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Evaristo Páramos: "No estaría nada mal resolver las cosas a conciertazos en vez de a hostias"

La Polla Records actuará en la Plaza de Toros de València el próximo 20 y 21 de octubre

16/09/2019 - 

VALÈNCIA. Evaristo Páramos y los suyos han vuelto. Tras 16 años desde su último disco, uno de los grupos más míticos del rock español han vuelto al estudio y el próximo fin de semana empezarán en València un gira de macroconciertos por España. Será en la Plaza de Toros y si las expectativas no fallan, entrarán y saldrán por la puerta grande.

Páramos atiende a Culturplaza por teléfono. Desprende desde el primer segundo una genuidad y autenticidad desbordantes, de los que ya es difícil encontrar en una entrevista musical. No tiene pelos en la lengua, pero todas sus excentricidades tienen un por qué, y no responden en ningún momento a mantener una fama, sino a seguir exteriorizando su rabia ante un mundo que se deshumaniza.

- Empezáis en València esta gira que pinta muy cálida, con varias fechas con las entradas agotadas, grandes recintos. ¿Qué esperáis de ella?
- Esperamos reventarle la cabeza a la peña con un mogollón de altavoces gordos y que nosotros no nos quedemos en pieza como Mr. Patata, que no se nos caigan las orejas, la nariz ni los brazos y aguantemos bien. Cuando ensayábamos con Gatillazo, con Txiki y Tripi, entre semana tocábamos las canciones de La Polla. Ahora se ha acabado la dislexia, y ahora estoy ronco del palizón que me he pegado esta semana. Pero vamos, para la semana que viene estamos en condiciones perfectas.

- Hay una conocida cuenta de Facebook que se llama Indies peperos que cantan canciones abiertamente marxistas. ¿Cómo llevas la popularidad de tus canciones, que las coreen gente cuya ideología es claramente contraria a lo que intentas contar?
- Me parto la caja, ¿qué quieres que haga? No me puedo matar. Ya es una tradición histórica que me saque fotos con maderos y seguratas de todo tipo, solo me falta una con un ertzaina. Tengo con toda la cuadrilla, me dicen: "ya sabemos lo que cantas, pero tengo un compañero que tiene todos tus discos...".

- ¿Y cómo llevas eso?
- Pues creo que todo está muy confuso y que el mundo está muy revuelto. No sé, los motivos por los que alguien se mete a madero son muy variados. Yo tenía tres tíos que eran picoletos, aquellos lo hacían por pobreza, pero ahora no sé cómo está el tema.

Pero bueno, a mí cuando alguien me habla con educación, yo le suelo contestar. Ya no soy un niñato que me líe a la primera con cualquier chorrada.

- Claro, pero supongo que como artista te preocupará qué uso se hace de tus canciones...
- Habría que darle muchas vueltas a mis letras para poder utilizarlas en una campaña facha. Pero si lo hicieran y me entero, obviamente, haré todo lo posible por quitarles los derechos. Otra cosa sería que me llamaran para tocar en directo en un congreso de Vox. Pediría mucha seguridad, cobraría por adelantado y me oirían, por supuesto. Yo me ofrezco... Es broma, ni de coña.

- Te preguntan mucho veces por tu opinión pública sobre cuestiones políticas y sociales. Parece que te has convertido en un prescriptor de la lucha de clase.
- Sí, pero yo intentaría buscar a alguien más preparado para hacer. Si tuviera que seguir a alguien políticamente, intentaría encontrar a alguien que tuviera algún conocimiento, que haya leído libros y cosas de esas. Lo mío tampoco está mal, pero mi canción más larga dura cuatro minutos. La mayoría son entre 8 y 15 frases que duran como un minuto y medio. Por muy acertadas que estén, no lo veo yo para tanto. Habría que estudiarse más el tema.

- ¿Y por qué crees que pasa eso?
- Porque la vida está muy perra para la gente de abajo, y a lo mejor, si eres pobre, tampoco tienes mucho tiempo para estudiar. A lo mejor el poco tiempo que tienes lo quieres dedicar a salir y reventarte a ti mismo. Recomiendo a todo el mundo un libro llamado Manifiesto Redneck de Jim Goad, que habla del ocio de los pobres, de las drogas y la fiesta. Goad es un hombre que se conoce mucho su país, Estados Unidos, pero lo que cuenta es fácilmente traducible a casi cualquier otro país.

- ¿Qué te parece si hablamos de música? Casi siempre te preguntan solo por política...
- Solo rollos políticos, sí.

- ¿Qué ha pasado en el mundo de la música o en tu música para querer volver en 2019?
- Empezó con la llamada de un colega para preguntarme cómo estaba eso de los derechos digitales de La Polla Records, que parecía que nos estaban chuleando. Entonces no sabíamos nada, y ni siquiera nos hablábamos. Me dijeron que si no nos entendíamos, nos tendríamos que entender, y así fue. Surgió la oportunidad de recuperar los derechos, nos vinimos a Cultura Rock y todas las rencillas que hubiera, desaparecieron automáticamente. 

Nadie preguntó por el dinero, solo había escozores personales, pero decidimos que nos los íbamos a quitar. Vamos a volver a lo musical: bailar, poner altavoces gordos, ensayar lo máximo posible y le vamos a arrear duro a un repertorio que a quedado durillo. No sabemos si vamos a necesitar una ambulancia para quién se las vaya a bailar todas o para nosotros. A lo mejor nos encontramos en la puerta, a ver quién pone el pie primero para llegar antes al hospital.

- En València actuáis en la plaza de toros, a lo mejor alguien sale por la puerta grande.
- O nos quedamos para el arrastre y nos tienen que sacar las muelillas. 

- Me decía Álex Cooper en una entrevista hace unas semanas que los rockeros no pueden bajar del escenario, que hay un impulso personal en seguir ahí. ¿Qué te mantiene en el escenario?
- Es una mierda, porque yo pensaba que iba a poder. Y aunque no hubiera salido esta gira, yo con Gatillazo, o con cómo-se-llame-el-grupo, yo pienso seguir. Quiero continuar de otras maneras, porque igual ya tengo una edad y no puedo cantar 60 o 70 veces al año.

- Pero, ¿qué pasa en el escenario para que sea tan adictivo?
- La gente no suele querer decirlo, pero una de las cosas que pasan es que te están mirando. Es cuestión de ego. Y otra cosa es que te quedas muy a gusto al hacerlo. Te subes al escenario, empieza la primera canción, y no puedes parar. Suceden muchas cosas, son sensaciones que en otro lugar no ocurre. Bueno, tal vez en la guerra. Y ahora lo que pienso, no estaría nada mal resolver las cosas a conciertazos en vez de a hostias.

- En los últimos años se han multiplicado los festivales, que son lo contrario a la disrupción y al gamberrismo permitido en las salas de conciertos. ¿las echas de menos?
- Forma parte del modelo de negocio que nos quieren imponer, de controlar el negocio musical y concentrarlo. Como en los supermercados, o como Amazon. Todo acaba siendo una pelea de perros para ver qué perro se queda con todo.

- Hay una generación que no ha vivido una sala de conciertos en la que la gente fumaba y sudaba la camiseta...
- ... Y se podía montar un concierto en la esquina de al lado. Ahora hay permisos, movidas... Antes se iba a los conciertos como a la guerra: con cascos y botas de punta.

- ¿Se hace mejor o peor música ahora mismo?
- Como calidad, seguro que se hace mejor, pero antes se hacía más sangre. También hay que entender que, en mi círculo al menos, hacer música era salir de la nada y hacer algo. Era expresarte y vivir. 

Nuestros antecedentes eran los guiris, Manolo Escobar, la copla y Los Brincos. En España no pasaba como en yanquilandia, que en todas las casas había alguien tocando un instrumento. Ahora, la gente que hace música sí tiene ese colchón, esas referencias, y todo fluye más.

- Y eso hace que la música tenga menos sangre...
- La música tiene menos sangre porque todo tiene menos sangre o porque yo soy más viejo, que también hay que tenerlo en cuenta.

- La modernidad en la música ha hecho que las fronteras musicales sean más laxas. ¿Qué músicas alejada de lo previsible te interesa más?
- El pop. Son canciones que no tienen mucho desgarro, pero tienen estructuras muy bonitas. Hay algunas que están muy bien y otras que son súper largas. Y luego mogollón de grupos de rock duro, sureño, o cómo sea, que meten tralla pero que hablan de ligoteo y de drogas, también hay muy buenos.

- Margaret Thatcher dijo aquello de “no hay alternativa” refiriéndose al capitalismo al final de la Guerra Fría. Entonces la sociedad parecía más permeable ideológicamente. ¿Hay más o menos alternativa ahora que entonces?
- Ahora se está demonizando cualquier idea progresista, a la idea de izquierda se le margina, tanto en lo físico como mentalmente. Yo no tengo ni idea de lo que es el comunismo, pero cuando se le acusa a alguien de serlo me pregunto: "¿es malo?". Del anarquismo ya ni hablamos... Si Ciudadanos es de centro, mis cojones son vacas pintas.

 - ¿Cómo esperas que tu música, o la música en general, se configure como una alternativa al mundo que no quieres?
- Pues no lo sé, porque solo quería desahogarme y soltar mi rabia, no meterme en esas cosas. Pero en los últimos años me han dicho "tus canciones me espabilaron" y más cosas; así que, si tengo que esperar algo de música, espero que siga viniendo la gente dentro de 10 años a decirme que mis canciones le han servido de algo.

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