Gener triunfa, y El Diluvi y Spanish Brass hacen doblete en un palmarés plural
VALÈNCIA. La segunda edición de los Premis Carlos Santos de la Música Valenciana tuvo lugar en el Teatro Principal de València. Parece que, tras las segundas galas de los tres premios en los que está implicado el Institut Valencià de Cultura (IVC), se van disipando las dudas del ADN y carisma de cada una de ellas. En el caso de los Carles Santos, sin duda se erige como la más gamberra o festiva, seguro la más dinámica, tal y cómo se presentaba desde el mismo hall del Principal: a modo de photocall, un hinchable gigante daba la bienvenida a quién quisiera quitarse los zapatos y saltar un rato. Entre las personas que se atrevieron, muchos y muchas artistas, gente del sector y políticos. Ver al Conseller de Cultura Vicent Marzà, la secretaria autonómica de Cultura y Deportes Raquel Tamarit, el director del IVC Abel Guarinos y la subdirectora de Música y cultura popular del IVC Marga Landete como si estuvieran celebrando la comunión de uno de ellos es una imagen (inevitablemente) imborrable. La sonrisa no se les borraría en toda la noche, en realidad, porque a pesar de la apariencia informal y desenfadada que otorgan estos galardones, donde se parece pensar con miedo que todo el mundo puede decir de todo en todo momento, la música valenciana ayer se centró mucho más en agradecer y en poner en valor si trabajo más que en criticarlo.
Uno de los pocos sectores artísticos que han fundado un sindicato como colectivo para reivindicar su situación de precariedad, decidió -no de manera intencionada ni controlada- centrarse en un mantra que incluso repetía el director de la gala, Rafa Piqueras, minutos antes de su comienzo: "esta gala es el escaparate de la música valenciana". Así lo fue toda la gala, un escaparate, en el buen sentido de la palabra: se vivió una genial demostración de lo plural que es la música que se hace en la Comunitat. Desde el primer momento, donde los entregadores fueron el rapero Nach y el fundador de Sedajazz Francisco Ángel Blanco "Latino", con una actuación del primero.
La gala estuvo conducida por Mireia Pérez y Vicent Colonques, presentadores de la misma ceremonia del año pasado, y presentadores del ya extinto L'Estudi, un programa musical de À Punt. El director de la gala, Rafa Piqueras, es el productor de -entre otros programas para la radiotelevisión pública- Territori Sonor. El leitmotiv -mucho y muy bien integrado en cada acción de la noche- era la feria y la escenografía la ocupaba un carrusel con instrumento. Lo ocupaba hasta tal medida que los vídeos de los nominados y nominadas se veía a duras penas en el fondo y a un tamaño no apto para hipermétropes.
Los Premis Carlos Santos son algo así como los galardones más plurales y horizontales de todos los posibles: no hay grandes categorías por disciplinas, sino una misma repetida para cada género musical. Hay excepciones, por supuesto, tanto el Premio del Público, como Mejor Disco se eligen entre todos los discos nominados; y luego hay categorías donde conviven obras de cualquier sonoridad, como el de Mejor Diseño, Mejor Gira o Mejor Videoclip.
¿Qué significa esto? Que en el palmarés, arrasar lo que es arrasar no es una opción. Pero algo así hicieron Els Jóvens el año pasado, y algo así han hecho Gener este. El grupo liderado por Carles Chiner se llevaron de fiesta (lo dijeron abiertamente) tres premios: Mejor Diseño, Mejor Disco de Pop y Mejor Disco, por Cante el cos elèctric. Hicieron eso de estar lo más cerca que se puede estar de arrasar en los premios porque, de hecho, parece que no conocían la existencia de la última categoría a la que estaban galardonados, la grande en realidad. Es más, subieron al escenario a recoger el piano con orejas Chiner y Enric Alepuz mientras el resto de miembros estaba fumando tranquilamente fuera de la gala. Si hubiera un premio al mejor discurso de la gala, seguramente se lo llevaran también, al menos fueron los más contundentes: "Para nosotros, cada disco, en el momento en el que no tenemos ni una discográfica ni apoyo institucional detrás, es como abocarse a un precipicio en el que durante la caída esperas a ver si te salen las alas o alguien te pasa algún paracaídas. Llevamos tres discos y aún no nos ha pasado ninguna de esas dos cosas. Este premio es una rama a la que cogerse un momento, y sabiendo que se romperá, nos sujetaremos a ella fuerte mientras podamos. Depende de los políticos lo que venga después, si el abismo o una escena musical en condiciones", alegó Chiner.
Otros dos grupos que consiguieron doblar su éxito fueron El Diluvi, que ganó el premio a Mejor Disco de Fusión (por Junteu-vos) y Mertizaje y Mejor Canción (por Heroïnes de la fosca nit), y Spanish Brass, que ganó a Mejor Disco de Clásica Contemporánea (por XXX) y Mejor Disco de Música Tradicional (junto a Carles Dénia, por Mira si he corregut terres). Los primeros desprendían juventud, ilusión y proyección, los segundos -en su 30º aniversario- hablaron de recorrido, de experiencia, de las colaboraciones que habían hecho. Los dos tomaron la decisión de coger aquello del escaparate y dejar de un lado las reivindicaciones políticas o artísticas.
Así sería con el resto de gala, salvo contadas excepciones. Las contamos: Panxo de Zoo (Mejor Gira) recordó que "el arte va siempre un paso por delante de los políticos, a los que siempre se les espera más y más vara" y quiso acallar a aquellos que les dijeron que "con el valenciano no iban a llegar a ninguna parte" recordando que su gira llegó a varios países de Europa, muchos territorios de España y hasta a Japón. Finalmente, un guiño, que también harían más tarde Mireia Vives i Borja Penalba (Mejor Disco de Canción de Autor), a la situación política catalana, los presos y quiénes se encuentran en el extranjero. La Fúmiga (Premio del Público) hicieron un recordatorio nada agrio en el que pedía "que no solo las instituciones, sino la gente en general, cuiden a los músicos que vienen de la calle y a las bandas". Los portavoces de Com sóna l'ESO (Premio de Honor), no dejaron de reivindicar "la presencia de las enseñanzas artísticas en la escuela, y la escuela pública de calidad".
Luego hubo reivindicaciones menores: una de las responsables del disco L'universo sulla pelle (Mejor Disco de Recuperación del Patrimonio) acabó su discurso diciendo "el barroco mola, y mucho", Ramonets (Mejor Disco de Música Familiar) pidió a las familias que "no pusieras reggaeton a sus hijos e hijas". Incluso lo más reivindicativo salió de los entregadores y entregadoras, que pidieron "normalizar, más allá del 8M, la presencia de las mujeres en este tipo de eventos", "no tener miedo a definirse con la palabra industria" y "más apoyo político".
El palmarés lo completan Tesa (Mejor Disco de Música Urbana, por Rural), Caguama Trío (Grupo Revelación), Mafalda (Mejor Disco de Rock por Palabras forman caos), David Pastor (Mejor Disco de Jazz por Film sessions) y Prozak Soup (Mejor Videoclip por Come on). Todos ellos optaron por poner en valor su trabajo, extender algunos agradecimientos, y sobre todo, pedir que los Premis Carles Santos se mantengan durante mucho tiempo, algo repetido por la mayoría de premiados.
La gala quedo perfecta como acción de gracias y también como una radiografía de la pluralidad y la excelencia de la música en la Comunitat. No tanto como denuncia de la precariedad crónica y la falta de una industria consolidada, como sí fue en la gala del año pasado. Cuando acabó la gala, todos hermanados y sin la colchoneta gigante, tomaron un vinos y unos pinchos de tortilla en el hall del Principal, recordando las cosas buenas que tiene ser artista. A lo mejor no les hacía falta un escaparate para contar en voz alta sus penas, a lo mejor -normalizado tanto el asunto- les resultaba más terapéutico decirse que se quieren.