De día, la ruta discurre por un paisaje ártico de glaciares, fiordos y acantilados. De noche, con suerte, el cielo se ilumina con los colores de una aurora boreal
VALÈNCIA.-Uno de mis sueños viajeros era contemplar una aurora boreal. Lo fue a raíz de ver una foto que llegó a mis manos y me dejó con la miel en los labios. Con esa idea me puse a buscar destinos y me decanté por Noruega y, concretamente, por las islas Lofoten. Sencillo: las probabilidades de ver auroras de octubre a marzo son muy altas y su microclima hace que no haga tanto frío como en otras partes del mundo que se encuentran a la misma latitud.
Al llegar al aeropuerto de Oslo lo primero que me sorprendió fue ver la gente con los típicos carritos de la compra repletos de bebidas alcohólicas. Claro, luego descubres que la curiosidad de probar una cerveza noruega en un bar te sale por unos 9 euros (87,30 kr) —si hay que dejarse llevar, la Isbjørn o la Roscoe Ginger Beer—. De Oslo hay que coger otro avión a Narvik, que es la entrada a las islas Lofoten. Confieso que al aterrizar miré al cielo en busca de alguna aurora, pero estaba encapotado y llovía. Más tarde aprendería que no es tan sencillo verlas…
Más allá de las auroras, Noruega tiene muchos atractivos y la mejor manera de conocerlos es en coche. No hay autovías pero las carreteras comarcales están en muy buen estado —eso sí, ojo con esas curvas que parecen salir de la nada— y los caminos bien señalizados. Si dispones de tiempo, el road trip debe incluir el desconocido archipiélago de las Islas Vesterålen —las vecinas de las Islas Lofoten—, en el condado de Nordland. Uno de los grandes atractivos de la isla en invierno, en la localidad de Andenes, es avistar orcas y ballenas jorobadas (yubartas), aunque se pueden ver cachalotes todo el año. La posibilidad de verlos es muy alta, así que puede ser una opción muy recomendable.
* Lea el artículo completo en el número de abril de la revista Plaza