Su juventud está íntimamente ligada a Godelleta, pueblo del que se siente orgulloso, sentimiento que parece mutuo pues lo nombraron pregonero de sus fiestas el año pasado. “Una de las mejores experiencias de m vida” tal y como lo califica Federico Varona
VALÈNCIA. Siempre me gusta empezar con esos recuerdos de adolescencia o juventud sobre los veranos, una época apasionante. ¿Cómo son los tuyos?
Yo de adolescente veraneaba en Godelleta, que es el pueblo de mi madre. Los veranos los recuerdo como días de descanso, de ir de un pueblo a otro de fiestas, y sobre todo era una época en la que dejaba de ver a los amigos del invierno y salía con los amigos de verano. Guardo un muy grato recuerdo de Godelleta, le tengo muchísimo cariño y me siento de allí.
Esos veranos que parecían eternos, ¿los echas de menos?
Bueno, he de reconocerte que siendo un adolescente los veranos para mí también significaban trabajo, en los campos de la familia iba a recoger uva y algarrobas, nos levantábamos a las cinco y media de la mañana. Son ese tipo de cosas que te enseñan a valorar las cosas, a ganarte tu jornal, nunca mejor dicho. No me puedo quejar de mi infancia y adolescencia, pero mis padres nos enseñaron, tanto a mi hermano como a mi, a ganarnos las cosas, en lugar de dárnoslo todo hecho.
¿Siempre veraneaste en Godelleta?
Casi siempre hemos estado en el mismo sitio, Godelleta, aunque fuimos una temporada al Mareny Blau, pero a partir de los 16 años dejamos de ir a la playa y estábamos en Godelleta. Ese año me compré una Vespino y para mi el verano significaba cortar con todo, era otro mundo, otro entorno, otras amistades muy enriquecedoras.
Llega la universidad y ahí suele haber un salto radical, nuevos amigos nuevos planes…
Efectivamente, casi todos los años mis amigos de la Facultad nos íbamos unos 15 días a Ibiza, alquilábamos un apartamento y disfrutábamos de todas las opciones que ofrece la isla. Era un gran contraste entre los días familiares en Godelleta y los días de playa y ocio en Ibiza. Recuerdo que vivimos las primeras fiestas de la espuma que organizaban en la discoteca Space, eran los años 80 y había una libertad mayor que ahora, podríamos decir que no estaba todo tan planificado como ahora, yo creo que todo era más básico y por ello más auténtico.
Empezaste a trabajar muy pronto y con el final de tus estudios ¿cómo compaginaste ese período con el servicio militar?
Yo no quería perder un año entero en la mili, y entonces realicé el 5º curso de Económicas y la mili a la vez, fue un año muy duro, ese año me levantaba a las 5.30h, iba al cuartel donde sacaba ratos para estudiar y por las tardes iba a clase. Además cambiaba guardias de entre semana al fin de semana para estudiar. Logré acabar la carrera y el curso siguiente realicé un máster en el Instituto de Empresa en Madrid.
Cuando se empieza a trabajar y aún no hay obligaciones familiares, suelen ser unos veranos intensos, por no decir trepidantes.
Así es, continuamos con la tradición universitaria y todos los años nos íbamos a Ibiza, y realmente fue una etapa muy divertida porque nos familiarizamos con la vida de la isla, el padre de un amigo tenía un barco y salíamos a navegar. En la zona de pubs había bares tradicionales donde acababas haciendo amistad con los dueños, recuerdo una vida sencilla pero maravillosa en comparación con la sofisticación actual. La playa de Ses Salines era un auténtico paraíso natural.
A nivel profesional, ¿cuándo te incorporas al despacho familiar?
Al finalizar mis estudios y mi formación, trabajé cinco años en un despacho multinacional y tras esa etapa me incorporé al despacho familiar junto a mi padre y mi hermano. Aunque ya tenía cierta experiencia y bagaje, profesionalmente asumí nuevas responsabilidades y comencé una nueva etapa que llega hasta la actualidad y de la que me siente profundamente satisfecho por el camino recorrido y por los retos que tenemos por delante.
Actualmente VARONA Asesores y Abogados es un despacho conocido y reconocido. ¿Cómo ha sido el crecimiento?
Pretendemos que sea un despacho conocido por la cercanía al cliente y la calidad de su servicio y para ello trabajamos a diario, estamos ampliando los servicios manteniendo el contacto con el cliente. En la actualidad somos más de 30 profesionales y en la última década hemos crecido sustancialmente y pretendemos seguir en esa línea, siempre teniendo como guía de nuestro trabajo el trato cercano y de calidad.
En los últimos tiempos habéis tenido varias iniciativas vinculadas a la RSC –Responsabilidad Social Corporativa–, demostrando que la solidaridad y la ayuda se demuestran con hechos.
Es una de las cosas de las que nos sentimos más orgullosos en el despacho, el haber aportado nuestro granito de arena al desarrollo y apoyo al deporte adaptado en la Comunidad Valenciana. De hecho, quienes me conocen saben que mi cara cambia cuando hablo de este tema. Tanto mi hermano como yo somos muy deportistas y pensamos que había que ayudar, apoyar y fomentar a quienes más se esfuerzan por realizar deporte, y además transmitir sus valores, como son los deportes adaptados.
“Queremos crear la Fundación TEN Confianza, en reconocimiento a Ricardo Ten, actual director del área de RSC y será el director de la Fundación, para ayudar al desarrollo del deporte adaptado en los niños.”
Volviendo a los veranos, la familia suele modificar las rutinas estivales, ¿fue así?
En mi caso fue a partir del nacimiento de mis hijas cuando cambiamos y empezamos a ir en verano a Denia. Y ahí fijamos nuestro destino durante algunas semanas de agosto. Elegimos este lugar por su tranquilidad, porque las playas de arena me gustan y su variada oferta gastronómica es espectacular.
¿Supongo que también por amistades que veranearan allí?
No, yo en verano opto por aislarme frente a mi frenética vida del resto del año. Mi rutina diaria es básica: salir a correr o en bici temprano todas las mañanas, luego desayuno, me bajo a la playa a leer, vuelvo a casa a comer y dormir la siesta y me bajo a la playa de nuevo a leer y ahí espero a que se haga de noche mirando el mar. Subo a cenar y a dormir. Una vida muy tranquila que me sirve para recargar las pilas de todo el año.
La Marina Alta es un destino elegido por mucha gente para veranear, ¿qué destacarías de esa zona?
Las posibilidades de rutas ciclistas que ofrece como la subida al Coll de Rates o el Vall de Laguar; la posibilidad de nadar al inicio o en el ocaso del día en la zona de Las Rotas, un paraje singular y maravilloso. También sus productos como las cocas o el pescado fresco a la plancha, especialmente el de Casa Federico que tiene unos productos de excelente calidad y es un lugar que me gusta mucho. En definitiva ofrece múltiples posibilidades para disfrutar del verano.