonces, ya se puede adquirir. Pocos homenajes este año encarnan tan bien la esencia de lo que fue Gloria Fuertes, que no era solo “la poeta de los niños” pero poeta de los niños era. Así que en su honor revisitaremos la isla, la memoria.