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ATRACÓN DE PANTALLAS

Hannah Gadsby en 'Nanette': la tragedia en el interior de un monólogo cómico

Disponible en Netflix, el monólogo de Hanna Gadsby nos hace creer en un principio que únicamente vamos a pasar un buen rato con sus chistes agudos sobre su condición de lesbiana. Pero a medida que avanza su discurso, el espectáculo gira hacia la desgarradora historia de cómo tuvo que ocultar su verdadera sexualidad en un lugar donde estaba perseguida por la ley, y finalmente, de cómo se convirtió en monologuista para exorcizar su ira, hasta llegar a la conclusión de que su trágica biografía ha dejado de hacerle ninguna gracia

3/08/2018 - 

VALÈNCIA. “Me gusta que me confundan con un hombre, así por un momento la vida es más fácil”. A muchos de ustedes, lectores, les divertirá esta afirmación. Las lectoras femeninas, sin embargo, además de soltar una sana carcajada, sentirán una punzada interna que les recordará alguna experiencia vivida. Porque la gran mayoría de nosotras tenemos alguna mala vivencia relacionada con nuestro género.

Hanna Gadsy, comediante originaria de la isla de Tasmania, lugar de donde tuvo que marcharse cuando descubrió que era “un poco lesbiana”, vivió una juventud de silencioso sufrimiento. Como lesbiana se encontró “macerando en vergüenza durante diez años” en una zona donde la homosexualidad estaba penada con la cárcel hasta 1997, y donde socialmente el 70% de la población era homófoba. Ella misma reconoce haberlo sido. Así es como la educaron.

Según cuenta Hannah en su punzante y a la vez agrio monólogo, cuando era pequeña “los homosexuales no tenían buena reputación. No teníamos redes sociales, como en la actualidad”. Pero existían las “Cartas al director. Era como un Twitter lento. Brutal. Pero a pesar de todo el debate sobre la homosexualidad, nadie hablaba sobre las lesbianas”. Solos los hombres gais eran un problema para la sociedad. “Sexo anal. ¡Están llamando al diablo!”. Por el contrario, en cuanto a las lesbianas no había polémica. “¿Qué son? ¿Qué es lo que pueden hacer? ¿Realmente existen si nadie las ve? No se preocupen por ellas. Abrazarse no lastima a nadie”, contaba.

La bromas sobre su condición sexual continuaron cuando Hannah explicó el momento en el que le confesó a su madre que era lesbiana. “¡Hannah! ¿Por qué tuviste que decírmelo? No es necesario que yo lo supiera. Imagínate qué pasaría si te dijera que soy una asesina”, exclamó su madre. Una curiosa comparación que genera grandes carcajadas durante la primera parte del monólogo. “Dedico más tiempo a cocina que a hacer cosas de lesbiana, pero nadie me presenta como “la comediante chef’”, insistía con otro chiste.

La comediante australiana domina el género y nos conduce por su discurso con maestría. “Cuando nos reímos, liberamos tensión. Acumular tensión en el cuerpo no es saludable, ni psicológica ni físicamente. Por eso reírse nos hace bien. Y reírse con otros es aún mejor. Al reírnos con otros, al compartir esa emoción, liberamos más tensión, porque la risa es contagiosa. Así que liberamos más tensión cuando nos reímos con otros que cuando nos reímos solos. Porque cuando nos reímos solos, tenemos problemas mentales y ese es otro tipo de tensión”. Tuché. “Confíen en mí. La tensión nos aísla. Las risa nos conecta”.

Renuncia en pleno espectáculo

La sorpresa llega cuando la comediante anuncia su intención de dejar la comedia de forma definitiva. “Tengo mis dudas respecto a la comedia. Ya no me siento cómoda. Construí mi carrera en base a chistes de autocrítica. En eso se basa mi carrera. Y no quiero seguir haciéndolo. ¿Entienden qué significa la autocrítica para alguien que ya de por sí está marginada? No es humildad. Es humillación”. El teatro se fundía entonces en un intenso aplauso. Era el comienzo del segundo acto de su monólogo. Donde Hannah Gadsby se abriría en canal y confesaría sus experiencias más traumáticas.

“Suelen decirme mucho que deje de ser tan sensible. Siempre me lo gritan. Aunque eso me parece muy insensible. No lo entiendo. ¿Por qué hay que esforzarse por ser insensible? Yo sé que mi sensibilidad es mi fortaleza. Mi sensibilidad fue la que me ayudó a sortear las dificultades en mi vida”, defiende. “Con la creación del monólogo cómico de mi salida del armario, congelé esa experiencia en su momento más traumático. Lo sellé con chistes. Por desgracia, la versión en chiste no era lo suficientemente sofisticada para ayudarme a curar las heridas que me hicieron en la realidad. Cuando me di cuenta de que era gay, ya era muy tarde. Ya era homofóbica”, relata. “Y es imposible cambiar de opinión con un chasquido. Así que uno asimila la homofobia y aprende a odiarse a sí mismo. Me quedé encerrada y cubierta de vergüenza en ese armario durante diez años”.

"No hay nada más fuerte que una mujer rota que se ha rehecho a sí misma"

Poco a poco Hannah Gadsby nos prepara para la tragedia. “Durante toda la vida me dijeron que odio a los hombres. No odio a los hombres, pero les tengo miedo. Me da miedo ser la única mujer en una habitación llena de hombres. No odio a los hombres, pero me pregunto qué sentirían si hubiesen vivido mi vida. Porque fue un hombre quien abusó de mí de pequeña. Fue un hombre quien me destrozó a patadas cuando tenía 17, mi mejor edad. Fueron dos hombres quienes me violaron recién cumplidos los 20 años. Díganme por qué eso está bien. ¿Por qué estuvo bien que me hicieran eso? Hubiera sido más humano que me llevaran a un descampado y me pegaran un tiro, si ser diferente es un delito tan grande”. En este momento, el teatro se queda en absoluto silencio.

“Mi historia tiene valor. Que nos quiten el poder no destruye nuestra humanidad. Nuestra resistencia es nuestra humanidad. Los únicos que pierden la humanidad son aquellos que creen que tienen derecho a quitarle el poder a otro humano. Ellos son los débiles. Si destruyes a la mujer, destruyes el pasado que representa. No permitiré que mi historia sea destruida. No hay nada más fuerte que una mujer rota que se ha rehecho a sí misma".


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