ALICANTE. Juan Carlos Ramírez decía este miércoles en la radio oficial del Hércules que el futuro de la entidad pasa por "arreglar cuatro patas" de una mesa.
Las identificaba con garantizar para el club el uso de un Rico Pérez por el que pujó sin suerte la semana pasada, que el Instituto Valenciano de Finanzas considere saldada la deuda de 18 millones de euros de la Fundación con la adquisición del estadio, dotar de estabilidad económica al club (lo único que según él puede garantizar, dice pero tal y como la plantea (aportaciones de capital que obviamente se han de devolver por el club) no es más que una huida hacia adelante) y, por último el ansiado ascenso a Segunda División A.
Arreglar la primera de esas patas es lo más fácil, porque el propietario del estadio vamos a ser todos, pero lo demás... Y lo peor no es eso.
En el Consell, sorprende cómo el socio de Enrique Ortiz en el Hércules ignora una y otra vez la decisión de recuperación de 6,9 millones de euros de la Comisión Europea, dictada el pasado 4 de julio. Hasta la fecha, Ramírez, prácticamente solo se ha referido a ella con un "no vamos a pagar", si bien, afortunadamente, el recurso del club interpuesto en Luxemburgo se sustenta en argumentos de mayor peso que los que el empresario usó para acompañar esa frase.
El proceso de cobro de dicha suma está hoy paralizado en virtud de una cautelarísima, cuya vigencia depende de lo que tarde el Tribunal General de la Unión Europea en resolver la solicitud se suspensión presentada por el Hércules, una medida cautelar sobre cuya estimación o desestimación se espera que se pronuncie el citado tribunal cualquier mañana de estas.
La mesa de Ramírez, tiene esos siete millones de euros (intereses incluidos) como tablero y también hay que repararlo.