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SILLÓN OREJERO   

Héroes, un ensayo que profundiza en las similitudes entre estrellas del fútbol y superhéroes

La web 'Ecos del Balón' lanza un libro ilustrado por Ricardo Cavolo que compara a las figuras más importantes del fútbol actual con superhéroes míticos. Un maridaje de cultura popular que abunda en la necesidad, ya sea en viñetas o en estadios, de épica

23/04/2018 - 

VALÈNCIA. Me ha fascinado la web Ecos del balón desde el día en que la conocí. Fundamentalmente, por servirme de espejo en el que mirarme y asumir que no tengo ni pajolera idea de fútbol. Antiguamente, esto era más fácil. La lectura de los partidos se basaba en claves elementales. Desde que los defensas saben atacar y herejías similares hay que estudiar para saber qué pasa. Esta web se dedica a ello.

Muchas veces he comentado con otras personas que también la leen ocasionalmente que lo que ofrecen está muy cerca del espíritu de la tauromaquia. En el arte de cuchares dicen los iniciados que merece más la pena escuchar al público aficionado durante una corrida que la corrida. Sobran ejemplos de crónicas, poesías y fotografías que profundizan en emociones, detalles, pequeños reflejos que trascienden el espectáculo en sí y sus trofeos.

En este caso, en el colmo de intrincar lenguaje y balón, proponen a través de la editorial Mont Ventoux una colección de ensayos en los que Javier Alberdi, David Mata, Luis Vázquez y Marc Roca comparan a los mejores futbolistas y entrenadores de este tiempo con mitos del cómic de superhéroes en veintidós capítulos. Se titula Héroes y la ha ilustrado en su estilo genuino Ricardo Cavolo.

 
La misión no ha sido emprendida de forma superficial. Había una intencionalidad, un fundamento, como los autores han explicado, pretendían "descifrar el arquetipo de un futbolista o superhéroe, fue el punto de partida de cada capítulo. El segundo paso radicaba en encontrar a un equivalente del otro ámbito que también evocase el mismo significado. No bastaba con establecer parecidos superfluos entre unos y otros, sino que era necesario que una vez confirmada una analogía, tuviésemos la certeza de que sus dos protagonistas representaban lo mismo para aficionados y lectores".

Ya en la introducción se explica que tanto el futbolista como el superhéroe comparten la imagen de personajes excepcionales capaces de protagonizar gestas inaccesibles. Al tiempo, mantienen una identidad pública y otra privada, esta generalmente impenetrable -especialmente desde que sus emolumentos provienen de mantener una aséptica y simbólica imagen publicitaria.

Si tuviera que empezar con un pero, no puedo evitar la sensación de que el libro está sesgado por un mal de nuestro tiempo: el buen gusto. Todos las figuras balompédicas que aparecen son "buenas". Su talento es incontestable. Se echa en falta al humano que se las arregla para resolver situaciones como un superhéroe. Me viene a la mente el mito de Julio Salinas o el noble Genaro Gattuso, jugadores que hacían fácil lo difícil sin , pero sin poderes, sin alardes, solo con voluntad. Como Monchi eligiendo a David Castedo o a Martí para forjar el mejor Sevilla de todos los tiempos.

 El Mourinho oscuro

Solamente no están teñidos por el "buen gusto" Mourinho, al que se compara con Batman, y Simeone, Nick Furia. Cuando en 2006 el entrenador portugués recibió al FC Barcelona en Stamford Bridge con el campo, por decirlo educadamente, en barbecho, se abrió una nueva era en el mundo del fútbol. La de tener el rostro de hormigón y lejos de avergonzarse de ello, enorgullecerse, mientras los medios y el público gustarían verbalmente de extraerte el corazón y darle un tarisco, como en El Templo maldito.

Según lo expresan en Héroes, "se expone al rechazo generalizado por hacer aquello que considera correcto. Pese a cumplir con el carácter salvífico consustancial al héroe, el antihéroe no alcanza la gloria total destinada para los puros en tanto que su servicio transgrede, en sus métodos, los límites tolerables por la sociedad a la que salva (...) Su sacrificio, no obstante, tampoco responde a motivos altruistas. Su objetivo es el de resarcir a su ego imponiéndose en un escenario que, por injusto y viciado, al menos desde su óptica, en algún momento le ha provocado un daño estimable".

Batman mola, dice el autor, porque no podemos convertir en él solo con entrenamiento y recursos. "Batman, al revés que Superman, posibilita el acceso al estadio de superhéroe. Cualquiera puede ser hombre murciélago". Del mismo modo, Mourinho asumió un reto increíble al coger al Madrid que se enfrentaba al mejor Barça de todos los tiempos renunciando a su hegemonía en Italia. Lo mismo que acudió al rescate del Manchester o se presentó en escena con el Oporto, que solo había ganado una Copa de Europa en los 80 y no se preveía que le cayera también una Champions.

Nick Simeone

El otro que puede englobarse en este aspecto es Simeone. Como jugador hacía la guerra de trincheras, como entrenador plantea tres cuartos de lo mismo. Las sucesivas veces que derrotó al Barcelona más egregio de todos los tiempos, lo que aducían los indignados eran que no hubiesen eliminado al ballet de Messi con otro ballet, sino planteando la retirada serbia hacia Macedonia en la Gran Guerra para vencer a los imperios en una guerra de desgaste de dos años avanzando centímetro a centímetro dejando en cada uno la vida de miles de hombres.

Aquí también se alude a esa guerra. A Nick Furia, en el 14, se le inyectó un medicamento experimental para salvarle de sus heridas y se le redujo el envejecimiento. De esta manera pudo seguir siendo toda su vida un soldado. No es difícil el símil, sugiere la obra: "Cualquier observador puede detectar al soldado Simeone en la banda, uniformado al igual que Furia, siempre de oscuro, como si los dos guardasen riguroso luto por lo que fueron".

En el resto, hay comparaciones muy oportunas, como Pogba con Pantera Negra, Cristiano Ronaldo con Thor o la de Piqué con Hellboy. Algunas realmente extrañas, como Bielsa con Hulk -en su calidad de científico loco- y otras inapelables, como Bale con Flash o Luis Suárez con El Castigador. Un lúdico y descacharrante ejercicio de escritura, en definitiva, que se sumerge en las profundidades de la cultura popular.

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