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PERFIL

Iñaki Urdangarin, del palacio a las puertas de la cárcel

12/06/2018 - 

VALÈNCIA. (EFE). La decisión del Tribunal Supremo de condenar a Iñaki Urdangarin a cinco años y diez meses de prisión sitúa al esposo de la Infanta Cristina al borde de la cárcel y de convertirse en el primer pariente del Rey que pasa a estar entre rejas.

La condena al marido de la Infanta, rebajada en cinco meses respecto a lo que dictó la Audiencia Provincial de Palma, supone un hito en el entorno de la Corona, puesto que hasta ahora ninguna persona vinculada con ella se había visto ante la tesitura del encarcelamiento.

El cuñado de Felipe VI, nacido en Zumarraga (Gipuzkoa) y que el 15 de enero cumplió 50 años, dejó de pertenecer a la Familia Real en junio de 2014, al mismo tiempo que su esposa y la Infanta Elena, coincidiendo con el relevo en el trono. Sin embargo, ya en diciembre de 2011 se le apartó de las actividades oficiales, poco antes de que fuera imputado por sus negocios en el caso Nóos junto a su socio, Diego Torres.

Desde entonces, la brecha de Urdangarin con el Rey Juan Carlos y con el heredero a la Corona empezó a agrandarse ante el daño que su conducta estaba generando a la institución en un contexto de crisis económica y de enfado ciudadano por la corrupción. Nadie hubiera imaginado el desenlace judicial de Urdangarin y su defenestración cuando, hace algo más de dos décadas, irrumpió en la vida de los Borbones a raíz de su noviazgo con la Infanta.

Por entonces era uno de los jugadores más renombrados del balonmano español, con el que ganó una medalla de bronce en Atlanta 96, cuando conoció a la Infanta. El 4 de octubre de 1997 contrajeron matrimonio en Barcelona en medio de la percepción generalizada de que se trataba de una pareja idílica que reforzaba la buena imagen de la Corona y, en ese contexto, el Rey Juan Carlos concedió a su hija el título de duquesa de Palma.

Afincados en la capital catalana, Urdangarin dejó el balonmano en 2000 para preparar su salto al mundo laboral con un máster en administración. Su estreno en el campo de la empresa fue como director de Planificación y Desarrollo de Octagon Esedos, una empresa de "marketing" deportivo, y en 2003 pasó a desempeñar la misma función en la matriz del grupo Motorpress Ibérica.

En paralelo, su fama de estrella deportiva le abrió las puertas del Comité Olímpico Español (COE), primero como miembro y luego como vicepresidente primero (2004-2005). Con una imagen social intachable, el yerno del Rey Juan Carlos se vio reforzado para adentrarse en el mundo de los negocios y hacer dinero al margen de su función en la Familia Real. Fue cuando se embarcó en 2004 con Torres en la fundación del Instituto Nóos, el germen de su descarrío una vez que se constató que obtuvo de forma irregular varios millones de euros procedentes de diversas administraciones públicas.

Urdangarin ocultó buena parte del dinero a través de la empresa Aizoon, de la que era titular al 50% con la infanta Cristina, finalmente absuelta en el caso. Ante las primeras sospechas en febrero de 2006 de que el negocio olía mal, Urdangarin dejó Nóos a instancias de la Casa del Rey y pasó a trabajar como consejero en Telefónica, primero en España y, a partir de 2009, en Washington, adonde se mudó con su esposa y sus cuatro hijos: Juan, Pablo, Miguel e Irene.

Fue durante su estancia en Estados Unidos cuando el juez José Castro empezó a investigar los negocios de Nóos, lo que llevó a la Fiscalía Anticorrupción de Baleares a registrar la sede del instituto en noviembre de 2011. Ese fue el detonante que llevó a Zarzuela a apartar a Urdangarin de las actividades oficiales de la institución por su falta de ejemplaridad.

El posterior traslado del matrimonio a Ginebra, después de un breve paso por Barcelona una vez desligado de Telefónica, trató de alejar el foco sobre Urdangarin, pero la investigación judicial le fue empujando cada vez más hacia una condena que hoy le pone a las puertas de prisión.

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