El analista tiene claro que la política monetaria y fiscal tienen que ir de la mano, haciendo un esfuerzo común en esta situación extraordinaria, ya que el impulso económico por sí solo sería insuficiente
MADRID. Esta crisis nos ha situado en unos niveles de endeudamiento tanto público como corporativo sin precedentes, difícilmente comparables históricamente. Una situación que ha provocado un posible cambio en las reglas del juego económico, posibilitando la modificación de algunas cuestiones económicas como actualmente las conocemos. Aun en esta circunstancia esto no eximirá a los deudores de hacerse cargo de las deudas; por eso es tan importante que este primer problema de crédito, que todos los entes económicos se apresuran en solventar, no desemboque en una crisis de solvencia.
Parece que lo peor de la crisis ya ha pasado y que solamente será cuestión de tiempo que el ahorro se filtre hacia la inversión y el gasto. Sin embargo, en la situación actual el ahorro es solamente el proporcionado a través de las ayudas de liquidez emitidos por bancos centrales y gobiernos centrales. De ahí que ese ahorro sea realmente endeudamiento, tomando entonces mayor importancia que el filtro se acelere hacia la economía real, ya que sino el problema que podríamos tener es un posible incremento de la inflación que aún dificultará más la situación actual.
Por todo ello lo más importante -aparte de emitir ayudas que son totalmente necesarias- sería clave una restructuración y medidas que focalicen y valoren la mejor manera de encauzar de manera óptima esas ayudas; además de tomar medidas de índole político. Para ello es clave que la política monetaria y la política fiscal vayan de la mano y hagan un esfuerzo común en una situación extraordinaria, ya que el impulso económico por sí solo sería insuficiente.
Hay muchas industrias que han pasado por ciertas dificultades y que no parecen que su recuperación sea tan temprana debido al azote que ha ocasionado en su negocio el virus. De este modo, el proceso de recuperación en estas industrias será mucho más lento, diferente y en algunos casos llegar a sufrir un perjuicio total, lo que desembocará en el cierre.
Si Europa no consigue remar en una sola dirección el final que le puede esperar a la Eurozona puede ser bastante negativo, ya que la situación de desempleo sigue creciendo en prácticamente todos los países y la demanda sigue manteniéndose en unos niveles tan bajos que no son suficientes para proyectar unas expectativas positivas.
A todo ello hay que sumar que el primer pico de actividad parece estar frenando de nuevo e impacta en el gran tejido empresarial que conforman la zona euro, compuesto por pequeñas empresas, cuyo ahorro y márgenes de rendimiento son tremendamente ajustados. De ahí que el cierre de estas empresas llevaría a un aumento del desempleo, ocasionando que de nuevo se reactivará la espiral negativa.
Por todo ello en una situación delicada se pide a Europa algo que siempre se ha solicitado -pero que en escasas ocasiones se ha conseguido-: unidad no solo económica sino también política y en la crisis actual es la única alternativa.
Jorge López es analista de XTB