VALÈNCIA. La Marina de València ultima la presentación de un hito arquitectónico y de investigación energética para la ciudad. Se trata de la Torre Eòlica (o simplemente l'Eòlica, como también la llaman sus promotores), una infraestructura ideada hace años por el despacho de arquitectura del valenciano Fran Silvestre –en colaboración con la Universitat Politècnica de València (UPV) y el Intituto Tecnológico de la Energía (ITE)– que ahora toma forma con el respaldo financiero de Net de Gerrers.
La iniciativa está prevista en un estrecho espacio ubicado en el extremo este de la bocana del recinto marítimo, un enclave baldío y adentrado en el mar pero ideal para el proyecto por la fuerza del viento en el lugar. La fórmula en la que se trabaja es una concesión del espacio a 30 años por parte del Consorcio València 2007.
El proyecto contempla una estructura de de 170 metros de altura que combina diseño industrial y arquitectónico. En concreto, prevé albergar en su interior un millar de molinos eólicos de eje vertical (distribuidos en 50 plantas) tras una fachada ventilada que permita la producción de energía eléctrica sin renunciar a una cuidada estética, según detallan a Valencia Plaza sus impulsores. Pese a que la energía principal será la eólica, también contará con placas solares fotovoltaicas que complementarán la producción.
El monumento aspira a convertirse en un centro de investigación de energías limpias, además de en una importante referencia visual desde las alturas, en el coloso que reciba a las embarcaciones que visiten València y en un atractivo desde toda la fachada marítima. Quizá también en un punto turístico en sí mismo, ya que sus impulsores contemplan la creación de un mirador en la parte superior de la inmensa torre, que supera ampliamente los 127 metros del puente de l'Assut de l'Or, actualmente el punto más alto de la ciudad.
El proyecto original, impulsado en 2009, recibió fondos Feder en 2012, fecha en la que incluso se llegó a reproducir a escala real parte del edificio para testar su producción energética. Ya entonces recibió una gran aceptación, pero la crisis hizo inviable un desarrollo que ahora retoma el despacho de arquitectura con el apoyo de la gestora de inversiones Net de Gerrers, liderada por el también valenciano Eduard Navarro.
La firma asume el reto de respaldar este "edificio experimental" con el objetivo a largo plazo de poder replicarlo en otros lugares del mundo. "Es un reto colectivo para orientar los esfuerzos de las administraciones y los operadores privados hacia la sostenibilidad y la belleza icónica, dedicado también a la investigación y la divulgación. La torre está diseñada para ubicarse en cascos urbanos, de forma que cuenta con la ventaja de no tener que transportar la energía, ya que se consume allí donde se produce", subraya Navarro.
El diseño de la torre es obra de Fran Silvestre, que cuenta con el arquitecto David Gallardo como colaborador en materia de estructura y cimentación. "Vimos que las piezas de tres patas ofrecen una gran resistencia al viento, sople desde donde sople, e ideamos este proyecto con la filosofía de crear una gran estructura no solo resistente al viento, sino que también aprovechara su fuerza", cuenta Silvestre.
Las turbinas del proyecto cuentan con dos metros de diámetro y fueron desarrolladas gracias a una colaboración entre el Instituto Tecnológico de la Energía (ITE) y la Universitat Politècnica de València (UPV). La intención de los promotores es aprovechar las plantas más altas para situar los molinos de mayor rendimiento y habilitar un espacio en las inferiores que sirvan para experimentar con esta tecnología en la ciudad.
"Además de ser un símbolo para València y para el Puerto consideramos que es muy interesante el componente de laboratorio. Tiene una triple vertiente. Va a ser una referencia a nivel energético, de diseño y de infraestructura", afirma al respecto Francisco Mora, rector de la UPV.
Pese a sus dimensiones, su coste no es muy elevado. Su construcción, para la que se estima un plazo de ejecución de alrededor de 12 meses, requerirá una inversión de alrededor de 13 millones de euros, según explica Silvestre. "Hay que tener en cuenta que es prácticamente la construcción de una estructura cubierta por una fachada de aluminio, que es como la carcasa de un ventilador", argumenta.
La iniciativa pretende además dar respuesta a "una nueva directriz europea que exige a las infraestructuras portuarias alcanzar la autosuficiencia energética". Su potencia, si bien estaría lejos de abastecer por completo al Puerto de Valencia, sí permitiría generar anualmente un importante volumen para menguar la huella energética del recinto.
Según Silvestre, "en este sentido el proyecto es idóneo, puesto que los molinos de eje vertical, aunque su eficacia equivale al 75% de los habituales de eje horizontal, cuentan con importantes ventajas frente a los grandes parques eólicos, que han de construirse en zonas alejadas de núcleos urbanos".
"Al estar cubiertos y no hacer ruido pueden situarse en las propias ciudades, donde no tienen un impacto negativo a nivel paisajístico ni acústico y evitan el coste de desplazamiento de la energía, en el que se puede perder hasta el 80% de la producción".
"Además, al contar con la rejilla protectora de la fachada no son un peligro para las aves, como sí ocurre con las aspas descubiertas de los grandes molinos", destaca el arquitecto, que subraya que "además del proyecto concreto, la iniciativa genera un nuevo tipo de edificio, es un nuevo modelo generador de energía eléctrica".
La propiedad intelectual es del propio despacho, que de momento no la ha llevado a cabo "en ningún otro lugar". "València será la ciudad pionera del mundo en este desarrollo", celebra Silvestre. "El siglo pasado fue el de las telecomunicaciones y este es el de las energías sostenibles, por lo que no puede haber mejor elección para un nuevo proyecto en la ciudad", concluye el arquitecto.
El Consorcio València 2007 tienen previsto, en las próximas semanas, sacar el proyecto a exposición pública y dar opción a que otras personas o empresas presenten proyectos alternativos para ese espacio público.