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Gem: "Me interesa reflexionar sobre cómo cedemos nuestra intimidad a cambio de protección"

El segundo trabajo discográfico del grupo valenciano se llama Satèl.lits; un título galáctico para diez canciones que nos hablan de cosas que tenemos muy cerca: las cámaras de vigilancia, la dependencia de las redes sociales, el ya conocido como “amor en tiempos de Tinder”

16/01/2020 - 

VALÈNCIA. Gema Vañó es la cantautora detrás de Gem, un sencillo proyecto de pop que nació en 2015 en forma de maqueta, como una mera probatura. La artista de Benigànim, acompañada por una buena guardia pretoriana formada por Tono Hurtado (productor y bajo), Toni Carrillo (guitarra) y Rubén Llopis (batería), dio un paso adelante en 2017 con la publicación de Dent de Lleó, LP autoeditado cuyas letras abrazaban ya completamente el valenciano, su lengua materna. El pasado mes de diciembre llegaba a nosotros un segundo trabajo discográfico de estética galáctica (el autor del diseño es de Enric Alepuz, también batería de Gener), en el que destaca la incorporación de líneas de sintetizador a cargo del multiinstrumentista valenciano afincado en Madrid Pau Paredes (Modelo de Respuesta Polar y antiguo integrante de Twelve Dolls). La calidez de la voz de Gema encuentra en Satèl.lits un buen contrapunto en los arreglos electrónicos, que subrayan la idea de inquietud e inseguridad frente al dominio absoluto de la tecnología que sirve como hilo conductor temático en esta nueva colección de canciones.

El disco, grabado en los estudios Malamute de Xirivella, masterizado en los estudios Ultramarinos de Barcelona por Victor García y editado por Primavera d’Hivern (la misma casa de L’Home Brut. Tardor, Novembre Elèctric, Samuel Reina y Badlands), se presentará el próximo 7 de febrero en la sala Azza Club del Palacio Alameda de València.

A nivel estrictamente musical, Vañó ha buscado inspiración en la cabecera de la escena indie rock nacional. “Me inspira mucho el trabajo de Love of lesbian, Vetusta Morla, Rufus T. Firefly, Anni B. Sweet. Y también los últimos trabajos de Zahara, Carmen Boza y Cristina Rosenvinge, porque sus propuestas se alejan del concepto clásico cantautora”, nos explica en esta entrevista con Culturplaza.


-De un tiempo a esta parte, parece que cualquier aproximación lírica a la vida contemporánea necesariamente tuviera que hacer referencia a las redes sociales y a cómo nos afecta emocionalmente la coexistencia con la tecnología. Este disco es un buen ejemplo de ello.
-Siempre he buscado un hilo conductor para mis canciones. Lo cual facilita el trabajo de composición en un sentido, y lo hace más difícil en algunos aspectos. Como usuaria, me inquieta vivir inmersa en la contradicción de no querer depender de ella y al mismo tiempo ser totalmente dependiente. En algunos de los temas del disco presento una visión crítica hacia este asunto, mientras que en otras no. Esa dualidad es un reflejo de cómo las necesito y las odio al mismo tiempo.

-Se vislumbran referencias literarias y cinematográficas también.
-Sí, por ejemplo me interesa mucho la relatividad del tiempo, y en realidad me habría gustado mucho tener conocimientos suficientes sobre física para poder profundizar mejor en la relatividad. Pero solo lo abordo el tema de forma superficial en “Passatgers”. Para la canción “Cables i Circuts” me he inspirado claramente en las películas Her y Ex-Machina, donde la protagonista se enamora de un robot. “Aïllats” encuentra muchas referencias en Black Mirror. Me interesa la visión crítica de la serie y como la tecnología es el reflejo de nosotros mismos y del uso que hagamos de ella. “Por de la Por “empieza exactamente igual que el libro 1984. Yo quería reflexionar sobre cómo cedemos parte de nuestra intimidad a cambio de protección, y si realmente existe ese enemigo al que tanto tememos por el que merezca la pena vender nuestra vida privada. La canción plantea la pregunta ¿quién vigila al vigilante? Y también de lo premonitorias que fueron las distopías de Orwell. “Inesborrables” habla de científicos o investigadores que la historia ha pretendido borrar, como Alan Turing, por el hecho de ser gay, o Ada Lovelace, por ser mujer. Esta canción la compuse también porque quería hablar positivamente de la tecnología, porque también nos salva. No sería justo ofrecer únicamente una visión crítica.

Foto: ENRIC ALEPUZ.

-Particularmente, la tecnología y su potencial para conectar con grandes masas de desconocidos es imprescindible si te dedicas a la música.
-Creo que solo los artistas que ya tienen el camino hecho pueden prescindir de las redes sociales... Aunque creo que no, que aun en ese caso, esos artistas contratan a alguien que les lleve esas cosas. Sí o sí tienes que pasar por el aro. Sobre todo si no tienes una gran discográfica detrás. Hay muchos grupos que he conocido exclusivamente gracias a Youtube.

-Un videoclip puede disparar una carrera.
-Lo bueno de hoy en día es que tampoco necesitas tener la producción más potente del mundo para que funcione. Una idea sencilla, pero contada con gracia, te puede ayudar mucho. No sé con quien lo comentaba el otro día… ahora mismo a los músicos nos sale más rentable grabar un súper videoclip que grabar un disco. Porque si engancha y llega a suficiente gente…

-Otro ámbito en el que la tecnología ofrece ventajas a los músicos que arrancan su carrera es el micromecenazgo. De hecho, el proyecto de grabación de Satèl.its pasó previamente por la plataforma Verkami. ¿Crees que este modelo de financiación (que por cierto tuvo su primer antecedente en España en la era pre-internet, con una campaña impulsada por Extremoduro en 1989) sigue teniendo futuro?
-Creo que está acabando un poco. Ya no funciona tan bien. A mí me gusta, porque te proporciona otra vía de promoción. Lo malo es que a mí que no me gusta pedir. Tengo la suerte de que la gente participa con ilusión, y no he tenido que ser muy pesada para lograr el objetivo que pedía, que por cierto no cubría ni de lejos la inversión que implica lanzar un disco. Da para sacar las copias y pagar el diseño del disco.

Foto: ENRIC ALEPUZ.

-Tú misma has descrito alguna de las canciones del disco, como “Ona Electromagnètica”, como una canción sobre “el amor en tiempos de Tinder”. Pero lo cierto es que no pareces tener miedo a invocar al amor romántico sin ironía. Y eso no es muy de Tinder.
-A mí el amor romántico me gusta, siempre que no te encadene mucho. Y, aunque reconozco que Tinder me ha pillado algo mayor, creo que es una vía interesante para conocer gente.

-Está encima de la mesa el debate sobre si es una herramienta de liberación sexual y superación del contrato “sexo-amor” convencional, o si por el contrario es la prueba definitiva de la fagotización de las relaciones personales por parte del capitalismo, y su afán de acumular, renovar y desechar ¿Cuál es tu posición?
-Todo depende del uso que hagas de la plataforma, que imagino que también está relacionado en cómo eres como consumidor. Todo puede acabar en un consumo rápido, como el fast food. Si eres una persona que tiendes a acumular y coleccionar bienes materiales, igual en el amor también buscas lo mismo. No lo sé. También conozco a parejas estables que se han conocido en este tipo de plataformas. No es mi caso, por ejemplo. Si me quedara soltera y tuviera que recurrir a Tinder, creo que no se me daría bien.

-El feminismo y el apoyo a la diversidad son dos elementos temáticos recurrentes en tus canciones ¿Tu faceta profesional como trabajadora social se vierte de alguna manera en las letras que escribes?
-La música para mí en realidad es un refugio para hablar de otras cosas, como el amor, porque mi trabajo implica estar rodeada de dramas todos los días. Trabajo con temas de mujer, dependencia, discapacitados… Esto, por otra parte, me ayuda a relativizar mi vida. Y, desde luego, también define mi posición sobre los derechos sociales. Mi condición de feminista, por ejemplo, es básica para mí. Vivo día tras día con víctimas de violencia de genero. Y hay canciones en este disco que reflejan esta realidad, aunque intento no hacerlo de forma demasiado evidente.

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