Hoy es 23 de noviembre

LOS RECUERDOS NO PUEDEN ESPERAR

Hidrogenesse, Chico y Chica y los conciertos del fin del mundo

11/06/2017 - 

VALÊNCIA. El próximo 17 de junio, Hidrogenesse y Chico y Chica comparten cartel en un concierto en Las Naves. Ambos grupos, que mantienen una estrecha relación artística, actúan juntos en València por primera vez.

Según una profecía maya, el fin del mundo tendría lugar el 21 de diciembre de 2012. Como el fin del mundo no es algo que suceda todos los días, Hidrogenesse y Chico y Chica celebraron el acontecimiento esa misma noche, en el Razzmatazz de Barcelona. Pensaréis que estaban sacando tajada del asunto, como Roland Emmerich o Nostradamus, pero no, no era eso. Chico y Chica, que siempre han estado muy adelantados a su tiempo, ya hablaban del fin del mundo en 2005. Findelmundo, una canción pop buenísima, como casi todas las suyas, tiene un estribillo que dice “y no hay quien aguante este olor a fin del mundo / cae en fin de semana”. La canción también contiene una de mis frases favoritas de la historia del pop en castellano: “mucho decir que guai pero al final ya has visto”. Una observación muy certera, plasmada con alegría y sin rastro de amargura que, así como quien no quiere la cosa, resume perfectamente la tragicomedia que es la vida. Las canciones de Chico y Chica son el umbral donde lo negativo se transforma en un diálogo de Rafael Azcona. Se ríen de la tristeza y ese debe de ser el motivo por el cual sus seguidores les queremos tanto.

Mirar como mira Genís

Sobre Chico y Chica ya he escrito anteriormente en esta misma sección. Sobre Hidrogenesse, en cambio, aún no había surgido la ocasión para hacerlo. Ahora que ha llegado el momento, quiero recalcar una cosa. Si la reencarnación es posible –si el fin del mundo es una posibilidad, la reencarnación también debería estar al alcance de todos- quiero reencarnarme en un ser humano capaz de mirar como mira Genís Segarra. Genís es el teclista de Hidrogenesse y el cantante de Astrud. Cuando está encima de un escenario o frente a una cámara, Genís mira impávido al vacío. Mira con descaro y frialdad. Mira como Ron Mael, el teclista de Sparks. Mira como debe mirar una auténtica estrella, haciendo que su mirada se convierta en un enigma. Siempre sale a escena con tacones. Nacho Canut me dijo en una ocasión que cuando le preguntó el motivo, Genís le explicó que es para no relajarse mientras está subido al escenario.

El fin del mundo

Hidrogenesse son fans de Chico y Chica. Montaron su sello, Austrohúngaro, para poder publicarles discos. Chico y Chica es un dúo al que puedes adorar o puedes detestar, pero si lo adoras, entonces lo haces con todas las consecuencias. Astrud grabaron una canción titulada Todo nos parece una mierda, una exaltación, no exenta de humor, de la pasión que les despertaban. Hidrogenesse y Chico y Chica (y Astrud también), a los cuales he visto actuar en varias ocasiones en ciudades diferentes, son grupos perfectos para afrontar el fin del mundo. Yo tengo la teoría de que el fin del mundo es todos los días. Estoy tan seguro de ello que estoy escribiendo una novela sobre este asunto. No es una novela sobre teorías conspirativas, es sobre todo lo que se agita en el interior de mi cabeza, el miedo que tengo (esto es también el título de una canción de Astrud) y que llevo adherido al cuerpo desde que dejé de ser un niño, desde el 11-S, desde que vi Take Shelter, desde que se desató la crisis económica de 2008, desde que la lógica por la que nos regíamos en el siglo XX se hizo añicos al colisionar con internet, desde que se murieron Lou Reed, Bowie y Prince, desde que las redes sociales han terminado de convencerme de que la raza humana está condenada por idiota.

Fin del mundo en Barcelona

La noche del fin del mundo de 2012 estaba en el Razzmatazz con Juande y Bea. Cada uno de nosotros se encontraba en Barcelona por un motivo diferente, pero al concierto del Razzmatazz fuimos juntos. Faltaban tres días para la navidad y las calles de la ciudad estaban salpicadas de luces y adornos típicos. Fue un fin del mundo perfecto, muy divertido, teniendo a Hidrogenesse y a Chico y Chica tan cerca. Después del concierto dimos un paseo por la ciutat vella y cenamos junto al Mercat del Born. Siempre lo paso estupendamente con Juande y con Bea pero esa noche fue especial. La amistad, el afecto de los amigos, sumado a una serie de elementos aleatorios que en este caso incluye a mis grupos favoritos, puede funcionar como refugio antiatómico, al menos durante unas horas. Al día siguiente regresaba a Valencia, a experimentar una de las modalidades de armageddon más aplaudida por la civilización occidental, la Nochebuena.

Apocalipsis now and ever

Hace no mucho tiempo, coincidiendo más o menos con el apocalipsis que estaba a punto de caer según los mayas, una serie de acontecimientos de índole personal se transformaron en una desazón crónica. Un mal fin del mundo lo tiene cualquiera. Según las teorías que yo mismo he forjado, hay cuestiones que resultan más complicadas de resolver a largo plazo cuando se ha traspasado el umbral de los 50. El tiempo que te queda por delante es limitado y el margen de acción es menor. Y entonces la incertidumbre crece en progresión aritmética al aumento de la edad. A finales de 2014 andaba yo todavía con mi fin del mundo a cuestas cuando recibí un disco titulado Roma. Era el avance del nuevo álbum de Hidrogenesse. Una obra que elogiaba lo viejo y lo antiguo rompiendo con esa ridícula imposición de que solo lo nuevo es válido. Roma hablaba de las ruinas, de los dúos y las parejas, del aquí y el ahora, de Egipto y Roma. Y aunque mencione a la capital de Italia, la Roma de Hidrogenesse es otra cosa. Es un territorio imaginario al que van a parar las ruinas, los viejos, los dúos. Nada es interesante hasta que se hace viejo, proclamaban entonces y ahora. Yo también.

Escuchando la tormenta

Durante los paseos verspertinos que di ese invierno por los bosques de El Saler escuché Roma asiduamente. No solo porque tenía que entrevistar a Hidrogenesse, sino porque el disco se convirtió en uno de esos álbumes que me hablaba. Me proporcionaba ideas y emociones para afrontar una etapa de incertidumbre. Irradiaba la energía necesaria para sobrevivir. En medio de los pinos, en la soledad de los tempranos atardeceres de enero, Escolta la tempesta pasó a ser la canción perfecta. Se reveló como una gran metáfora para intentar explicarle a alguien cercano cómo era la tormenta en la que me encontraba atrapado entonces. “Es ruido blanco, es més gran que tú”, decía la letra. Es fàcil d’entendre, no te cap sentit. Y todos esos sonidos sintéticos, como estallidos de juguete, brotando de la nada en dirección al cielo, y ráfagas polifónicas, esparciéndose melancólicas como mantos de niebla. Pero las tormentas pasan y después de cada día del fin del mundo comienza otro nuevo. La música en cambio se queda y cuando flota en el aire es mucho más ligera que los recuerdos.

next
x