Se mire desde donde se mire, los indicadores objetivos señalan una desigualdad notable entre hombres y mujeres desde el terreno de la representación hasta la dirección de las instituciones
VALÈNCIA. Los datos ya están sobre la mesa y las conclusiones son claras: la cultura suspende en Igualdad. Esta afirmación no es una sentencia atropellada, guiada por una sensibilidad o una ideología concreta, sino un análisis breve de los resultados que sistemáticamente arrojan todos los estudios con perspectiva de género que analizan las dinámicas de los diferentes sectores culturales de España. El Ministerio de Cultura, a través de su área de Igualdad, publicó la semana pasada un extenso informe analizando la aplicación de la Ley de Igualdad en un centenar de indicadores, que van desde la brecha en la financiación que pueda existir entre proyectos subvencionados por hombres y mujeres hasta el tanto por ciento funcionarias y funcionarios trabajando para el Ministerio.
El informe llega a numerosas conclusiones en cada disciplina, pero un buen resumen de todas ellas sería que las mujeres consiguen la paridad o incluso dar la vuelta a la brecha en cuestiones simbólicas pero, estructuralmente, siguen sin ocupar puestos directivos (los puestos de Direcciones Generales o superiores son ocupados en más de un 70% por hombres), siguen estando peor financiadas (menos subvencionadas, tanto en importe medio como en cantidad de personas) y tienen más dificultad para distribuir su obra y “pasar a la historia” (o al menos, eso se deduce por la representación de las mujeres en las actividades del Ministerio).
Por otra parte, sí se deja entrever en este informe algunos indicadores que se han reformado a partir de la Ley de Igualdad: en los que más ha aumentado la presencia de mujeres es en los jurados (+36%) y las comisiones de valoración de ayudas (+19%), llegando a la paridad. Sin embargo, en la gobernanza cotidiana, las mujeres siguen ostentando los puestos directivos más funcionales mientras los hombres son los que deciden.
Por otra parte, la Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA) publica anualmente su informe La representatividad de las mujeres en el sector cinematográfico del largometraje español, cuya edición de 2019 se publicó hace unos días. En él se muestra con datos concretos la brecha real que existe a la industria: el 70% de las personas que han trabajado en un largometraje son hombres frente al 30% de mujeres. Una brecha que aún se ensancha más al hablar del terreno de la animación (10-90) y del documental (26-74).
Bajando al detalle, las direcciones y puestos ejecutivos calcan ese porcentaje, mientras las direcciones de fotografía la brecha llega al 10-90 en favor de los hombres. Por contra, diseño de vestuario (83-17) y maquillaje y peluquería (75-25) son departamentos, no solo liderados, sino copados por las mujeres.
El estudio también demuestra que los proyectos subvencionados por el Ministerio al largometraje, si bien sí resulta equitativo en la relación solicitudes-resolución, no deja de ser un reflejo de un problema estructural mayor que se ve cuando se cruzan los datos este informe con el del Ministerio: en las escuelas y en el mundo del cortometraje, la paridad se suele cumplir; pero en cuanto las mujeres quieren dar el salto a proyectos con mayor presupuesto y duración, se encuentran un techo de cristal. Si las cintas capitaneadas por mujeres llegan, desde lo privado, peor financiadas a la convocatoria, ocurrirá lo propio con los fondos públicos.
El informe también analiza las dinámicas de las convocatorias autonómicas y concluyen que Comunitat Valenciana, Aragón, Asturias, Madrid, Navarra y Castilla y León son “comunidades sin medidas para fomentar la presencia de mujeres en cargos de responsabilidad”, frente a Andalucía, Canarias, Cataluña, Islas Baleares, Extremadura y País Vasco, que sí lo harían. Y una prueba de que las cuotas y las medidas sí funcionan (aunque no suficiente): la diferencia de la presencia de mujeres en la dirección de largometrajes en las comunidades autónomas con medidas de igualdad en sus convocatorias se diferencian hasta un 11% a las que no lo hacen (34% frente a un 23%).
La Fundación SGAE y las asociación Clásicas y Modernas también elaboran informes sobre la presencia de mujeres en la creación y producción en obras de diferentes obras. El pasado mes de septiembre presentaron ¿Dónde están las mujeres en las artes escénicas?, en el que analizaban la diferencia de género en cada departamento de los espectáculos ofrecidos en los teatros y auditorios de titularidad autonómicos. ¿La conclusión? La de siempre: solo el 22% de estos espectáculos son escritos por mujeres, cifras que se repiten en la dirección (25%), dramaturgia (28%), son incluso peores en composición (9%) y dirección musical (4%) y únicamente en el departamento coreográfico se da una situación de paridad (53%), que no de superioridad. Además, tan solo el 31% de las personas que dirigen y/o gestionan estos recintos escénicos son mujeres.
En todos estos datos, relativos a la temporada 2018-2019, destaca muy positivamente el Teatro Rialto, que es el que más presencia de mujeres tiene de todos los analizados a nivel nacional y da la vuelta totalmente a las cifras dadas hasta ahora: un 67% de mujeres en la autoría, un 57% en la dirección y un 50% en la dramaturgia. Por contra, el Teatro Principal de València empeora los datos significativamente (19% en la autoría y un 6% en la dirección), mientras en el Teatre Principal de Castelló se alinean con la media nacional (24% y 23%, respectivamente).
La Fundación SGAE y Clásicas y Modernas elaboraron un informe similar en marzo de este año analizando la cuestión ¿Dónde están las mujeres en la música sinfónica?, tomando como datos los conciertos ofrecidos por las orquestas sinfónicas españolas durante la temporada 2016-2017. Este es, sin duda, el campo estudiado con una mayor brecha de género, que llega a niveles obscenos: con un 29% de los tituladas superiores en Composición, un 24% de los tituladas superiores en Dirección y un 43% del total de tituladas superiores de música, el total de obras compuestas por mujeres representadas es del 1%, un porcentaje que solo sube hasta el 4% si se aíslan las obras compuestas por personas vivas. Además, prácticamente ninguna orquesta supera ni siquiera el 20% en obras y conciertos dirigidos por mujeres. Hay algunas orquestas que anotan un 0% de mujeres en los cuatro indicadores analizados, entre las que se encuentra la Orquesta de València, a través de los 10 conciertos analizados en esa temporada.