VALÈNCIA. Jordi Sebastià (Burjassot, 1966) ha combinado durante su trayectoria vital sus dos grandes pasiones: la política y las letras. Periodista y novelista, Sebastià fue concejal en 1999 por el Bloc en su población. Un trabajo orgánico, de los militantes clássicos del nacionalismo, que se convirtió en alcalde de Burjassot en 2011. Fue gracias a un pacto con Esquerra Unida y PSPV. Pero también a que el valencianismo se había modernizado con el nacimiento de Compromís.
Sebastià, de hecho, protagonizó uno de los primeros hitos electorales de la coalición. Si en 2011 Compromís irrumpió en las Cortes con 6 diputados cuando el PP arrasaba, consiguió que el nacionalismo tuviera un europarlamentario. Era 2014, y los tiempos de darse contra la barrera electoral del 5% en la Comunitat se esfumaba.
Sin embargo, ese ensanchamiento del espacio de Compromís pudo romperse cuando se apostó por ir en la primera vuelta de las generales de 2015 con Podemos. Un proceso, traumático y a contracorazón, para muchos militantes del Bloc. Como Sebastiá. Tanto, que se ha convertido en uno de los referentes de los críticos del Bloc, como se vio en un congreso unitario que cerró en falso la herida interna.
Valencia Plaza se reúne con él para hablar de aquel proceso interno, de las alianzas con Podemos, de las fricciones entre los distintos partidos de la coalición, de la fractura al Bloc. Un repaso por el momento del nacionalismo valenciano.
-¿Qué opina del reivindicación de Bloc i País?
-Es una corriente que reúne todos los requisitos del Bloc para funcionar y yo voté a favor de su composición. Y lo hice cuando en uno de los congresos del Bloc se votó si se aceptaban o no las corrientes. Yo me posicioné en contra. Pensaba que aquello acabaría generando tensiones internas. Perdí y, por lo tanto, ahora todos aquellos que reúnan las condiciones para formar corrientes se les debe permitir que las hagan. Bloc i País pone el énfasis en la cuestión valencianista del Bloc, en los orígenes. El Bloc es valencianista y ecologista, y si ellos quieren reforzar esa línea a mí me parece bien. Bienvenida sea la pluralidad.
-¿Entonces cree que en el discurso de Compromís se está primando más lo social y se está diluyendo la cuestión identitaria?
-Compromís tiene tres patas principales: justicia social, valecianismo y sostenibilidad. En estos momentos, creo que la prioridad es la justicia social, porque vivimos una situación de emergencia. El discurso de Mariano Rajoy de que las cosas están mejorando, no nos lo creemos: la realidad social te dice otra cosa. Puede ser que enfatizar esta cuestión nos haya hecho perder de vista la cuestión valencianista. No obstante, ahora se está recuperando, porque cuando nos enfrentamos a la vergüenza de los presupuestos es obvio que quien está en mejores condiciones para capitanear esa reivindicación es Compromís, porque es una coalición valencianista.
-Después del proceso de confluencia con Podemos, ¿el Bloc ha resuelto las carencias democráticas que afloraron entonces?
-La decisión de ir a las elecciones generales con Podemos fue muy conflictiva porque se plantearon una serie de votaciones internas cuyos resultados posteriormente no fueron respetados. No se cumplieron porque una parte no puede decidir hacia dónde va la coalición en su conjunto. Compromís se basa mucho en la negociación entre las tres o cuatro partes que la componen. Eso es un gran valor interno, pero eso entraba en contradicción con hacer una consulta directa a la militancia. Ese conflicto creó muchos problemas, aun así la gente fue muy leal con el resultado. Hemos aprendido de aquella lección. Ahora bien, lo que le preocupa a mucha gente es que aquello se vuelva a repetir por el mal ambiente que permaneció un tiempo. Estamos en 2017 y hasta 2019 hay tiempo para pensar y buscar fórmulas que no generen esa tensión interna. Yo me posicioné claramente en contra del acuerdo porque creía que nos perjudicaba y acepté que se había decidido que sí, aunque entiendo que la gente manifestara su malestar. Gran parte de Compromís, no del Bloc, no estaba de acuerdo con aquella decisión.
-¿Debe ir Compromís en solitario entonces a las elecciones de 2019?
-Estamos ante un debate muy extraño. Al PP no se le pregunta con quién va a las elecciones. Somos la tercera fuerza de este país. Entiendo que cuando estábamos en el Bloc y nos jugábamos si entrar o no entrar en los parlamentos, la gente preguntara si íbamos a confluir con alguien. Pero en estos momentos Compromís va como Compromís.
-¿Y si Iniciativa y Els Verds dicen que sí deben ir con Podemos?
-Ese escenario no lo veo porque tampoco creo que Podemos esté por ir con nosotros. Es un elemento muy difuso. Ni contemplo ese escenario. Así como el Bloc era consciente en su momento de sus limitaciones porque teníamos poco más del 4%, Compromís debe ser consciente también, no solo de sus limitaciones, sino también de sus valores positivos y de su situación de fuerza. El partido que emociona a la gente que quiere un cambio es Compromís. Tenemos a dos líderes muy bien valorados: Joan Baldoví y Mónica Oltra. Aprovechémoslo.
-¿Entiende las reivindicaciones de los adheridos de Gent de Compromís?
-Totalmente. A una determinada gente, entre ellos creo que la mayoría militantes del Bloc y la gente de Gent de Compromís, nos surge la expectativa de que Compromís va a ser una organización unitaria. Aunque ellos sabían que se adherían de forma individual, de repente se encuentran con que no tienen una capacidad de decisión dentro de lo que es Compromís. Y eso se debe solucionar. Entiendo perfectamente su reivindicación y hay que buscar una fórmula de participación para resolverlo. Tienen que estar cómodos.
-¿La solución para resolver el encaje de los adheridos es ir hacia un partido único, en definitiva, Compromís?
-Mi postura es esa. Pero la gente de Iniciativa y de Els Verds ya han dicho que ellos quieren seguir manteniendo sus partidos. Por tanto, eso se debe respetar. Pero si preguntas a 100 personas que pasan por la calle, excepto los que sean militantes y los periodistas, el 90% nos ve como una formación única.
-¿Cree que el Bloc debería tener la portavocía dos años después de la legislatura?
-No sé. La candidata era Mónica Oltra, es la vicepresidenta del Consell... Tiene una capacidad de conexión con la gente y de empatía espectacular que ha favorecido el crecimiento de Compromís y eso se le debe reconocer. Hoy por hoy es la portavoz autorizada, pero como Compromís no es una formación unitaria hay gente que siente que el discurso que hace no es el de la coalición. A mí, en realidad, no es una de las cosas que más me preocupen. Entiendo la crítica y que Mónica Oltra tiene un carácter y actuaciones muy personales, lo que podría ser un poco negativo, pero su capacidad de comunicación es muy buena y, por lo tanto, el balance es muy positivo.
-Compromís, y el Bloc particularmente, ¿tendría que representar en el Congreso un papel como el del PNV?
-Es una posibilidad. Nosotros debemos defender los intereses de los valencianos. Si yo quiero conseguir cosas para los valencianos en Bruselas, mi grupo tiene 50 diputados de 751... Puedo convencer a mi grupo, pero aún así me quedo corto y debo negociar. Y el partido más fuerte es el PP. Nosotros creo que deberíamos desempeñar ese papel también en España. Pero hay un factor que condiciona, y es que el Partido Popular está tan manchado de corrupción que iniciar una negociación es un tema conflictivo. Sobre todo porque en la Comunitat Valenciana el PP todavía está purgando toda esa corrupción, cada día salen casos nuevos. La negociación sí, pero en estos momentos, como la otra parte está en esa situación delicada, entiendo que es complicado que se produzca.
-¿Se siente cómodo con un presidente de la Generalitat que apoya a Susana Díaz después de las declaraciones que hizo del Corredor Mediterráneo? Al final representa una España diferente al del imaginario del Bloc
-La paella la haces con los ingredientes que tienes. La urgencia de supervivencia de este país era que el PP no continuara gobernando. Cuando la gente nos acusa de que nos uniríamos con quien fuera para echarlos del gobierno... es que es nuestra responsabilidad. Esta gente no puede continuar pudriendo cada vez más este país. Ximo Puig no es mi presidente favorito, preferiría que fuese Mónica Oltra. Pero ellos tienen más votos. En la situación interna del PSOE no quiero entrar porque allá cada uno con sus decisiones. Pero sí que creo que la tensión del PSOE y la crisis que sacó a Pedro Sánchez de la secretaria general junto a la gestora que no aparece en los estatutos del partido socialista y que se ha formado de una manera muy extraña, está dando una imagen muy pobre del PSOE. ¿Me gustan las declaraciones de Susana Díaz sobre el Corredor Mediterráneo? No. Van en una línea muy equivocada.
-¿Que balance hace la portavocía bicéfala en el Bloc? ¿Ha funcionado o las heridas internas anteriores al congreso siguen abiertas?
-Está en rodaje. Debemos ser realistas. Se cerró un congreso en el que había dos bandos con diferencias muy sutiles, porque el discurso de Àgueda Micó y Rafa Carbonell no son muy distintos. Lo que pasa que Carbonell aglutinaba a los cabreados por la decisión de ir con Podemos. Pero eso no implica que hay una diferencia ideológica con Àgueda (Micó). La solución final del congreso fue adecuada: todos sabíamos que lo mejor era llegar a un pacto. Reconocimos que la postura del grupo de Àgueda era mayoritaria, y a partir de ahí que instauraramos esa bicefalia necesaria. Aunque no fuera lo más fácil.
-¿Comparte las afirmaciones de Rafa Carbonell en el pasado Consell Nacional del Bloc en las que decía que las "decisiones importantes del Gobierno se toman antes en el seno de los partidos, y no solo dentro del gobierno y, en concreto, desde la vicepresidencia"?
-Eso era un toque de atención muy obvio y directo. Eso debería ser
la forma de funcionar y está bien que todos los partidos alerten a los representantes en el Gobierno que representan a unas formaciones políticas y que no se puede ir aparte de su partido. Dicho esto: el día a día a veces no te permite hacerlo, porque tienes que gobernar y atender cuestiones que puedan surgir. El mensaje iba con una idea clara: que detrás hay unas organizaciones a las que se debe consultar. Y estoy totalmente de acuerdo con eso. Mónica Oltra tiene nuestra confianza, pero no está mal darle toques de atención de vez en cuando.
-Las protestas con la destitución de Mónica Cucarella, el nombramiento de Enric Nomdedéu... Parece que la fractura emerge cuando se tocan los equilibrios internos.
-A mí no me gustó nada que tuviéramos un conflicto basado en los personalismos. Llamé a Enric Nomdedéu para darle la enhorabuena, está capacitado y lo está demostrando. No podemos evitar que en los procesos humanos se den este tipo de conflictos que a mí no me gustan nada y debemos evitar. Fue un error importante escenificar aquel conflicto. No fue un paso positivo ni una imagen adecuada.
-Organizaciones de perfil nacionalista como Escola Valenciana o Acció Cultural del País Valencià cargaron por moderado el decreto de plurilingüismo. ¿Lo comparte?
-Y tienen razón, es moderado. Yo como socio de Acció Cultural lo comparto. Nos gustaría un modelo basado en la implantación efectiva del valenciano como lengua mayoritaria y vehicular. Su papel es ejercer de organizaciones que reclamen que finalmente el valenciano sea la lengua vehicular de la enseñanza.