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Henry D. Thoreau: 200 años de un diario salvaje

31/05/2017 - 

VALÈNCIA. Escribir diarios fue una de las múltiples tareas que Henry David Thoreau acometió en vida. También fue agrimensor, jardinero, conferenciante, naturalista, escritor, fabricante de lápices... Sin embargo, cuando alguien le preguntó cuál era su verdadera profesión, él no dudó: “Inspector de ventiscas y diluvios”, afirmó sin ambages. Thoreau nació en Concord (Massachusetts) el 12 de julio de 1817. Estudió en la universidad de Harvard y también trabajó con profesor. Pronto comenzó su pasión por la naturaleza: con su hermano John, en 1839, realizó un viaje por los ríos de Concord y Merrimack. Aquí comenzaría la costumbre de anotar reflexiones de sus viajes y experiencias. Desde 1841 hasta 1843 vivió en casa de otro ilustre diarista, Ralph Waldo Emerson, un filósofo que le introdujo en el pensamiento trascendentalista que marcaría su obra para siempre. 

28 de enero de 1852.- Si entendéis por tiempos difíciles no aquellos en los que no hay pan, sino en los que no hay pasteles, no siento simpatía alguna por vosotros. 

Esta propuesta de vida despojada de lujos pegada a lo terrenal fue el germen de lo que hoy conocemos como ecologismo. No son pocas las obras que se han publicado en los últimos meses con motivo del bicentenario del nacimiento de Thoreau: Todo lo bueno es libre y salvaje (Errata Naturae), El triunfo de los principios. Cómo vivir con Thoreau, de Toni Montesinos (Editorial Ariel), Una casa en Walden. Sobre Thoreau y cultura contemporánea, de Antonio Casado da Rocha (Editorial Pepitas de Calabaza) o la magnífica biografía Thoreau. Biografía de un pensador salvaje, escrita por Robert Richardson, publicada en Errata Naturae. En todas ellas está presente un pensamiento moral modélico al que, sin embargo, Emerson encontró ciertas fallas, pues decía que su comportamiento tenía algo de militar y que rara vez se mostraba tierno. En este sentido, el propio Thoreau escribió en su diario a propósito de la amistad:

27 de enero de 1854.- Tengo algunos buenos amigos de quienes tiendo a despedirme decepcionado porque no les preocupa lo que pienso ni les importa lo que digo. 

Fue el propio Emerson el que en el año 1945 le cedió un terreno muy cerca del lago Walden Pond. Allí construiría Thoreau su famosa cabaña y allí realizaría el experimento de vivir durante dos años pegado a la naturaleza y sin depender de la sociedad bajo ningún concepto. Casi también a modo de diario, en 1854 se publicaría Walden, uno de los textos de no ficción más reconocidos en la literatura del pasado siglo. En estas páginas, Thoreau pretendía sintetizar el que sería su pensamiento completo: que no sólo no era necesario depender de una sociedad cada vez más industrializada, sino que además era fundamental liberarse de ella; y por otro lado, que sólo los únicos y exactos recursos de la naturaliza eran suficientes para vivir. Thoreau se revela casi como isla en sí mismo. Como tal, se aislará durante esos dos años en mitad de ningún sitio. Y la pregunta se antoja necesaria: ¿por qué? Pues sencillamente, para abandonarse a una vida salvaje.

18 de junio de 1840.-Me agradaría encontrar hombres en los bosques. Ojalá pudiera toparme con ellos como con el caribú y el alce.

3 de septiembre de 1851.- Todo lo que no ha caído bajo la influencia del hombre es salvaje. En este sentido, los hombres originales e independientes son salvajes, no domesticados ni quebrados por la sociedad.

16 de febrero de 1859.- Lo que llamamos “estado salvaje” es una civilización distinta a la nuestra.

Y en esa vida salvaje tiene mucha importancia la música. Una que el pensador asocia con cierta virtud revolucionaria. Un día, por casualidad escuchó entre los árboles la música de una banda de músicos aficionados:

17 de octubre de 1857.- Tiendo a pensar en la música como en un mal negocio, un lujo. Pero me sorprende que sean tan pocos los que intoxiquen con música, siendo tantos los que lo hacen con alcohol. Tal vez yo pueda correr el riesgo de escucharla, pues agudizará mis sentidos; revelará cierta gloria allí donde antes no la había visto. […] Es curioso que nuestras instituciones puedan resistir el poder de la música, siendo algo tan revolucionario. 

Entre otras de sus preocupaciones, Thoreau desarrolló todo un sentido de la ética y la moral dietética. Algo tan rabiosamente actual en nuestros días con la proliferación de todo tipo de modas alimenticias:

9 de septiembre de 1850.- Me alegra haber bebido agua tanto tiempo, ya que prefiero el cielo natural al paraíso de un comedor de opio; prefiero mantenerme siempre sobrio y llevar una vida sana, sin estar en deuda con los estimulantes. Sea cual sea mi práctica, pienso que es la única bebida para un hombre sensato y que sólo los ingenuos consumen habitualmente otra distinta.

28 de diciembre de 1852.- Llevamos una vida demasiado rápida y brusca, al igual que comemos con demasiada rapidez y no conocemos el verdadero sabor de nuestro alimento.

Thoreau volvió a casa de Emerson el 6 de septiembre de 1847 y dos años después se mudó a Concord para vivir con sus padres y su hermana menor. Quizás una de sus acciones más conocidas fue aquella en la que eligió ir a la cárcel en lugar de pagar los impuestos a un gobierno que admitía la esclavitud y era partícipe de una guerra con México. 

21 de agosto de 1851.- Ése es, sin duda, el mejor gobierno: aquel en el que menos se recuerda a los ciudadanos que hay un gobierno.

3 de abril de 1858.- Si aspiráis a algo mejor que la política, no esperéis la cooperación de los hombres. 

En 1849 se publica Desobediencia civil, la obra en la que explicó minuciosamente los parámetros teóricos de la resistencia pasiva como método de protesta. Hasta su muerte ella 6 de mayo de 1862 Henry David Thoreau no hizo otra cosa sino pensar o, quizás mejor dicho, “albergar pensamientos”:

12 de junio de 1851.- ¿No es hospitalario aquel que recoge pensamientos?

22 de enero de 1852.- Los placeres del intelecto son permanentes; los placeres del corazón son transitorios.

26 de octubre de 1853.- Estoy cargado de pensamientos.

Uno de esos pensamientos, quizás el que pueda convertirse en mantra para toda una generación, el que todo lo resume, es el siguiente: 

Todo lo bueno es libre y salvaje.

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